La escena ocurrió en Buenos Aires, en mayo de 2013. En pleno cepo cambiario y cuando era un parto hacer transferencias bancarias, una mamá inquieta por enviarle plata a su hijo -que estudiaba y vivía en Barcelona- se animó a seguir las indicaciones de su muchacho, que le pidió que contactara a una comunidad de jóvenes locales que comenzaba a realizar transacciones en una moneda digital desconocida en el país y que estaba haciendo furor en el mundo informático.
"¿Qué querés que compre?", preguntó ella. "Bitcoins", le contestó su hijo. "¿Y qué cosa es eso?".
La mujer no entendió mucho, pero igual se metió en las redes sociales y encontró a un desarrollador local de aplicaciones dispuesto a venderle en persona unas monedas que nunca había visto en su vida y que nunca iba a ver, porque técnicamente se trataba de un código digital.
El informático le aseguraba que, con ese código de unos 26 caracteres, entre cifras y letras, su hijo podría disponer del dinero al instante.
El estudiante sólo debía limitarse a recibir ese código, los bitcoins, en la billetera digital de su celular, vía mail, y luego cambiarlos por euros en una casa de cambio local (era Bitstamp, de Eslovenia, y cobraba sólo un 0,25% de comisión).
Finalmente, la mamá comprobó que lo que le decía su hijo no era ciencia ficción: la operación de cambio de pesos a bitcoins se concretó; su hijo al otro lado del Atlántico recibió los bitcoins inmediatamente en su celular y procedió a cambiarlos por euros, y en el proceso no hubo trámites engorrosos entre bancos, ni días de espera por la triangulación financiera bancaria, ni de costos ni esos tiempos adicionales que demandaba el cepo de entonces.
Un adicional sello porteño: comprar bitcoins en el país hace cuatro años resultaba más barato que en el resto del mundo, debido a que muchos argentinos avivados ingresaban bitcoins para sortear el cepo y no perderse el valor de cambio local al dólar blue.
"En aquel momento había sobreoferta de bitcoins, pero no muchos conocían la moneda o confiaban en ella como para comprarla", recuerda un desarrollador local que hoy gana el 100% de sus ingresos en bitcoins y prefiere el anonimato.
Pero lo más asombroso fue que ni el fisco ni los bancos se enteraron del proceso, que técnicamente no es ilegal, porque existe un vacío enorme en la legislación argentina y mundial para tratar a la nueva moneda.
El bitcoin es la primera moneda digital segura, nació en enero de 2009 al calor de la crisis financiera internacional y su aparición generó un revuelo internacional. Aquí la conocían sólo unos pocos, pero gracias al cepo, la Argentina era de los países de América Latina con mayor uso de la primera moneda encriptada del mundo, que no era emitida por ningún banco central y que garantizaba transacciones entre dos personas y sin bancos.
En pocos años logró una popularidad explosiva y es furor en China -tiene el 90% del volumen operado-, se usa muchísimo en Alemania, Países Bajos y Estados Unidos, es elegida por los venezolanos para saltar el sistema local. Y fue rápidamente adoptada por narcotraficantes y traficantes de personas indocumentadas.
Los hackers, que a la fecha no pudieron alterar esta tecnología, piden bitcoins a la hora de solicitar contraprestación por algún trabajo sucio, ya que una de las propiedades de esta moneda es que permite mantener la identidad a resguardo.
La seguridad en la transacción que otorga la innovación de la cadena de bloques (blockchain) y la naturaleza del sistema monetario que se creó con ella, fueron claves para el crecimiento exponencial.
Por un lado, el bitcoin tiene una demanda cada vez más popular y creciente en todo el mundo, y por el otro, presenta una oferta (emisión) finita y programada en el tiempo por su creador, escondido bajo el seudónimo japonés de Satoshi Sakamoto. Estas propiedades pueden hacerla "deflacionaria" en el tiempo, lo que aumenta las chances de que se convierta en reserva de valor.
En la Argentina hay varios comercios anotados en mapas virtuales que aceptan bitcoins: desde quioscos, cafés y hoteles hasta profesores particulares y vendedores de verdura orgánica a domicilio. Pero, en volumen, "no se usa tanto para comercio, quizá más los turistas preguntan dónde se pueden utilizar, pero el grueso de los bitcoins se usan para atesoramiento o para las transferencias", admiten quienes conocen el paño.
A principios de 2011, un bitcoin valía menos de un dólar, y hoy supera los 1.000 dólares, casi el valor de una onza de oro (1.222 dólares).
"Hay emitidos unos 16.200 millones de bitcoins en el mundo, que es casi el 75% de lo que permite el protocolo del programa que inventó Sakamoto y, al ritmo vigente, se estima que en 2140 estén emitidos todas los bitcoins", explica el analista financiero Carlos Maslatón, quien destaca las cualidades del bitcoin como "sistema monetario".
Bitcoin no es solo eso, sino que tiene toda una ideología por detrás, acorde con principios libertarios: los pioneros fueron los cyberpunks, un movimiento de informáticos anarcocapitalistas de los '90 (del que surgió la cabeza de Wikileaks, Julian Assange) que ayudaron a su proliferación.
Hoy hay personas que tienen ingresos, intercambian y ahorran en bitcoins. Casas de cambio, desarrolladores y toda una industria informática están detrás de esta tecnología, para aplicarla no sólo al sistema monetario sino a otras disciplinas.
Con esto, no intenta inferirse que el bitcoin desplazará al dólar y a las otras monedas fuertes, pero sí puede decirse que ya tiene un peso creciente como moneda alternativa y como reserva de valor.
“Los bitcoins (u otro tipo de moneda digital) serán la moneda standard para todo tipo de pagos digitales en un par de años. Es la decantación lógica de la creciente digitalización del dinero y las transacciones monetarias, un proceso que comenzó décadas atrás, y sin dudas tiene muchos puntos en común con los orígenes de internet”, presagia Sebastián Serrano, cofundador de Ripio, otra firma que ofrece billetera electrónica de bitcoins y ya captó 60.000 usuarios de Argentina y Brasil.
Tras la aparición del bitcoin comenzaron a proliferar monedas digitales que usan cadena de bloques. Ya hay contabilizadas unas 600 “altcoins”, pero ninguna llegó a tener el volumen de la primera, que representa más de 80% del mercado de ese tipo de monedas “invisibles”.
China, por su parte, anunció que lanzará su propia criptomoneda del yuan, pero los fanáticos del bitcoin sostienen que esta iniciativa no representa una amenaza. Lo resume Matías García, uno de los desarrolladores de la aplicación-billetera de bitcoins Copay y director para Argentina de Bitpay.
“Si bien será beneficioso para la moneda china o de algún otro país querer convertirse a una criptomoneda -señala-, la misma seguirá siendo centralizada, con una emisión que seguirá controlada por el gobierno, en base a las necesidades de financiamiento o de sus economías”.
Cómo se usa
Se obtiene bajando al celular una aplicación de billetera electrónica. Las primeras que surgieron eran rudimentarias y difíciles de utilizar para los “no informáticos”. Pero, ahora, desarrolladores locales e internacionales ofrecen billeteras más fáciles de usar: Ripio, Copay, Bitpay, Xapo, Blockchain.info, SatoshiTango.
Su tecnología de blockchain permite reducir drásticamente la cantidad de intermediarios y los costos de transacción en procesos.
El sistema de creación del bitcoin es descentralizado, nadie puede controlar la emisión, que ya está programada por el protocolo de Bitcoin, cuyo código es abierto al mundo.
Quienes se dedican a crear bitcoins y a sostener el funcionamiento del sistema se denominan “mineros”, y están distribuidos en todo el mundo.
El sistema de cadena de bloques se protege a sí mismo. Los “mineros” y los nodos repartidos en todo el mundo confirman simultáneamente la realización de una transacción y la registran en un orden secuencial, en bloques. Por eso, si un hacker quiere violar la red, salta en el sistema de las demás computadoras y la cadena de bloques no permite el registro de esa transacción irregular.
Los “mineros” reciben una compensación en bitcoins y cobran una comisión en bitcoins, por sostener el sistema y crear los bitcoins. El proceso evolucionó tanto que hoy hace falta mucha capacidad de software y hardware para crear monedas, por lo que la tarea quedó reducida a expertos en informática y a corporaciones gigantes mundiales.
A nivel técnico, con bitcoins se intercambian registros digitales protegidos, que quedan en una megabase de datos pública y sostenida por todo el sistema de “mineros”. Esa base pública no contiene la identidad ni los datos personales de quien lo hace. Esta cualidad provocó la atención del narcotráfico, los hackers, los penitenciarios y del tráfico ilegal de todo tipo, que comenzaron a utilizar esta moneda.
¿Es legal en Argentina?
La Argentina viene en el furgón de cola. “No es una moneda de curso legal”, es la postura del BCRA. La UIF acompaña con una normativa (la 300) sobre sujetos obligados a informar el origen del dinero.
Tanto la AFIP como el Banco Central y la UIF, que fueron consultados para esta investigación, contestaron que “por ahora no hay nada” en materia de regulación.
En términos impositivos, los contadores lo computan como “bien intangible” y aclaran que no está prohibido.
Los “exchangers” autorizados en la city porteña son contados con los dedos de una mano y se ofenden cuando se busca rotularlos como “casas de cambio”. Por el contrario, sostienen que son “firmas fintech” que se dedican “a la compra y venta de activos digitales”, además de proveer distintos servicios electrónicos.
En breve, la firma EasyBit, que tiene más de 50 cajeros automáticos de bitcoins en el mundo, instalará dos en la Argentina, ambos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Uno junto a la Fundación Bitcoin Argentina, en Marcelo T. de Alvear, y el restante en el barrio de Saavedra.
La revolución financiera
El bitcoin es un dolor de cabeza para los gobiernos, ya que amenaza el funcionamiento actual de las economías del mundo con la intervención de los Bancos Centrales y su potestad para crear dinero, tal como lo conocemos hoy.
Más allá de todo, sin dudas estamos frente a un cambio de paradigma que los expertos ven comparable a la revolución social y económica que provocó la creación de internet, con el envío del primer mensaje persona a persona.
Télam
Bancos en alerta roja
El secreto del éxito del bitcoin, la moneda digital creada por un desconocido, tiene que ver con la utilización del sistema cadena de bloques (blockchain), una tecnología que presagia un cambio de paradigma en los sistemas socioeconómicos.
Cada transacción se registra secuencialmente en un gran libro contable digital, que está al alcance de todos y de manera instantánea en cualquier parte del mundo, y es protegida por un sistema descentralizado que actúa por el consenso de quienes velan por ese mismo sistema.
Estas cualidades le otorgan un poder enorme a la tecnología blockchain, capaz, por ejemplo, de barrer con el clásico sistema contable vigente de doble entrada (acreedor-deudor) que inventó el italiano Luca Pacioli hace más de 500 años, para dar paso a otro de triple entrada, con verificación instantánea y comprobada.
Los expertos en el tema especulan con que a futuro reducirá drásticamente el número de empleos en general, pero particularmente en el sector financiero y en el Estado. El banco de Abu Dabi de los Emiratos Árabes anunció la semana pasada que utilizará esa tecnología para sus transferencias.
En la Argentina los bancos vienen tomando nota de lo que ofrece blockchain, pero los ensayos por el momento están siendo utilizados para cuestiones notariales y de certificación de firmas. Claramente, no quieren saber nada de bitcoins, ya que ven a la criptomoneda como un competidor al sistema bancario y, por el contrario, promueven sus billeteras digitales del sistema financiero tradicional.
Es que el bitcoin permite realizar transacciones de manera segura e irreversible, persona a persona, sin necesidad de intermediarios como, por ejemplo, los bancos.
Al margen del uso del bitcoin como moneda o medio de pago, el cambio “disruptivo” que proporcionó esta tecnología obligó a prestarle atención y a ir virando las posturas oficiales. Hay ya una amplia aceptación de la tecnología blockchain, que puede usarse en otras áreas para agilizar procesos y bajar los costos de transacciones y la cantidad de intermediarios implícitos, como bancos, contadores, escribanos y abogados.
Hace poco, Christine Lagarde, titular del FMI, reconoció que la tecnología blockchain y las criptomonedas tienen un “rol importante” en el envío de remesas a países menos desarrollados.
La Reserva Federal de los Estados Unidos, por su parte, emitió un comunicado en el que pondera las cualidades del blockchain y trata de calmar a los bancos: “La tecnología blockchain tiene la capacidad de crear nuevas formas de almacenamiento, grabación y transmisión de activos digitales”, dice.
Luego señalan: “Muchos modelos pueden alterar o eliminar algunos roles de los intermediarios actuales en pagos, compensación y liquidación, pero no necesariamente eliminan la necesidad de coordinación o centralización de ciertas funciones por intermediarios de confianza”.
Télam
Bodega de Mendoza los usa
Mike Barrow (47) es productor de vinos orgánicos en Mendoza. Oriundo de Tucson, Arizona. Se instaló en la provincia cuyana en 1991 y fundó Costaflores Finca Orgánica. Su pasión por el vino y por la informática lo llevaron a unir conceptos -el tradicional del vino mendocino con la tecnología de punta- y hoy no sólo acepta bitcoins sino que está en proceso de crear su propia criptomoneda.
Costaflores produce alrededor de 15.000 botellas al año de vinos orgánicos rotulados como MTB (Mike Tango Bravo). Vende en la Argentina y exporta a la India, Canadá, Congo-Brazzaville y España.
Barrow acepta bitcoins como pago por los vinos, pero va más allá a la hora de explicar cómo funciona la venta de sus botellas MTB: “Desarrollamos al máximo el concepto de transparencia, trazabilidad y open-source en la empresa, la viticultura y en la forma de hacer los vinos”.
Por ello, explica, “el bitcoin es una extensión natural a eso, porque nos permite intercambiar valores por el vino de forma segura y abierta, sin intermediarios entre nosotros y el consumidor o distribuidor”.
Agrega que “hace un año que estoy elaborando un proyecto para incorporar al negocio la tecnología del bitcoin (blockchain, la cadena de bloques), y vamos a lanzar una nueva criptomoneda respaldada en vino”, culmina el productor.
Télam