La energía es un factor determinante para la climatización y el confort en la habitabilidad de una vivienda. Es indiscutible que el uso de los aparatos de climatización –para frío o calor- permite dar mayor confort al interior de las viviendas; sin embargo, esta adecuación resulta ser un gasto económico excesivo, tanto por la inicial instalación como por su posterior consumo y necesario mantenimiento. Con el verano a la vuelta de la esquina, resulta indispensable empezar tomar los recaudos para no llegar a consumos extremos de energía sin perder el confort térmico.
Las temperaturas interiores de la vivienda deben ser equilibradas para proteger a los residentes de los efectos nocivos del frío o el calor. Según el Barómetro de Hogares Verdes y Saludables, estudio realizado por Argentina Green Building Council (AGBC) -ONG líder a nivel regional en el desarrollo y gestión de estrategias que buscan acelerar la sustentabilidad y fomentar la transformación en el sector de la construcción del país- con el propósito de conocer la calidad de los hogares en el país y el cumplimiento de los requisitos necesarios para contribuir positivamente en la salud de las personas, el 36% de los encuestados perciben disconfort térmico tanto en verano como en invierno.
“La conservación de una temperatura de confort supone que las construcciones no sean costosas de calentar ni de enfriar, ni tengan moho y hongos en las paredes o condensación en las ventanas”, comenta Guillermo Simón Padrós, CEO de AGBC. La incidencia de la aislación térmica de la envolvente en el confort térmico de una vivienda es muy alta, ya que mejora la calidad de vida de los ocupantes y optimiza el ahorro de energía reduciendo la factura. Parte de los resultados obtenidos del estudio mostraron que casi el 23% de los encuestados tiene los ambientes muy fríos en invierno y el 14% muy calurosos en verano.
Los controles de temperatura en los sistemas de calefacción, refrigeración y ventilación deben ser fáciles de usar y comprender, lo que permite a los ocupantes ajustar las temperaturas y las tasas de ventilación para adaptarse a sus preferencias.
Solo el 36% de los consultados reportó tener equipos con termostatos. Además, la mitad de las personas que tienen un equipo de aire acondicionado, respondieron usarlo alternativamente para calefaccionar la vivienda, lo que refleja que el sistema primario de calefacción instalado no satisface la temperatura de confort térmica.
Finalmente, el 13% de los encuestados respondieron tener sistemas de medición individual de consumo de calefacción, lo cual permite distribuir los costos de este servicio en base a los consumos reales, posibilita la gestión energética, tener menor requerimiento de gas y menores costos de instalación.
En cuanto a la eficiencia para calentar un ambiente, los sistemas de aire acondicionado frío-calor mini split (los más usados en viviendas) son mejores que otros sistemas de calefacción por aire, como caloventores, en una relación de 3 a 1.
La pérdida de calor producida en las uniones de elementos constructivos (puentes térmicos) y en las fugas de aire (hermeticidad) se podría evitar con sistemas de ventanas de aluminio (con ruptura de puente térmico) y con vidrio doble; de los encuestados, solo el 21,8% tiene doble vidrio hermético.
“La suba de tarifas es un tema de agenda para toda la sociedad y la rehabilitación energética de viviendas se convierte en la fórmula para reducir nuestras facturas de energía, mejorar nuestra salud, confort y bienestar”, agrega Simón Padrós. “La renovación es una oportunidad para una gran cantidad de argentinos que no pueden permitirse mantener su hogar adecuadamente confortable y saludable”, finaliza.
Frente a este contexto y particularmente en Argentina, resulta inevitable preguntarse si los hogares están preparados para habitarse y si cuentan con la eficiencia energética adecuada. La eficiencia energética puede definirse como la optimización del consumo energético para alcanzar unos niveles determinados de confort y de servicio, por ejemplo, ajustando el consumo de electricidad a las necesidades reales de los usuarios o implementando mecanismos para ahorrar energía evitando pérdidas durante el proceso.
El diseño de la envolvente es la clave de la eficiencia energética. Las pequeñas infiltraciones de aire a través de las ventanas, percibidas en un 70,4% da cuenta de la ineficacia de las aberturas instaladas en buena parte de las viviendas, teniendo en cuenta que en conjunto las ventanas, paredes, techos y pisos representan más dos terceras partes del total de las infiltraciones de una vivienda
En un país, disponer de un nivel adecuado de eficiencia energética permite aumentar la seguridad de que existirá un abastecimiento de energía suficiente para toda la población.