Mas de 140.000 personas asistieron el pasado fin de semana a la segunda edición en nuestro país del festival de música Lollapalooza, llevado a cabo sábado y domingo en el Hipódromo de Buenos Aires con la presencia de artistas como Robert Plant, Jack White, Pharrell Williams, Smashing Pumpkins, St. Vincent, Alt-J y Skrillex, entre muchos otros.
Lo mejor del sábado
El punto más alto de la primera fecha sucedió cuando Robert Plant, cantante de Led Zeppelin, subió al escenario durante la presentación de Jack White para interpretar juntos la canción "The Lemon Song", de la legendaria banda británica. Antes, Plant había brindado un sensacional concierto junto a su banda The Space Shifters, interpretando atrapantes temas nuevos con influencias de flamenco y música africana y viejas perlas de su primera banda como "Black Dog", "Whole Lotta Love" y "Rock and Roll".
Sin un segundo de descanso entre uno y otro, inmediatamente después del show de Plant comenzó el de Jack White y su poderosa banda, quienes estaban ubicados en otro escenario a unos doscientos metros de distancia. Así, miles de personas corrieron de un lugar al otro para presenciar otro concierto de lo mejor que brinda el rock en estos días. Además de temas nuevos como "High Ball Stepper" o "Lazaretto", Jack White interpretó un cover de Elvis Presley ("Power of My Love") y varios temas de su aclamada banda The White Stripes: "Dead Leaves and the Dirty Groud", "Hotel Yorba" o el clásico "Seven Nation Army", tema con el que cerró una jornada inolvidable.
Antes de ellos habían pasado buenas bandas nuevas como St. Vincent, Foster the People e Interpol y algunos ya clásicos en estas tierras como los mexicanos Molotov y los raperos norteamericanos Cypress Hill. La revelación de la jornada fue Chet Faker, un solista que mezcla soul, dub y bases electrónicas en un hipnótico estilo minimalista.
El domingo desde temprano
Al igual que la del sábado, la jornada del domingo comenzó desde temprano: ya desde las 13 la gente se fue acercando al predio para disfrutar, distribuidos en los cuatro escenarios del festival, las presentaciones de Dancing Mood, Poncho, Damian Marley y la figura más popular del reggae en Chile, Quique Neira.
A las 16 subió al escenario principal Pedro Aznar, quien seguido por una gran cantidad de público y con una formación de lo más rockera interpretó temas nuevos y otros clásicos como "Mientes", "Tu amor", "Fugu" o "Quebrado".
Luego, intercalando entre los dos escenarios principales, se presentaron Bastille y Kasabian, dos bandas que hicieron las delicias de las chicas presentes. Por su parte, los británicos Alt-J brindaron uno de los mejores shows de la fecha con su rock experimental de ritmos fracturados y climas cambiantes, interpretando clásicos de su repertorio como "Fitzpleasure" y "Breezeblock".
La hora del revival noventero llegó a las 20.30 con los Smashing Pumpkins, de quienes sólo queda en la banda su líder, Billy Corgan. Con un estupendo show a través de temas como "Bullet with Butterfly Wings", "Zero", "Disarm", "Heavy Metal Machine", "Ava Adore" y "Today", Corgan demostró con su poderosa banda que aún tiene mucho para dar y así respondió el público, armando pogos de alegría y cantando cada una de sus canciones. Llama la atención todos los seguidores jóvenes con los que cuenta la banda, quienes -a diferencia de los treintañeros que disfrutaron de su música en los noventa- se sabían todas las canciones de su último disco, Monuments to an Elegy".
Pharrell Williams, el grande
También el domingo, en una presentación mucho más variada que la del día anterior, tras la actuación de los Smashing Pumpkins se presentó Pharrell Williams, autor e intérprete de los últimos grandes hits de la pasada temporada: "Happy", "Blurred Lines" (dos temas por los que está en juicio con los herederos de Marvin Gaye, quienes lo acusan de plagio) y "Get Lucky", tema compuesto por los Daft Punk.
Desde Michael Jackson que un músico negro solista no hacía bailar tanto a la gente de estos lares: con una puesta en escena con al menos diez bailarinas, Pharrel supo levantar a la gente y hacerlos saltar hasta en las canciones que nadie conocía, en un show que pudo disfrutar toda la familia.
El festival cerró con el DJ revelación Skrillex, quien con su look neopunk de pelo largo rapado en un costado y lentes gruesos hizo delirar a la juventud presente, muchos de ellos adolescentes que se habían quedado fuera de su última presentación en Buenos Aires dado que había sido sólo para mayores de 18 años. La fórmula de Skrillex es una de esas que habrán llevado a varios productores a agarrarse la cabeza preguntándose "¿¡Cómo no se me ocurrió!?": un poco de electrónica bolichera mezclada con algo de punk, toques de reggae/dub aquí y allá y un agite al público del tipo "A ver quién grita más, los de la derecha o los de la izquierda" (algo de lo que también abusó Pharrell), logran un cóctel explosivo que haría delirar a los presentes hasta la una de la madrugada, hora en que terminó un festival que, si bien no estuvo a la altura de ediciones anteriores en cuanto a cantidad de bandas de calidad, sí logró su cometido: dos días enteros a puro rock. Y pop, que al fin y al cabo si hay algo que demuestran estos festivales es que con las bandas nuevas la división entre uno y otro es cada vez menos clara, si no es que ya desapareció.