La arquitectura mendocina ha dado, y sigue brindando a lo largo de los años, muy valiosos profesionales locales.
Dentro de la historia de esta actividad, el medio también se vio privilegiado por el arribo a la zona de creadores que, aunque nacidos y formados en otras partes del país o del exterior, recalaron en nuestro suelo, se afincaron aquí y contribuyeron con su obra al crecimiento urbanístico de la provincia.
El comentario introductorio viene a cuento del reciente homenaje post mortem que realizó la Legislatura provincial a la memoria de Arturo Jorge Civit, arquitecto que aunque nacido en Buenos Aires en 1903, se instaló en Mendoza en los comienzos de los años '30 y a partir de entonces fue el creador de inmuebles tan emblemáticos como el Hospital Central, las Casas Colectivas (Barrio Cano), Playas Serranas (hoy Museo Cornelio Moyano) y la entrada a la provincia por el Este, el Arco del Desaguadero.
Asimismo formó parte del grupo que dio vida en 1933 a la Academia Provincial de Bellas Artes y Escuela de Artes Decorativas e Industriales, junto a Lahir Estrella, Fidel De Lucía, Rodolfo Guastavino, Roberto Azcona, Fidel Roig Matons, Antonio Bravo, Rafael Cubillos, Pablo Vera Sales, Federico Moyano, Juan José Cardona y José Alaminos, notables referentes de la plástica y las letras en Mendoza.
En los considerandos de la impulsora de la iniciativa, la senadora mandato cumplido Olga Bianchinelli, se mencionó que el reconocimiento a Civit se debía a "su invalorable trayectoria en el ámbito de la arquitectura local, nacional y latinoamericana, como así también por su compromiso y ejemplo de vida". Paralelamente al ejercicio de la función pública, Arturo trabajó en sociedad con su hermano Manuel, dos años mayor, hasta 1942. Juntos proyectaron viviendas unifamiliares, locales comerciales, planificaron barrios (Barrio Jardín para Luis Furlotti en Godoy Cruz) y sedes de asociaciones deportivas, tal el caso del estadio del Club Gimnasia y Esgrima, en el Parque General San Martín. Disuelta la sociedad, Arturo siguió diseñando numerosas casas unifamiliares. En la función pública, el hombre recordado tuvo una gran producción a partir del trabajo efectuado en la Sección Arquitectura del Ministerio de Industrias, Obras Públicas y Riego, repartición que condujo durante varios años y que se transformaría más tarde en Dirección de Arquitectura de la provincia (DPA) en 1936.
"Los Civit hicieron grandes realizaciones para la comunidad, pero no han sido reconocidos dentro de la historiografía de la arquitectura argentina, aunque ahora, a partir de las investigaciones que hemos llevado adelante, lo son más", reconoció la doctora Cecilia Raffa, investigadora del Conicet y directora del libro digital "Arquitectos de Mendoza. Biografías, trayectorias profesionales y obras".
Aunque el homenaje se realizó y eso es lo que importa, resulta al menos llamativo que no fuera el Partido Demócrata el organizador de este reconocimiento, del que Arturo fue un militante activo, y llegó a conducir, además de haber sido uno de los responsables de su refundación en 1957.
La iniciativa de reconocer a Civit partió de una activa dirigente justicialista maipucina, Bianchinelli, quien por estas horas concluyó su labor como legisladora.
El siguiente homenaje a un arquitecto, que tiene lugar en estos días, correspondió a Carlos de Rosa, un pionero y maestro de la arquitectura solar, que nos dejó en 2016, cuando estaba por cumplir 80 años. Valioso por su aporte a la defensa del medio ambiente y el diseño bioclimático de la vivienda.
Fue un arquitecto mendocino de importante producción teórica en el ámbito de la arquitectura y el diseño urbano sustentable, sin dejar de destacar su exquisita obra proyectual. Su recuerdo y evocación correspondió, de manera justa, a integrantes y directivos de los institutos de Ambiente, Hábitat y Energía (Inahe) y Ciencias Humanas y Sociales (Incihusa), ambos pertenecientes al Conicet, con quienes trabajó De Rosa.