Bolzano en primera persona por Alejandro Devalle

El mendocino nos guía por la ciudad y alrededores.

Lo que más le gusta de Bolzano: No necesitar un auto para moverse. La ciudad es bastante chica así que todos se mueven en bicicleta (con lluvia, con nieve, como sea). Aquí se va en bici al trabajo, a hacer las compras y a la noche también al bar.

Lo que menos le gusta de Bolzano: la gente es un poco cerrada y las pocas horas de sol en invierno.

Un ritual suyo en la ciudad: En verano, después del trabajo, pedalea 15 kilómetros por el bosque hasta llegar a un lago de montaña, Lago di Monticolo, nada un rato y vuelve a casa.

La mejor época para visitarlo: Todo el año; siempre hay actividades para disfrutar.

Una costumbre del lugar: Ir a tomar un aperitivo después del trabajo.

Alejandro recomienda

Caminatas por las montañas Dolomitas y aire libre. Hay senderos señalizados en todo el territorio. Allí se puede encontrar baitas (cabañas, restaurantes de montaña). Recomienda pararse a comer y disfrutar de estos increíbles paisajes.

¿Qué comer? Canederli di formaggio e speck, que es una bola de pan viejo hervida con pedacitos de queso y una especie de jamón crudo típico de la zona. Sabe que quizá no suene tentador pero es delicioso. Y también los schlutzkrapfen que son ravioles tiroleses con manteca derretida.

Los más aventureros pueden hacer una vía ferrata –son senderos de montaña muy comunes en esta región- que alternan entre caminar en la montaña y escalar en roca. Se trata de un cable de acero fijo en una pared de roca al que hay que sujetarse con un arnés que permite subir con seguridad, sin llegar a ser una escalada muy técnica.

Otra posibilidad son los senderos para mountain bike, que no sólo tienen la montaña como escenario sino también castillos medievales y viñas.

¡Un espectáculo! También los lagos donde se puede nadar en verano y patinar sobre hielo en invierno y    -por supuesto- el esquí. Es una zona perfecta para disfrutar del aire libre en todas las estaciones.

En el centro. No diría que Bolzano es una ciudad de museos aunque sí hay opciones atractivas. Por un lado, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, con una arquitectura interesante y, por otro, el Museo Arqueológico del Südtirol que tiene como protagonista a Ötzi, la momia humana más antigua que se ha encontrado.

Para hacer un stop recomiendo el bar Hopfen, una antigua cervecería tradicional en pleno centro histórico, que produce su birra en el subsuelo del bar. ¡Imperdible!

Bar Hopfen. Piazza delle Erbe 17, Bolzano.

Las afueras. Bolzano es la capital del Alto Adige y, desde acá, salen diferentes teleféricos hacia pueblitos en las montañas. Mucha gente que vive ahí los usa para acercarse a la ciudad a trabajar y a la vez son ideales para llegar a lugares que se encuentran casi perdidos en la altura.

Entre ellos sobresalen, por lo pintoresco, San Genesio, un altiplano donde es posible caminar entre las vacas que pastan libres y Renón, que tiene un tren que lleva a unas formaciones de tierra y piedra bastante curiosas.

Alejandro Devalle (38) es arquitecto y amante de los deportes al aire libre. En 2007 una oferta de trabajo fue la que lo llevó a Bolzano, una comuna al norte de Italia. Cambió la Cordillera de los Andes por las Dolomitas y el español por el italiano y el alemán -idiomas oficiales de la región de Alto Adige-.

Volvió a Mendoza y más tarde -en 2009- retornó a Bolzano. Su idea original era “disfrutar un poco más de Europa”. Quizá por la dolce vita italiana o quizá porque allí encontró “un paraíso para los deportes al aire libre”.

Lo cierto es que, sea por una razón o por la otra, desde entonces vive allí. A su trabajo como arquitecto se sumó también el negocio familiar -una bodega en Mendoza- a cuyo desarrollo ayuda en el mercado europeo.

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