Gran cierre para la Fiesta Nacional del teatro

En su último día, el encuentro más importante del teatro argentino ofrecerá cuatro funciones repartidas en el territorio de Mendoza, que lo recibió después de 14 años. Aquí ofrecemos un panorama completo de estos diez días, con comentarios de algunas de

Pasaron nueve días ya, y habrá todavía más por ver: la 32° Fiesta Nacional del Teatro se despide hoy de la provincia, que la volvió a recibir después de 14 años y, cuando se apaguen las luces, habrá sido un vendaval de estéticas teatrales novedosas y de buenas sorpresas sobre las tablas.

Es que sí, menos no podía esperarse de un evento que congregó a casi 40 de las mejores producciones del país (entre elencos independientes, oficiales e invitados); algunas con doble función, otras en departamentos alejados del Gran Mendoza.

Y pese a la dificultad para conseguir acreditaciones que tuvieron los medios locales (acudió prensa de todo el país y, comprensiblemente, muchas salas no pudieron absorberla), Estilo pudo estar en gran parte del encuentro, para el que se abrieron las principales salas de la provincia.

En lo que respecta a intercambios, discusiones y festejos, la FNT cumplió su objetivo; en relación a la calidad de las producciones, fue despareja. 

Es que, a grandes rasgos, pudimos ver (o corroborar) la desigualdad que se manifiesta siempre en estos encuentros de epíteto "federal": la que existe entre las provincias donde la actividad teatral es efervescente y diversa (CABA, Santa Fe, Córdoba, Mendoza) y aquellas donde hacer teatro es abrirse camino, hacerlo al andar, y no sin grandes cuotas de esfuerzo colectivo.

Y decir aquí que de un lado tuvimos en general producciones logradas y que del otro (siempre generalizando) los resultados no fueron tan buenos, sería recortar mal la realidad, que siempre es más compleja que una página de diario: un reduccionismo del hecho artístico, que sacaría de la lupa al gran engranaje que posibilita que un actor pueda subir a escena.

Un auténtico federalismo debería sostenerse en el tiempo, no solo con subsidios, sino también con más capacitaciones, más encuentros e intercambios entre regiones. Es por eso que nos limitamos solo a destacar algunas de las producciones que pudimos ver, no sin antes repasar cuáles son las actividades en el último día.

Un auténtico federalismo debería sostenerse en el tiempo, no solo con subsidios, sino también con más capacitaciones, más encuentros.

Y se cierra el telón...

Como todos los días, la actividad empezará a las 11 en el llamado Punto de Encuentro (que es la Secretaría de Cultura), donde se harán las devoluciones de las obras vistas durante ayer sábado. Allí, ya desde las 10, se podrán adquirir de forma anticipada las entradas para las tres funciones de hoy (de 10 a 13 y de 15.30 a 19, $70):

Primero, a las 17.30 en el Espacio Cultural Julio Le Parc, cobrarán vida las marionetas del elenco Pachango, que fue la obra mendocina que ganó en nuestra Fiesta Provincial. "Somos el recuerdo del mar que pasó" es una original adaptación de algunos mitos del secano que supo recopilar don Juan Draghi Lucero.

Después, a las 19 en el Teatro El Taller, se verá "Amar amando (o los ojos de la mosca)", que ya estuvo en la grilla ayer y que trae un grupo de Tucumán, con dirección y texto de César Romero. Según la descripción, "Amar amando..." es un "grito desesperado, melodramático y tragicómico", donde una madre tiene la extraña enfermedad de enfermar a quien ama.

Y, ya a las 21, acudiremos al cierre de la FNT, con "Perros de la belleza", que trae desde CABA el grupo La joven Guarrior. Aquí la dirección es de Juan Parodi, quien ya se llevó sus buenos aplausos en el marco de este festival como director invitado del grupo Humo Negro (Neuquén), que presentó "Quiero decir te amo".

Por otra parte, en Rivadavia, y como función extendida de la grilla oficial, se verá "Tus excesos y mi corazón atrapado en la noche", de Manuel García Urbani, obra que nos representó en la FNT el año pasado (a las 21, en el Teatro Encio Bianchi).

Repaso del primer día

El viernes 19 de mayo abrieron el festival dos elencos oficiales: por Mendoza, la Comedia Municipal Cristóbal Arnold, que presentó "120 kilos de jazz" en la plaza Independencia. Con esta obra nuestra provincia tuvo un notable inicio en este encuentro teatral. La obra, del prestigioso argentino que desarrolló su carrera en Bolivia, César Brie, se llama "120 kilos de jazz".

Aquí encontró una puesta trazada por Pablo Longo que, aunque hace pie en el clown desde una perspectiva ya probada largamente (en su teatralidad y sus riesgos técnicos), es tan prolija, calibrada y bien diseñada que acierta en el registro con el que busca seducir a su público. Mucho suman las actuaciones de Víctor Di Nasso, Matías González, Magda Lucero, Manuel Damia y Pablo Mestre. También los arreglos musicales, el vestuario de Claudio Dilello y el diseño escenográfico de Rodolfo Carmona, Maimará Bracamonte y Wally Sánchez.

"120 kilos...", antes que una obra teatral, fue un cuento que Brie escribió y luego llevó a los escenarios bajo su propia dirección. Cuenta la historia del Gordo Méndez, un enamorado del jazz, la comida y una chica que le quita el sueño. Será a través de su habilidad para imitar el sonido de las cuerdas del contrabajo, que intentará conquistar a la esquiva jovencita. Es un espectáculo ideal -por sus rasgos poéticos profundamente populares- para los objetivos que se propone un elenco oficial como la Comedia.

Sin embargo, el mayor desacierto de la programación de este festival fue la puesta invitada (seleccionada y elegida para la inauguración ese mismo viernes), “Eran 5 hermanos y ella no era muy santa”, que vino de la mano de la prestigiosa Comedia Cordobesa. Es que con los antecedentes de esta compañía teatral, y los del director del espectáculo David Piccotto (sabemos de la poderosa puesta que hizo sobre "Las tres hermanas", de Anton Chéjov), esperábamos una obra interesante.

Sin embargo, lo que conceptualmente fue un muy buen recurso (instalar a los actores como si fuesen cantantes de un show de cuarteto para ir narrando las instancias de la trama), terminó por convertirse en el tropiezo de base del planteo escénico. La poética de este espectáculo, con dramaturgia de Miguel Iriarte (un autor muy popular y querido por el público en Córdoba), se jugó a una versión en la que esa idea del show cuartetero fue el motor total de la puesta. El problema es que la descripción, en lugar de la acción, de los actores operó como un elemento homogeneizador de los climas, los ritmos y las atmósferas del espectáculo. Así las cosas, la narración dramática perdió sustancia y el juego escénico su total interés.

Volver a Madryn

Otra función notable fue la de la cordobesa "Volver a Madryn". La obra abordó, en clave de thriller y con recursos narrativos interesantes en el tratamiento temporal y espacial, la historia de un robo que perpetran tres personajes particularísimos. Los aciertos de la puesta fueron varios y contundentes: las múltiples formas en que la luz diseña, describe, dibuja y traza los ritmos dramáticos y dramatúrgicos de la trama, la puntuación de las interpretaciones (eficaces son los actores Ale Orlando, Ignacio Tamagno y Hernán Sevilla) y la diagramación del tiempo y espacio escénicos. La sincronización y el montaje de las escenas (con fuertes influencias del lenguaje cinematográfico) constituyeron otro de los logros del espectáculo dirigido por Rodrigo Cuesta.

Usted está siendo interpretado, por Luis María Carnicetti

Esta puesta que llegó desde el conurbano sur de Buenos Aires es desopilante. Es que la obra, dirigida por Santos Gabriel Raso, e interpretada con solvencia por Leandro Menéndez, es una mirada ácida al extremo, brutal y delirante sobre los contenidos que la televisión (y sus ediciones noticiosas) ofrecen cada noche a los espectadores argentinos. El dispositivo escénico, y su faena dramatúrgica (tanto en la interpretación como en el texto), tienen una cuidada idea de emparentarse con la ideas roñosas y desprolijas de, por ejemplo, Diego Capussotto. Menéndez se pone al hombro este unipersonal (solo Federico Meier lo acompaña con la música en vivo) para encarnar a un "nadie" que juega, en los márgenes de lo que parece un galpón de objetos en desuso, a presentador de noticias televisivas y sus respectivos invitados (un economista, un rugbier, etc.). La eficaz tarea del actor, su contexto, y el guión (que no decae en la intención de ridiculizar al extremo a las noticias y sus protagonistas, con una comprensión absoluta sobre los vicios del telespectáculo) terminan configurando una crítica guarra y brutal sobre los medios y lo que nos cuentan.

A las 17.30 en el Espacio Cultural Julio Le Parc, cobrarán vida las marionetas del elenco Pachango, que fue la obra mendocina que ganó en nuestra Fiesta Provincial.

Mujer en la ventana con perfume de ayer y el alma prendida con alfileres

En el Teatro Cajamarca pudimos ver también esta obra, producción de El piso de arriba, grupo proveniente de Río Negro. En este unipersonal, Emilse Giardili pone cuerpo a una mujer argentina emigrada a España, que nos invita a un cuarto misterioso, donde ella hospeda a cambio de botones. Los momentos oníricos del relato cobrarán sentido al final, cuando sepamos quién es ella, qué hace allí y quiénes son los que la acompañan. Temas como la infancia, la familia, su oficio de costurera y la cuestión de los inmigrantes van tejiendo estos 75 minutos, cuya dirección estuvo a cargo de Javier Santanera.

Si bien desde el principio la experiencia atrapa, con una actriz que recibe al público interactuando con él como si fuera su huésped y hasta indicándole dónde ubicarse, a medida que avanza la obra empezamos a notar ciertas inconsistencias: amaneramientos en la actuación, pasajes que pretenden comicidad y caen en el lugar común, uso excesivo (y gratuito) de los elementos en escena: botones, telas, vestidos y arena desparramados por el suelo, por ejemplo.

Pero tuvo también sus méritos: buen ritmo, un texto ingenioso que incorpora el personaje de una abuela, instructivos del oficio y varios tiempos y espacios; y la creación de diversos climas también, a través de las luces (Pablo Donato) y la música (editada por Jorge Enei), donde escuchamos canciones como “Hilo y dedal” de Ana Prada y Queyi, algo que termina confirmando también cierto "anapradismo" que ya anticipaba el título: un universo femenino hondo, y en el fondo doliente.

La editorial se renueva

El sello editorial del Instituto Nacional del Teatro también trajo novedades a la fiesta y presentó un rediseño de todos sus productos impresos: Cuadernos de Picadero, la revista Picadero y las colecciones de libros que se publican -con distribución gratuita- para dar cuenta del quehacer teatral argentino en todos sus aspectos.

En este caso el libro que se presentó fue el que componen las obras ganadoras del último certamen de dramaturgia que lanzó la institución. Con la presencia de su coordinador, el prestigioso periodista Carlos Pacheco (fundador de la revista La Maga entre otras grandes hazañas mediáticas) y dos de los autores que integran la antología (Mariano Tenconi Blanco y Fabián Díaz) el INT dio inicio a una nueva etapa de este proyecto editorial propio que ha sabido reunir las investigaciones, poéticas y ensayos de múltiples creadores argentinos de todo el país.

El Taller y Tancredi, entre los premiados

También en el marco de este encuentro se realizó un reconocimiento a la trayectoria (como todos los años) de los actores, directores y dramaturgos argentinos que han dejado su huella y aportes en la identidad escénica del país. De nuestra provincia la directora destacada fue Lita Tancredi, por apostar con pasión y sin tregua a la formación de artistas, producciones y un espacio para el desarrollo del teatro local. Sin embargo la novedad este año fue que se creó un nuevo rubro: el premio a la Trayectoria Teatral Colectiva. Varios fueron los elencos, cooperativas artísticas de trabajo y proyectos populares que tuvieron su estatuilla (una escultura inédita del escultor Chalo Tulián, fallecido hace poco) y diploma como registro material de la nominación.

Entre los nombres surgió el del grupo El Taller que creó Ernesto Suárez y que hoy, como colectivo de trabajo, tiene su sala en la calle Granaderos de la Sexta Sección. El Taller fue reconocido no solo por los años de permanencia y persistencia sino también porque de su fragua creativa surgieron otras muchas poéticas y elencos que siguen enriqueciendo el frondoso panorama teatral mendocino.

Gurisa: argentinidad al palo

Toto Castiñeiras es uno de los exitosos del clown en la Argentina. De hecho, en este 2017, es el payaso estrella del nuevo espectáculo del Cirque du Soleil: "Séptimo día", basado en la música de Soda Stéreo.

Antes también hizo "Quidam" con el grupo canadiense. Pero sus ilustres pergaminos escénicos son mucho más interesantes que la participación en una compañía del mainstream circense: él es actor, director y artista plástico. Por eso es que "Gurisa", tal el nombre de la obra que nos trajo su compañía desde CABA, no toma entidad solamente por la trayectoria de quien la dirige sino que ha logrado vuelo propio gracias a los seis actores que la cargan en sus espaldas sobre la escena. El espectáculo, extraño -muy extraño- está sin embargo profundamente ligado a nosotros, a nuestra índole, a nuestras historias de la Pampa y el ombú; según la describe nuestra literatura.

Pero lo más interesante de "Gurisa" es el modo en que la acrobacia, los cuerpos, las marcaciones del texto en el espacio -a través de los cuerpos de los actores-, las tensiones, el diseño escénico en el que discurre el tiempo y el espacio de la acción, la iluminación (una belleza poética minimalista) y el vestuario se engarzan para contarnos esta suerte de épica o poema gauchesco que parodia al romance. Algo de Copi, algo de Batato Barea y también algo de esa tradición del circo y las carpas itinerantes de los hermanos Podestá y Florencio Parraviccini en esta inusual experiencia. Fue oportunidad de adentrarnos en un universo extraño en el que escudriñar con ironía sobre la 'argentinidad' y también sobre la 'fisicidad'…   al palo.

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