Una gestión que significó un verdadero desafío para todos los que intervinimos en aspectos de la gestión institucional y técnica, por la complejidad de las tareas, por el tiempo disponible y por los recursos materiales y humanos que se necesitaron.
Quisiera comentar sintéticamente, las gestiones y tareas que se realizaron para que el Museo Fader abriera nuevamente sus puertas. También resaltar el rol de las personas que fueron fundamentales en este proceso. En primer término, cabe destacar la decisión del gobierno provincial, de tomar este proyecto como parte de su plan de obras, una decisión política importante en el contexto de un país y una provincia con prioridades en áreas como salud, seguridad y educación. En este sentido, la gestión de la Secretaría de Cultura, fue fundacional y fundamental.
Como sabemos, en 2012 el Museo cerró sus puertas como consecuencia de problemas edilicios, pero también después de muchos años sin inversión ni en su infraestructura ni en sus colecciones. En 2016, se inició la gestión técnica para su puesta en valor y se elaboró una planificación de obras, de acuerdo a una sucesión de etapas, programadas sobre un diagnóstico del estado general del museo y por la especificidad de las tareas a realizar. Esas etapas fueron las siguientes:
Etapa 1. Registro e inventario de la colección del museo
Se realizó un abordaje integral a más de 1.700 obras de arte, bidimensionales y tridimensionales, normalizando el sistema de registro de la colección con un nuevo diseño de la base de datos. Las obras fueron relevadas, inventariadas, catalogadas, categorizadas y registradas en fichas digitales.
La institución cuenta con piezas propias de la colección de Fernando Fader, como también con obras de destacados artistas del medio local, a nivel nacional e internacional. Estos trabajos dieron como resultado el primer catálogo en la historia del Museo con estándares internacionales y la documentación fundamental para iniciar procesos de preservación y restauración de la colección.
Los profesionales a cargo fueron Pablo Chiavazza, Eduardo Dolonguevich y Cristina Sonego con un equipo técnico de apoyo. Después de los trabajos de inventario y pre-diagnóstico, se realizó el traslado de la colección para su resguardo y conservación en las condiciones materiales y ambientales adecuadas.
Etapa 2. Consolidación estructural de la casona y refuncionalización del sector de acceso
Esta etapa consistió en el relevamiento arquitectónico y estructural de todas las salas de la casona y el registro fotográfico previo al comienzo de los trabajos. También se relevaron e identificaron carpinterías, pisos y cielorrasos, tarea fundamental para el posterior retiro y restauración de estas piezas. Se procedió a proteger los murales artísticos para que no se vieran afectados por las obras y se realizó la consolidación estructural de la casona, que consistió en la incorporación de estructuras de refuerzos para cimientos, muros y techos. Estos refuerzos incluyeron el recalce de muros, mediante la construcción de sub-muración bajo cimientos hasta alcanzar suelo granular; la reparación de fisuras y grietas; la vinculación en distintos niveles de los muros de mampostería mediante perfiles; el refuerzo del muro de fachada, los torreones laterales y la construcción de una cubierta para modificación de desagües pluviales.
En forma paralela, sobre calle San Martín, se realizó la refuncionalización del sector de acceso al museo, con la incorporación de un área de estacionamiento y la restauración de la reja histórica. Tenemos que destacar aquí, al equipo de operarios y profesionales de la empresa contratista, dirigido por los ingenieros Jorge Sanchis, Carlos Pascual y César Almécica.
Etapa 3. Restauración de los componentes arquitectónicos y artísticos de la casona e incorporación de nuevas instalaciones
Esta etapa fue la de mayor complejidad y demandó una permanente coordinación de todos los actores intervinientes: el Estado y sus diferentes áreas, la empresa constructora con sus equipos técnicos y en tercer lugar el equipo de restauradores. Se establecieron tiempos y tareas para cumplir con los plazos y las obras que estipulaban los pliegos licitatorios. Se restauraron los pisos cerámicos y de madera, zócalos, paredes y revoques, cielorrasos, techos, carpinterías de madera y metálicas y las columnas de hierro fundido. También se trabajó en la restauración de fachada y su basamento. En esta etapa, fue muy importante la coordinación y dirección técnica de los arquitectos.
La labor de Iñaki Massini fue fundamental como inspector de Infraestructura. Desde la empresa constructora trabajaron con roles específicos Carlos Haristaguy, como director técnico y Pedro Canepuccia aportando toda su experiencia como especialista en restauración. El equipo de la Dirección de Patrimonio y la Secretaría de Cultura conformado por Marcelo Nardechia, Edgardo Priori, Susana Malnis y Carolina Innaco, trabajó en el seguimiento arquitectónico y patrimonial, desde la experiencia y aportando conocimientos teóricos y metodológicos. También el equipo de la Dirección de Proyecto de la Subsecretaría de Obras, dirigido por Pedro Galante, participó con asesoramiento técnico y de documentación licitatoria.
Sobre los componentes artísticos de la casona, se trabajó en las dos tipologías de pintura muraria de la casona, los murales de Fader y las pinturas decorativas, en ambas, se realizó un trabajo técnico muy minucioso en dos fases. Primero la preparación de las pinturas, con su consolidación y la limpieza general y la remoción de repintes no originales y estucado de soporte y capa pictórica a nivel. En segundo término, los trabajos de restauro de las pinturas con técnicas específicas, de acuerdo a sus características. Este trabajo de enorme valor y dedicación, lo llevó adelante un equipo técnico, dirigido por las especialistas en restauración Cristina Sonego y Valentina Ruggiero.
Como decíamos anteriormente, en paralelo se efectuaron las obras de instalaciones generales de la casona, pensadas fundamentalmente en relación a la exposición de obras. Previamente se desmontaron todas las instalaciones existentes y se instaló un nuevo sistema eléctrico en corrientes fuertes y débiles, prevención contra incendio, sistema de acondicionamiento de aire y humedad y la colocación de artefactos eléctricos según el proyecto luminotécnico, para ambientes interiores, galerías y fachadas. También se realizaron obras de accesibilidad.
Etapa 4. Restauración y puesta en valor de Museo jardín
El Museo jardín, ideado por el primer director del museo, Julio Suárez Marzal, también se encontraba en estado precario. Se trabajó sobre la recuperación de cipreses y especies verdes. Se instaló un nuevo sistema de riego y drenaje. Se comenzó con la restauración de las esculturas. Se incorporaron luminarias en jardines, senderos y áreas de exposición al aire libre y se diseñó y construyó una nueva fuente en el ingreso al Museo.
Etapa 5. Proyecto de ampliación del Museo
El Fader nunca contó con áreas técnicas especializadas y de servicios, imprescindibles para su correcto funcionamiento. Por este motivo, se elaboró el proyecto ejecutivo para su ampliación, considerando como base una estructura construida en la década del 90 y abandonada en obra gruesa sobre el sector Este del predio.
Se realizó un estudio de programa, a partir de antecedentes locales, nacionales e internacionales. Se realizaron estudios arquitectónicos y estructurales para la adaptación del programa de actividades al sitio de ampliación y la coordinación arquitectónica del proyecto. Este proyecto de ampliación, coordinado desde la Dirección de Patrimonio y que contó con la participación de profesionales de diferentes disciplinas, permitirá de concretarse, optimizar el funcionamiento del Museo, agregando y completando actividades que no tiene actualmente, como las áreas técnicas de conservación y restauración, áreas administrativas, nuevas salas de exposiciones y servicios complementarios, mejorando sustancialmente las prestaciones actuales y atendiendo a las recomendaciones nacionales e internacionales.
Podemos decir finalmente, que se cumplió con los objetivos propuestos, de la mano de la inversión más importante hecha en patrimonio cultural en toda la historia de la provincia y que generó también, la mayor participación de profesionales y técnicos en una misma obra patrimonial.
De todas las variables que intervinieron en este proceso, destaco especialmente el recurso humano, por eso, se hace imprescindible agradecer una vez más, a todos los equipos técnicos, a todas las personas e instituciones que nos acompañaron como Marisa Lucero, en representación de todo el personal de la Dirección de Patrimonio, la Asociación Amigos del Fader, en este caso bajo la gestión de Enrique Testaseca y Juan Pablo Marchionni; las autoridades y funcionarios de la Municipalidad de Luján; el Consejo Provincial de Patrimonio, acompañando desde el comienzo esta gestión; el Colegio de Arquitectos, a través de su presidente Pablo Pithod; los medios de comunicación y por supuesto, la comunidad en general.
Queda una valiosa experiencia en gestión y obra patrimonial, que debemos saber capitalizar para seguir avanzando en esta disciplina en la provincia y también generar desde el Museo Fader, una gestión cultural de calidad para los mendocinos y visitantes.
* El autor fue Director de Patrimonio de la provincia 2016-2019 y coordinador de gestión del Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Museo Fader.