Guido Sandleris saldrá a jugar mañana lunes en el mercado financiero con las cartas marcadas, sin capacidad de sorprender a los operadores, lo cual genera algunas dudas sobre la contundencia real de la nueva estrategia oficial para estabilizar el frente cambiario.
Si miramos lo ocurrido durante setiembre, cada vez que el Banco Central decidió intervenir para evitar que la devaluación se profundice, el mercado le sacó de las manos en promedio unos 165 millones de dólares, con picos de 385 millones.
A pesar de las ventas realizadas por la entonces gestión de Luis Caputo, el tipo de cambio subió 10% en el mes. Ahora, la entidad podrá vender sólo 150 millones de dólares por día. Al tope el mercado lo conoce de antemano y eso abre interrogantes.
Ese límite en el poder de fuego demuestra que la banda de cotización de 34 a 44 pesos no será rígida sino más bien elástica. En definitiva, no garantizará un tipo de cambio en una determinada zona al menos hasta que se acumulen varias ruedas de ventas de divisas.
Esto significa que la volatilidad no se esfumará en el arranque de la nueva política monetaria.
Al menos, no hay que esperar eso sino más bien que, en la suma de los días, el Central vaya inyectando liquidez para satisfacer la demanda de dólares en cuotas.
Una diferencia con la estrategia de Caputo es que el Central perdió cualquier capacidad de sorprender, algo que los principales Banco Centrales del mundo mantienen para no perder el control en la defensa de su moneda.
La otra diferencia es que a la nueva táctica la decidió el Fondo Monetario Internacional (FMI) en medio de la negociación para ampliar el crédito que blindó a la gestión Macri al menos hasta el 10 de diciembre de 2019. Esta fue la causa que le abrió la puerta de salida a Caputo.
La raíz del problema estuvo, está y estará al menos hasta abril -cuando arranque la cosecha- en que la demanda supera a la oferta privada de divisas. Además, a pesar una suba del 138% del dólar, la exportación industrial no da señales de recuperación.
Sin emisión monetaria
La estrategia, dijo Sandleris, viene en forma de paquete. Es que pondrá en marcha un virtual cepo contra la moneda nacional. Con aumento de encajes bancarios y sin emisión monetaria secará la plaza de pesos para evitar que los ahorristas e inversores dolaricen sus carteras.
Pero hay una cuestión a tener en cuenta: los argentinos tienen 1,12 billones de pesos en plazos fijos que, con excepción de los indexados, hoy rinden menos que la inflación. Con esto, será determinante que la nueva política monetaria muestre resultados lo más rápido posible para generar confianza en el peso.
Secar la plaza de pesos es una táctica feroz para la economía real. Con menos billetes en circulación y una inflación que anualizada hoy está en el 57%, no habrá otra reacción que la del derrumbe del consumo interno. Y en un escenario de estanflación aparecen los riesgos de que se acentúe la distorsión de precios.
Esto, claro está, fue una decisión política. En acuerdo o por imposición del FMI, el Gobierno priorizó estabilizar el tipo de cambio por sobre la actividad económica, a pesar del aumento de la desocupación, la pobreza y la caída del salario real.
El Gobierno espera con la nueva estrategia recuperar la paz hacia fin de año. Para los argentinos, en cambio, se vienen meses difíciles.