Partiendo de la premisa de que la arquitectura es un trabajo social, cabe enfatizar la tendencia bioclimática, ya que sus principios van dirigidos al mejoramiento del nivel de vida de los usuarios desde el punto de vista del confort térmico, a la integración de objeto arquitectónico a su contexto, e incidir en la reducción de la demanda de energía convencional como resultado del concepto ecológico que enmarca esta tendencia.
La adecuación de la arquitectura al medio físico, y con ello el grado de habitabilidad de los espacios y el mejor aprovechamiento de la energía, no está sujeta a fórmulas universales. Es un problema de diseño en el que deben tomarse en consideración las circunstancias particulares de cada caso. La alternativa para racionalizar el consumo y lograr los niveles de confort requeridos lo constituye la arquitectura sustentable, en particular el bioclimatismo.
El diseño sustentable
La arquitectura sustentable no se reduce a la imposición en las construcciones de una serie de equipos e instalaciones para sustituir el empleo de fuentes no renovables de energía, como el petróleo o el carbón mineral, por fuentes renovables como el sol, el viento y la biomasa, o que permitan utilizar las aguas de lluvia y reutilizar las aguas negras y jabonosas. El diseño sustentable supone la utilización de fuentes alternativas de energía, pero fundamentalmente persigue la adecuación ambiental de las áreas habitables mediante el manejo de disposiciones y recursos puramente arquitectónicos, que redundarían en el ahorro de energéticos sea cual fuera su origen.
La arquitectura no constituye un simple refugio contra el frío, el calor, el viento o la lluvia, sino la conformación de volúmenes y espacios que, además de responder a determinados requerimientos de orden funcional y formal, deben mantener las propiedades benéficas de la atmósfera, como el aire puro y el sol, indispensables para la higiene y la salud.
La arquitectura sustentable y bioclimática corresponde al concepto del acondicionamiento pasivo, que es el que puede conseguirse, como ya se dijo, exclusivamente con elementos de la propia construcción en oposición al acondicionamiento activo, que exige instalaciones electromecánicas y, por tanto, el consumo de energía.
Para lograr resultados efectivos en cuanto a la habitabilidad de los espacios, la arquitectura sustentable y bioclimática, parte del principio de un conocimiento detallado de las características del clima de la localidad y del emplazamiento específico de la obra que inciden directamente en el confort térmico del hombre.
A su vez, el confort térmico del hombre está en función de la interpelación de los factores del clima, en términos de temperatura, humedad y velocidad del aire, así como de la actividad y vestimenta de la persona misma.
La transmisión de calor se realiza a través de la piel por conducto de cuatro procesos de interacción con el entorno: radiación, conducción, convección y evaporación. Cuando estos procesos termorreguladores se producen en condiciones óptimas, con mínimo expendio de energía, se experimenta la sensación de bienestar.
Todos los elementos y recursos que pueden utilizarse en la arquitectura sustentable deben basarse en el principio del balance entre las ganancias y las pérdidas de calor; su correcto funcionamiento dependerá de su localización y diseño específico en razón de las características climáticas de cada lugar y del uso de los espacios a los que pretenden beneficiar. Entre otros elementos y recursos de la arquitectura bioclimática, sujetos a ese principio, cabe destacar a invernaderos, muros colectores o muros “trombe”, depósitos de agua, patios, deflectores de vientos y al procedimiento de enterrar locales, para aprovechar la masa térmica del suelo natural.
La responsabilidad del arquitecto debe ir mucho más allá que la de cumplir con las disposiciones básicas de un reglamento de construcción; debe conocer profundamente la incidencia de los factores físico-ambientales en la calidad de los espacios para resolverlos de la mejor manera posible, conciliando las economías con la obligación de lograr condiciones de habitabilidad.
La adecuación de las tecnologías a emplearse en la arquitectura es, en síntesis, un problema de diseño en el que no pueden descartarse ni los conocimientos del pasado, ni las aportaciones del presente.
La tecnología es un medio, no un fin, y como tal deberá tratársele; la aplicación de técnicas modernas no es sinónimo de eficiencia o economía, como no lo es de armonía con la naturaleza el empleo de procedimientos ancestrales.
Glosario
- Bioclimatismo: principio de concepción de la arquitectura que apunta a utilizar los elementos favorables del clima con objeto de satisfacer las exigencias del bienestar térmico.
- Sistema pasivo: sistema térmico de captación y almacenamiento de la energía solar que pone en juego elementos de la arquitectura y cuyo funcionamiento es autónomo.
- Masa térmica: dimensión que produce un retraso de la transmisión de flujo de calor por una pared, representada muchas veces por la capacidad térmica de los materiales que constituyen la pared.
- Confort térmico: sensación compleja que depende de factores físicos, fisiológicos y psicológicos. Esta sensación corresponde a aquellas condiciones en las cuales el cuerpo humano no debe poner en juego sus mecanismos de lucha contra el frío o el calor.
- Capacidad térmica: cantidad de calor que puede almacenar un cuerpo por unidad de volumen; se obtiene multiplicando la masa de volumen por el calor específico.
- Muro trombe: sistema pasivo de climatización que aprovecha la capacidad térmica de los materiales para intercambiar energía con el medio ambiente.
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Compilación: Arquitecto Carlos A. Grisolía. Cursos Online Centro de Estudios Técnicos Arquitectónicos aulavirtual@cetarq.com.ar