Casa, comida y servicios básicos para inmigrantes recién llegados

La Casa del Migrante ofrece un hogar destinado sobre todo a los extranjeros en situación de vulnerabilidad. Está en Dorrego y lo gestionan los scalabrinianos.

Casa, comida y servicios básicos para inmigrantes recién llegados
Casa, comida y servicios básicos para inmigrantes recién llegados

Cuando el Hogar de Tránsito “Padre Tarcisio Rubín” abrió sus puertas hace 21 años, coincidió con una época en la que se registró una importante inmigración peruana. De ahí que todavía se lo conozca en el entorno como el “hogar de los peruanos”, aunque hoy contiene a personas que llegan de diversos países y, en menor medida, de otras provincias.

En este sitio se los asiste durante un tiempo hasta que pueden insertarse social y laboralmente. Como se encuentra a pocas cuadras de la terminal de ómnibus, quieren reactivar el nexo con este sitio de arribo.

El también denominado Casa del Migrante es un espacio administrado por la congregación de los hermanos scalabrinianos, que ofrece albergue por un tiempo a quienes llegan a la provincia y no tienen un sitio donde quedarse, ni posibilidades de pagar un alquiler o una pensión. El responsable, padre Francisco Bernardi, detalla que tienen una capacidad de 70 camas, dividida en un sector para mujeres y otro para hombres, y que se realiza un abordaje integral de los alojados.

En un primer momento se atienden las necesidades básicas, es decir alojamiento, comida -que aporta la Pastoral Migratoria- y ropa (gracias a las donaciones que se reciben en Cáritas). Asimismo, se brindan al inmigrante herramientas para la inserción cultural en la provincia: se le explica desde cierta terminología local hasta cómo usar la Red Bus y se le dan indicaciones para que pueda llegar a oficinas u organizaciones que pueden resultarle útiles.

Pero además, comenta el padre Bernardi, cuentan con un grupo de profesionales voluntarios que acompañan la labor del hogar. Médicos y enfermeras intervienen cuando la persona llega con algún problema de salud, además de derivarla a un hospital público si es necesario. Abogados la asesoran sobre trámites -y como se trabaja en red con otras casas de inmigrantes de scalabrinianos en América Latina, es más sencillo conseguir documentación en los países de origen- y también si enfrenta problemas legales o laborales.

Cuando el tiempo que está albergado el migrante se extiende, docentes lo ayudan con algunas clases si tiene muy poca escolarización, y se le recomienda que asista a un centro de capacitación técnica que funciona frente al hogar cuando es conveniente que aprenda un oficio. Por otra parte, tienen una especie de bolsa laboral y como el lugar ya es conocido, hay empresas o particulares que acuden en busca de personas para contratar.

Rosa Vargas (53) vino desde Perú en 2011 a visitar parientes en Mendoza y se quedó en la provincia. Mientras lava su ropa, la mujer cuenta que se dedica a cuidar adultos mayores pero, cuando la salud de la persona desmejora y la familia se ve obligada a internarlo o fallece, y ella pierde el trabajo, se va a la Casa del Migrante hasta conseguir uno nuevo. Con una sonrisa, señala que ahí está bajo techo y que es un sitio agradable, aunque cada uno sigue su propia rutina porque cada país tiene su propia cultura.

El padre Bernardi explicó que la mayoría de los inmigrantes proviene en partes iguales de Perú, Bolivia, Chile y Colombia. Si bien en un principio predominaban los peruanos, ahora han empezado a llegar muchos colombianos, sobre todo mujeres que dejan a sus hijos a cargo de familiares y vienen a buscar un mejor sustento. También manifestó que suelen producirse corrientes migratorias de una misma región o incluso pueblo y que esto se debe a que es común que quien emigra trate de enviar buenas noticias a los suyos y no diga cómo es su verdadera situación. Entonces, otros lo siguen ilusionados con la posibilidad de un buen pasar.

Pero el espacio que lleva el nombre del padre Tarcisio Rubín -en honor al misionero scalabriniano que se convirtió él mismo en migrante para acompañarlos-, es un ámbito temporario. Bernardi resalta que quienes llegan quieren ayudar a sus familias y aspiran a algo mejor, por lo que tratan de encontrar trabajo lo antes posible y suelen irse pronto a vivir a otro lugar.

Como el hogar se encuentra en la calle Joaquín V. González 450 (Dorrego), apenas a siete cuadras de la terminal, tienen planeado volver a coordinar la labor con quienes trabajan en la estación de ómnibus, como ocurría en el pasado. Esto, indicó Bernardi, para evitar que una persona -sobre todo cuando se trata de una mujer- llegue a Mendoza después de 15 días o hasta un mes de viaje, a veces de madrugada, y no sepa adónde ni a quién recurrir.

Dos décadas de labor social

El Hogar de Tránsito “Padre Tarcisio Rubín” se ubica en Joaquín V. González 450, Dorrego. Ofrece alojamiento; asistencia material, social y religiosa; orientación y ayuda al migrante con problemas; tramitación de documentos. Quienes deseen colaborar pueden llamar al 431 9632 o enviar un mail a mendoza@scalabrinianos.org.ar.

El lugar depende de la orden de los Scalabrinianos  -fundada por el beato Juan Bautista Scalabrini- y fue inaugurado el 5 de setiembre de 1993, en un terreno que compró la congregación con la finalidad de habilitar una casa para los migrantes que llegan -sobre todo- de Sudamérica.

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