Casas saludables vs. casas enfermas

Factores sensoriales (ruidos, olores, mobiliario...) y extrasensoriales (calidad del aire, agentes químicos, ácaros...) son determinantes: una casa enferma puede ser foco de múltiples dolencias para sus habitantes.

Casas saludables vs. casas enfermas

En casa nos sentimos protegidos y al margen de las inclemencias del exterior, ¿pero realmente estamos sanos y salvos? La respuesta bien podría ser no.

Según los expertos en calidad ambiental interior, detrás de muchas consultas al médico se encuentran factores de índole doméstica. El mal uso del aire acondicionado, los ácaros, la escasa iluminación natural o la contaminación acústica son solo algunos ejemplos del amplio listado de factores nocivos que pueden convivir bajo nuestro techo. Las afecciones que provocan abarcan un amplio abanico: desde problemas respiratorios hasta dermatitis, pasando por depresiones e insomnio.

El impacto de la vivienda en nuestro bienestar físico y mental no es un tema menor y cada vez hay más investigadores y organismos que estudian su incidencia y buscan soluciones.

  • La luz. Una iluminación artificial inadecuada puede provocar cefaleas, problemas de concentración y hasta trastornos depresivos. Las mamparas transparentes o translúcidas son una buena receta para llevar claridad a los espacios interiores, aunque cuando es imposible encontrar soluciones lumínicas naturales, se puede optar por la última tecnología: las lámparas de espectro total producen una iluminación blanca y sin parpadeos que imita las características de la luz solar.
  • El color. Mariano Bueno, autor de “El gran libro de la casa sana”, resalta el papel que juega la cromoterapia: “Los colores influyen en la temperatura corporal y en nuestro estado anímico. A cada persona le afecta de diferente forma, pero hay ciertas generalidades. ¿Los colores tabú?: negros y grises, que roban energía y se pueden traducir en tendencias depresivas. También hay que tener cuidado con rojos y naranjas, muy excitantes y proclives a generar comportamientos compulsivos”.
  • Larga vida al verde. La información que llega a través de la vista interactúa con la salud. En este sentido, no hay nada como tener un espacio verde frente al ventanal. “Un estudio en Japón demostró que las personas que viven en casas con vistas a un parque o a un espacio agradable aumentan sus expectativas de vida en seis años”, afirma Bueno.
  • Ruidoso. Una vivienda también es su entorno. Y si éste es ruidoso, a la larga se convierte en un lastre. “La contaminación acústica genera insomnio y una cascada de males encadenados: somnolencia matutina, cansancio, mal humor, dolor de cabeza, estrés...”, enumera Mariano Bueno. Así que, si a uno le ha tocado una casa ruidosa, no le queda otro remedio que un buen aislante.
  • Enemigos invisibles. Ácaros, polvo en suspensión, polución urbana... Están ahí aunque resulten difíciles de reconocer. Causan alergias, problemas respiratorios y dolores de cabeza. Una buena ventilación es la mejor medicina para el hogar, aunque no basta con abrir un par de minutos las ventanas, hay que buscar corrientes cruzadas para que la renovación del aire sea completa.
  • Sistemas de climatización. La calefacción y el aire acondicionado modifican la calidad del aire que respiramos. De hecho, la mayoría de los problemas de salud derivados del hogar proceden de estos sistemas. Los calefactores resecan el ambiente y provocan irritaciones de piel, garganta y problemas respiratorios; los aparatos de aire frío pueden producir letargias, irritación ocular y obstrucción nasal. La acción de un humidificador, en el caso de las calefacciones, y la limpieza regular de filtros, para los aparatos de aire acondicionado, nos ahorrarán más de una visita al médico.

Fuente: Arq.com

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