¿Cómo se dio el reencuentro?
- Juan Carlos Baglietto: Decidimos juntarnos en un número limitado de conciertos como un evento especial, extraordinario en nuestras carreras. No fue justamente porque se dieran los 25 años, de eso nos dimos cuenta después. ¿Porqué ahora?, no lo sé: uno en la vida genera procesos, uno necesita procesar las cosas, algunos menos tiempo otros más. A nosotros nos llevó 25 años... (risas).
- Silvina Garré: También hay que coincidir en las ganas, en la disponibilidad, y el tiempo real para hacerlo, y coincidió ahora...
- ¿Cómo se dio el reencuentro con aquel pasado?
- J.C.B.: Hemos vuelto con una mirada totalmente distinta. No lo tomamos como una reivindicación del pasado, tampoco como un hecho rememorativo, lo que quisimos es traer el pasado al presente.
- S.G.: Incorporarlo a esto que somos ahora, con todo lo que hemos hecho en todos estos años. Es un show muy alegre. No es un show nostálgico ni triste, cuando uno ve al público luego del show, lo que prima es la alegría.
- J.C.B.: Este show tiene un repertorio que no son sólo aquellas canciones de los ochenta, que sí están, por supuesto, primero porque el público no nos perdonaría que no estuvieran, y por otro porque nosotros también hemos hecho un proceso de reconciliación con las obras que hemos interpretado hace treinta años.
- S.G.: Seguimos considerándolas canciones bellas y buenas y fue muy rápido el armado del repertorio.
- J.C.B.: Litto Nebia, con quien nos vimos más frecuentemente, me contó que tuvo que hacer un proceso de muchos años para volver a tocar "La Balsa" sin sentirlo como una carga. Se necesita perspectiva. Dicen que de lejos se ve más claro...
- S.G.: ¡Eso es una canción!
- J.C.B.: "Que no es igual quien anda y quien camina...", Serrat...
- S.G.: "Tu olor a tomillo y cocina...", "Soneto a mamá"... Pero más allá de la perspectiva, el tema tiene que ser bueno. Y en lo personal estoy muy agradecida a ciertas canciones, porque me han dado muchas cosas, por eso les tengo cariño y me gusta cantarlas.
- ¿Cómo era ese caldo de cultivo creativo que dio origen a la llamada Trova Rosarina?
- S.G.: Más que un caldo... Era polenta... (risas).
- J.C.B.: "El agua del mate"...: ¿qué tiene Rosario?, decíamos, "el agua del mate"... (risas). Creo que lo que sucedía en aquel momento es casi la misma mezcolanza que siguió siendo después. Por lo menos en mi caso, esa mezcla de toda la información que mamábamos y que todavía hoy nos acompaña. Y creo que como gente del interior -aunque no necesariamente la gente del interior sea siempre más inocente-, pero nosotros lo éramos y escuchábamos muy desprolijamente todo lo que nos llegaba.
No teníamos una visión sesgada, escuchábamos desde Beatles, a Led Zeppelin, como también Almendra, Manal, Los Gatos y al Cuchi Leguizamón o, como en mi caso a través de mi viejo, a Goyeneche. No había una escucha prejuiciosa. Y todo estaba cerca, porque en Rosario el folclore estaba cerca de la gente que hacía rock, cuando tal vez en Buenos Aires está todo más sectorisado.
- S.G.: En Rosario ibas a un bar y estaban los músicos de jazz y los de floclore, todos mezclados. Y el entusiasmo... Recuerdo que al no estar en Buenos Aires esperábamos con ansiedad la salida de cada disco nuevo, era una ceremonia, salía el nuevo disco de tal y nos juntábamos a escucharlo. Lo que se llamó la Trova Rosarina surgió de esa música muy diversa, en donde cada uno tenía sus gustos o preferencias, a uno le podía gustar más el floclore y a otro el rock, pero sin que interfirieran. Eso generó un estilo.
- ¿Se trataba de una fusión consciente?
- J.C.B.: No, no éramos conscientes de casi nada. Ni de lo que sucedió con nosotros después. Por eso, de nuevo rescato la perspectiva. Realmente la cosa cobra dimensión a la distancia. En aquel momento, hasta generaba un poco de pudor pensar que uno podía estar haciendo algo trascendente para la música popular argentina...
- S.G.: ¡Por suerte! Te imaginás si nos la hubiéramos creído...
- Sobre todo pensando la brusca masividad que se dio por la prohibición de la difusión de música extranjera en la época de Malvinas...
- J.C.B.: Seguramente tuvo que ver, pero eso dio a conocer algo que ya existía.
- S.G.: Permitió que se acelerara un proceso, pero fue una de las tantas cosas que intervino en el fenómeno.
- J.C.B.: Recuerdo que fue apabullante. La verdad que nos asustaba también. No somos de un pueblo chico y sin embargo Buenos Aires te acobardaba un poco. En la primera época yo quería pertenecer al medio y no siempre nos fue del todo amable. Recuerdo que noté la diferencia cuando volvimos después del primer Obras que hicimos a tocar en Rosario, fuimos al teatro El Círculo, a cuatro cuadras de donde habíamos tocado tres meses antes y a donde nos habían ido a ver unas cincuenta personas, y lo llenamos cuatro veces, eso me desorientó un poco, porque nosotros eramos los mismos, la música era la misma...
- ¿Qué es lo que se puede o conviene traer de aquella época a nuestros días?
J.C.B.: El cerebro tamiza y trae al presente en general las cosas buenas... Por lo menos es lo que me pasa a mí, cuando me acuerdo de los amigos de la cuadra y del barrio, "qué lindo..." digo y al mismo tiempo muchos eran unos delincuentes tremendos. Es la memoria selectiva que tenemos...
- S.G.: A mí, sobre todo en cuanto al recuerdo, lo que me gusta es ver las cosas que se pudieron mantener: la pasión, el entusiasmo. Veo el mismo entusiasmo que en esos años, incluso un entusiasmo con menos miedo, con menos inseguridad. La garra, la pasión para cantar, eso está. Entonces se han sumado a la experiencia un montón de cosas sin que se perdiera eso, y creo que es algo muy valioso, y que podemos transmitir. Además de que hemos armado un espectáculo al que considero más lindo que el anterior, el del '89. Por el repertorio, los arreglos, la banda, por ejemplo éste es realmente un espectáculo a dúo.
- J.C.B.: Sí, en el anterior se daba una suerte de superposición de solistas, este fue concebido realmente como un show a dúo.
- ¿Cómo se actualizó el repertorio?
- J.C.B.: Diría que en el proceso de actualización hicimos algo mucho menos pretencioso. Si bien tiene algo elegante, desde los arreglos, estos se han simplificado. Se ha descomplejizado la experiencia auditiva. Aunque pueda ser más complicada de ejecutar de lo que hacíamos hace treinta años, suena mucho más natural.
- S.G.: ¿Sabés por qué suena así? Porque los arreglos son más apropiados al tipo de canción, a su composición, de lo que lo fueron antes.
- J.C.B.: Son arreglos de Guido Martínez.
- S.G.: La manera de actualizar un repertorio, empieza por ahí: con un buen director musical, joven, que escuchó otra música, y que aporta otros elementos, y también en la comunión y en el intercambio con los otros músicos... Se trata de la elección, como todo en la vida, si elegís buenas canciones, elegís un director musical que es un capo, si nosotros cantamos bien, no te puede salir feo... Eso sí, tenés que lograr reunir todo eso.
- J.C.B.: ¿Qué particularidad tiene este show? Que son buenas canciones, que están bien tocadas, están bien arregladas, y nosotros cantamos más o menos afinado... (risas).
- S.G.: Y nosotros cantamos mejor que antes, también. La experiencia tiene que ver con eso... Tantos años de cantar y conservamos esto de la comunión de las voces; en el primer ensayo, nos pusimos a cantar con una guitarra, como para arrancar, y la magia ya estaba ahí, hay algo ahí que se mantiene.
- ¿Con qué se va a encontrar el espectador mendocino?
- J.C.B.: Con un show del que disfrutamos mucho. Que tiene un trabajo de gestación muy de entrecasa y con una extraordinaria certeza de ejecución. Y como con la música se trabajó tanto y muy bien, pudimos desarrollar mucho la puesta: el show tiene 22 canciones y se hicieron 22 películas, una para cada una de ellas. Junto con las luces y el sonido, fue un trabajo en equipo que no siempre es fácil de lograr...
- S.G.: Se trabajó de entrada con una visión integral. Dando, creo, un espectáculo que tiene delicadeza y momentos muy sutiles musicales y visuales, y mucha poesía. Toda la poesía de los autores rosarinos... Y a diferencia del show que hicimos en Mendoza en el '89 en que estuvimos en un estadio, ahora vamos a estar en un lugar mucho más acorde.
- ¿Cómo fue el reciente reencuentro con el público?
- S.G.: Muy emocionante, la gente estuvo muy participativa. Nos llegaron muchos mensajes: "fui muy feliz", "había mucha alegría", eso se reiteraba mucho, y para mí es muy importante, porque para mí la música o el arte tiene que ser algo transformador, tiene que crear belleza y tiene que generar placer. Lo mismo pasó en el teatro Ópera en Buenos Aires y también en Córdoba, y espero que ahora suceda en Mendoza, que tiene uno de los públicos más lindos que hay.
Pero sobre todo se dio algo que me parece especial: tuvimos en general críticas muy buenas, pero más allá de que se habló bien del espectáculo -que es algo siempre grato-, fueron todas críticas muy cariñosas, había cariño real...; no sólo una apreciación estética de tal o cual tema, sino como si compartieran con nosotros el festejo por la reunión.
La ficha
"Juntos", Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré
Día: Viernes 27 de junio.
Hora: A las 22.
Lugar: Auditorio Angel Bustel, Virgen del Carmen de Cuyo 611.
Entradas: Tarjeta Nevada y Maxi Mall Urbano.