A comienzos de los años '50, el campo de la arquitectura de Mendoza estaba conformado, en su mayoría, por arquitectos varones. Fue en ese momento en que llegaron a nuestra provincia dos mujeres de la profesión: Colette Boccara (en la foto, trabajando en cerámica) y Beatriz Penny Cánovas (en la imagen, parada).
Las primeras arquitectas de nuestro país egresaron de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (UBA) a finales de la década del '20.
Sin embargo, el número de egresadas fue durante largo tiempo considerablemente menor al número de hombres recibidos debido, entre otras cuestiones, a la concepción patriarcal de la época.
Es por ello que el campo disciplinar y profesional de la Arquitectura argentina estuvo conformado en su gran mayoría por arquitectos varones hasta avanzado el siglo XX.
En Mendoza, el campo disciplinar y profesional de la arquitectura fue en sus inicios muy dependiente de Buenos Aires (ya que era allí donde se ubicaban las instituciones de formación profesional y el órgano gremial que regulaba las prácticas: la Sociedad Central de Arquitectos); recién a mediados de la década del '30 el campo mendocino comenzó a ganar autonomía y fue adecuándose a los cambios que le imponían los nuevos tiempos modernos.
En este sentido, Mendoza se presentó como un gran escenario de actuación para los nuevos profesionales (hombres y mujeres) acorde con las nuevas demandas urbanas y el crecimiento de la población.
Así, a mediados de los años '30 se creó en Mendoza la Dirección de Arquitectura (1936); y en los '50 se conformó la División Mendoza de la Sociedad Central de Arquitectos, luego Sociedad de Arquitectos de Mendoza, estableciendo para la entidad gremial, un programa que excedió los límites de Buenos Aires.
Por otro lado, se hizo posible el desarrollo de la Escuela de Cerámica (1943) y la carrera de Diseño en Mendoza (1958- 1962) por la conjunción entre ciertas condiciones políticas y culturales. Bajo este contexto, llegaron a la provincia mujeres arquitectas.
En 1947 arribó la arquitecta Colette Boccara junto a su esposo, el arquitecto César Jannello. Años más tarde se afincó en Mendoza Beatriz Penny Cánovas.
Colette Boccara nació en París en 1921 y se trasladó junto con su familia a la Argentina en 1931. Desde entonces, creció y vivió en Buenos Aires. Perteneció a la camada inaugural del Liceo Francés de Buenos Aires. Ingresó en 1938 a la Escuela de Arquitectura -aún dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas en la UBA-, donde obtuvo el título de "arquitecto" en 1945. Simultáneamente a la carrera de Arquitectura, cursó algunas materias de Artes Plásticas en la Escuela de Bellas Artes.
Durante los años de estudiante de Arquitectura conoció a César Jannello, con quien se casó. Los primeros años, trabajaron como socios en el estudio del arquitecto Amancio Williams en Buenos Aires. Más tarde, decidieron venir a vivir a Mendoza donde Jannello tenía su familia.
Luego de establecidos en Mendoza, Colette se dedicó el primer tiempo al proyecto de arquitectura. Diseñó una casa con cubierta de bóvedas de ladrillo (inusual en esos años).
Además, proyectó y construyó su casa de calle Clark 479, la cual se convirtió en un espacio de encuentro de la incipiente modernidad mendocina. Paralelamente, estudió Cerámica gracias a su fuerte vocación artesanal y el contacto con el gres cerámico de la empresa familiar de los Jannello.
Hacia 1957, Colette fundó una pequeña empresa, una industria artesanal llamada: "Gres cerámico Colbo" (apócope de su nombre Colette Boccara), con el taller que ya tenía instalado en su casa desde 1953.
La arquitecta-ceramista diseñó diferentes modelos de vajilla completos de gres rojo por fuera y con esmalte interior blanco, combinación que caracterizaba su producción.
Al cabo de unos años, la empresa creció y en los '60 Colette se trasladó a Guaymallén. A partir de entonces, se consolidó como Colbo Gres Cerámico SCA, alcanzando en la década de 1970 su máximo desarrollo.
A fines de los años '80 la fábrica quebró, pero Colette siguió durante el resto de su vida, produciendo obras de diferente tipo que muestran su gran capacidad creativa: batiks, dibujos, joyas, piezas únicas de porcelana. Sin embargo, en 2007, un año después de la muerte de Colette, uno de sus hijos junto a la Fundación del Interior, comenzaron con el proceso de recuperación de la empresa que en la actualidad produce y vende vajilla y objetos de diseño original de Colbo.
La arquitecta Beatriz Penny Cánovas llegó a Mendoza varios años después que Boccara. Cabe destacar que Penny Cánovas fue una de "las primeras arquitectas argentinas" ya que formó parte del grupo de las pioneras egresadas de la Escuela de Arquitectura de la década del '30. Se recibió en 1937 ocupando el 13° lugar en la nómina de mujeres egresadas.
Luego de recibida, Beatriz se casó en 1940 en Mendoza con el arquitecto Samuel Sánchez de Bustamante, quien había sido su compañero en la universidad.
Al poco tiempo, el matrimonio viajó a Buenos Aires, donde nacieron sus tres hijas. Durante esos años, trabajó junto a su esposo en diversos proyectos de arquitectura.
En 1962, la familia regresó a la ciudad de Mendoza para establecerse definitivamente. Desde entonces, fue profesora de la cátedra "Visión I y II", en la Escuela de Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo. Al mismo tiempo, dio clases de Matemática y Geometría en dos colegios secundarios.
Para uno de ellos, el Colegio de la Compañía de María (Capital), diseñó un mural en la galería del patio central. En 1973, viajó a Sidney (Australia), para desempeñarse como arquitecta en una empresa de construcción de centros comerciales. Allí, incorporó interesantes conceptos de tecnología moderna que reprodujo en nuestro país.
Las trayectorias de estas mujeres, contenidas en el libro "Arquitectos en Mendoza" (IHA; FFyL UNCuyo, 2017), dan cuenta de la temprana participación de las mujeres como agentes activos dentro del campo disciplinar y profesional de la arquitectura en Mendoza.
Consideramos que estas mujeres fueron ejemplos de la incipiente participación profesional femenina en el campo de la arquitectura local a mediados del siglo XX, participación que, en la actualidad, se ha transformado en masiva.