La falta de reconocimiento y valorización del carácter patrimonial de diversos bienes por parte del Estado determina su situación de vulnerabilidad frente a los proyectos inmobiliarios y comerciales privados.
Los terrenos ocupados por edificios históricos tienen muchas ventajas para el desarrollo de estos nuevos proyectos, entre las que destaca que se trata de terrenos de grandes dimensiones, con ubicación estratégica respecto a la cercanía al microcentro o zonas urbanas consolidadas y la presencia de infraestructura y servicios. A lo anterior se suma que muchas veces los edificios históricos denotan escaso mantenimiento y, por ende, presentan diversas patologías constructivas que se convierten en la escusa principal para su demolición.
El patrimonio forma parte de la herencia cultural de una comunidad, conformado por elementos materiales o intangibles que dan cuenta de su memoria, su identidad. Lo ponemos más claro: en todas las familias se heredan y atesoran aquellos elementos que son significativos por su valor monetario, sentimental o ambos. Los objetos familiares (retratos, mobiliario, joyas, prendas, etc.), las historias o relatos de vida, entre otros, los guardamos con mucho cuidado para poder conservarlos y heredarlos a próximas generaciones, ya que movilizan recuerdos y afectos por ser parte de nuestra historia. De igual manera, a escala territorial, el patrimonio arquitectónico da cuenta de la riqueza que hemos heredado de generaciones anteriores y que deberíamos conservar de la mejor forma posible para el futuro.
Hoy estamos asistiendo a la demolición y pérdida irreparable de bienes patrimoniales que son testigos de épocas pasadas, que caracterizan y dan singularidad a los diferentes barrios y sectores de la ciudad, que aportan a la riqueza paisajística y que nos recuerdan quienes somos y cómo se forjó la cultura mendocina. La supuesta “modernidad” arrasa con el pasado, sin importar el valor de estos bienes. Resulta paradójico que cuando viajamos a conocer diferentes lugares reconocemos el valor de lo heredado del pasado y no queremos quedarnos sin conocer ninguno de sus edificios antiguos, sus calles y rincones que cuentan y celebran historias y anécdotas de épocas pasadas.
La provincia, en su Plan Provincial de Ordenamiento Territorial (Ley n° 8999/2017), reconoce en su sexto objetivo la necesidad de conservar y promover el patrimonio natural, cultural, ambiental y paisajístico, así como la totalidad de los municipios en sus planes municipales de ordenamiento territorial reconocen en el patrimonio una herramienta valiosa para la planificación y gestión de los usos del suelo. Sin embargo, las consecuencias prácticas son cada vez más escasas. El patrimonio pierde frente a los desarrolladores inmobiliarios y la falta de gestión pública. De igual manera, son escasas las propuestas tendientes a integrar a los bienes patrimoniales a los nuevos proyectos territoriales, con un criterio acorde.
En este sentido, la reciente demolición de la vivienda Casale ubicada en calle Álvarez Thomas y Cervantes de Godoy Cruz se agrega a la lista de inmuebles destacados desaparecidos en los últimos años, algunos con declaratoria y otros sin reconocimiento oficial, pero con claros valores para considerarlos patrimonio.
Esto se suma a otras intervenciones con impacto negativos, como las de Chacras de Coria que movilizan constantemente a los vecinos, las acciones en la antigua estación YPF de Carrodilla, entre otros. Es importante destacar que en su mayoría se trata de bienes de gran tamaño que permitirían su adecuación a nuevas actividades o necesidades actuales, donde la relación entre privados y el Estado, así como asignarles un uso claro, es fundamental para garantizar su conservación y puesta en valor.
Ojalá que las administraciones públicas que tienen el poder para la toma de decisiones tendientes al reconocimiento y protección del patrimonio, así como las herramientas para su puesta en valor se despierten, antes de que sigamos perdiendo la herencia cultural del Área Metropolitana de Mendoza. El patrimonio cultural bien gestionado es siempre una variable de aporte al desarrollo local.