¿En qué lugar de "sus" Américas lo encontraremos a Kevin Johansen esta vez? ¿Por el norte? ¿Por el sur? ¿Por el este? Por el oeste: está en Concepción (Chile), participando del cierre del Festival Internacional de Cine de Lebu (FICIL), que fue el jueves pasado.
Así, tras la cordillera, pasaba los días previos a su nueva visita a Mendoza, donde desembarca en un escenario particular. Tocará esta noche luego de "Celebración Malbec", la Vendimia de Luján de Cuyo, que dirige Pedro Marabini, que tendrá la participación estelar de Hernán Piquín y que, destaquemos, se realiza en el marco del Feriagro (finaliza mañana con Los Nocheros).
Kevin, que nació hace 52 años en el punto norte del continente (Alaska, de donde se fue a los tres años y nunca más volvió), ahora nos visita con su banda The Nada. Tocarán algunas de sus canciones históricas y otras perlitas transamericanas del último disco, “Mis Américas. Vol ½” (Ariola, 2016), que presentó aquí oficialmente en agosto del año pasado.
“La verdad que es un honor. Hemos estado en alguno que otro festival allá en Mendoza, bien multitudinario, en esos escenarios así a niveles gigantescos que arman. Siempre es una experiencia como más grandilocuente”, dice desde el hotel de esa ciudad. La voz grave, inconfundible.
-¿Te gusta Vendimia?
-En realidad es folclore, yo lo tomo un poco así. Después uno puede hablar de corrección política, o de gustos, o de otras cuestiones, pero yo ando con mucho respeto para con estas movidas, porque son tradiciones que tiene la gente. Y sí, obviamente me encantan este tipo de eventos, que no se dan todos los días. Es una responsabilidad rara, también.
-¿Por?
-El otro día tocamos en la Fiesta de la Confluencia (Neuquén), y uno siente que es al aire libre, con gente bastante accesible, bien popular: tenés como la doble responsabilidad de tocar para mucha gente, alguna que te conoce, pero también mucha que no está tan al tanto de lo que hacés.
-Y contanos, ¿estás preparando algo nuevo?
-Siempre, siempre. Tengo todavía a “Mis Américas. Vol ½” dando vueltas, y voy a sacar un videoclip muy lindo con Pity (Álvarez). Sale ahora el primero de marzo, él es uno de los invitados raros que tenemos en el disco, o inesperados (N. del R.: además están Marcos Mundstock de Les Luthiers, Palito Ortega, Ricardo Mollo, y sus propios hijos, Miranda y Kim). Y sí, siempre queda un disco fuera del disco, y estamos viendo si sacamos el “Más Américas”, por poner un nombre, porque todavía no sé cómo lo voy a llamar...
-La otra parte del volumen.
-El volumen tres cuartos (risa). Entre Río de Janeiro, Nueva York y Buenos Aires, hemos grabado con gente de todo el continente y quedaron unos temas muy muy lindos. Estoy viendo de agregar cuatro más y por ahí lo sacamos. Es algo que me tiene muy entusiasmado.
-Ya que nombraste al Pity, fue medio improvisada su colaboración, ¿no?
-Él, muy amable, estaba en la zona una tarde que estábamos grabando en el centro de Buenos Aires y se acercó. Ahí grabamos. La verdad es que es un tierno: tiene esa gola entre dolor y locura, entre rock y locura, que lo caracteriza. Yo escuchaba en esa canción su voz y la verdad que súper lúcido, haciendo comentarios sobre el videoclip, sobre si nos gustaría hacerlo en el mar o en el bosque...
Yo filmo mucho, también, ahora estoy filmando más que grabando, muy enganchado con la imagen. Pero volviendo a Pity, uno pensaría que “uhhh, está re quemado, limado”, y en realidad lo lleva con mucha naturalidad, no te das cuenta. Uno cuando piensa en un reventado o un limado piensa en alguien que no razona,
-¿Decís que hay todo un prejuicio sobre él?
-Yo creo que sí, creo que hay bastante prejuicio, más allá de la realidad de su tema, el de las adicciones, que lo ha hecho público. Puede ser que haya un prejuicio ahí. Lo ha habido con Charly también. Aunque viste que dicen que un loco cuando es rico es excéntrico, y cuando es pobre es loco...
-Ahora estás en Chile, y este año se cumplen 50 años de la muerte de Violeta Parra y 100 de su nacimiento. Es una de tus influencias más hondas, ¿no?
-Sí, totalmente. Mi vieja me dio muchísima música de este lado de la cordillera también. Sobre todo Violeta, Víctor Jara, y Los Jaivas a posteriori. Mi vieja me canturreaba. Ella rasgueaba con dificultad la guitarra, pero cantaba muy a lo Joan Baez, con voz aguda. Me acuerdo que me cantaba canciones como “El albertío”. Gracias por el dato, por ahí puedo hacer una versión esta noche...
-Volviendo a tus referentes: en tu disco "Bi" las únicas canciones que tomaste prestadas fueron una de Bowie y otra de Cohen. El año pasado murieron ambos, ¿te pegó fuerte?
-Mirá, la verdad que lo tomé con bastante naturalidad. Se dio la casualidad que al tiempo fallecieron ambos. Bowie un poco temprano... (piensa) No, ambos demasiado temprano, porque son gente que no debería morir nunca, pero dejan tanta obra que uno no percibe su muerte.
-¿No?
-Es un poco extraño, como pasó con Spinetta. Son pérdidas ambiguas, porque han dado tanto, y salvo quienes los hayan conocido personalmente, que obviamente lamentan su pérdida carnal, después han dejado mucho. Para mí son influencias ineludibles. Más allá del chiste que siempre hago, de que hago música “desgenerada”, porque me gusta la música toda, siempre me gusta decir que soy un artista permeable.
-¿En qué sentido?
-Tenés la responsabilidad de ponerle luego tu impronta, tu sello, tu personalidad a esas influencias. Lo que pasa en el caso de mi generación es que disfrutamos mucho de la generación “contra”, de los que fueron rebeldes: Bowie, Cohen, Dylan, Charly o Caetano Veloso.
Somos hijos de padres rebeldes, y siempre tuvimos, los que nacimos en el sesenta y pico o los sesenta, ese desafío de que si nuestros padres fueron rebeldes y nosotros nos rebelásemos, seríamos conservadores, ¿no? Si vos sos rebelde, y vas contra rebeldes, te convertís en conservador, te convertís en Donald Trump.
El desafío es justamente apreciarlos, fagocitarlos también, convertirlos en otra cosa. Por eso hice una versión tanguera de “Everybody knows” (Cohen) y una versión country, parsimoniosa, del “Modern love” (Bowie). Ambos para mí siguen estando.
-Me acabás de nombrar a Trump...
-Jeje, bueeeno, yo que soy medio gringo, que tuve una infancia yanqui hasta los 11, tengo una parte de aprecio a esa cultura, a su música, pero creo que lo que pasa es que Estados Unidos es un país que está enfermo de ego, y el ego es contra lo que tenemos que combatir.
Uno piensa mucho en el fenómeno Trump de un modo más sociológico, pero pienso también que él es un tipo que representa el ego, y vivimos en una época donde el ego es todo: en las redes subís lo bien que te va, le mostrás a todo el mundo lo bien que la pasás, lo exitoso que sos, en Instagram, Twitter, Facebook, etcétera. Entonces, claro, aparecen los grandes egos. Y más allá de la ideología, de derecha y conservadora. Eso por un lado.
Creo también que Estados Unidos es un país al que le gusta mucho el entretenimiento, y ha perdido la distinción, entonces lo patético también llega a entretener. Este señor, por ejemplo, se burla de sus adversarios frente a todos. Ya pasa a ser algo divertido, y eso en Estados Unidos (y el mundo) es un peligro: se cree que lo que entretiene es bueno.
-¿Cómo ves el futuro, entonces?
-Y... todo va a estar peor, todo lo contrario a una canción optimista.
-¿Podría decirse que hoy, más que nunca, es "Sur o no sur"?
-Sí, fue “sur” definitivamente el dilema, con todas sus dificultades y todos sus avatares. Sí, sí, no me arrepiento para nada. Yo ya percibía eso cuando me volví, en el ‘99 o dos mil.
Fijate que vuelvo en la época loquísima, cuando la Argentina iba a estar mejor con la Alianza, se terminaba la fiesta y llegó la debacle, la herencia. Pero a la vez caían las Torres Gemelas allá. Yo recuerdo sentir alivio de estar acá, de la locura esa. Vivía en Manhattan además, imaginate.
-Cambiando a un tema no muy agradable: respecto a la hipoacusia que te diagnosticaron, ¿tenemos que preocuparnos?
-Nooo, no, es una cosa moderada. Escucho menos los agudos, no es más que eso. No es algo progresivo, es algo que quedó así seguramente por escuchar música fuerte durante una época importante de la juventud; aunque la verdad no recuerdo haber escuchado música demasiado fuerte en casa ni nada, salvo en los boliches, a los 20 y pico. Pero no es más grave que eso, el oído absoluto lo tengo, por suerte: tocás una copa y yo sé qué nota es. Eso no se ha perdido.
-¡Como Charly!
-Sí, los chicos de The Nada siempre se maravillan conmigo, soy como un acto circense.
-¿Suspendiste los auriculares?
-No, solo me recomendó que no use los in-ear, para no tener metido en el oído tanto sonido junto: está mejor que venga acompañado con aire, digamos (risa). Disfruto la vida como cualquier hijo de vecino. Pero bueno, la música contiene todo, todo. Uno la ama porque contiene llanto, risa, y ahí vamos a estar disfrutando con ustedes el sábado.
La ficha
Vendimia de Luján de Cuyo y Feriagro
En el predio de Quintana y Acceso Sur (Luján de Cuyo). Entrada: $100.
Hoy: Escenario mayor, desde las 20: Previa de la Vendimia Departamental con juegos y bandas de covers en vivo. Vendimia "Celebración Malbec" con la participación de Hernán Piquín. Elección y coronación de las reinas, más fuegos artificiales. Kevin Johansen + The Nada.
Mañana: Escenario mayor, desde las 21: actúan Sangre Nueva, Jorge Marziali, Paula Neder y Sebastián Garay, La Huella, Rodrigo Galdeano con todos sus personajes (humor), Los Nocheros.
Escenario joven, desde las 21.30: Cien Pies, Yuls, Matías Zambroni. A las 22: Espectáculo ecuestre “Luján al mundo,” con la participación especial del espectáculo de danza y música Toro centenario.