En la primera parte de esta entrega (publicada el sábado pasado), veníamos analizando las características del tránsito de vehículos y personas a través del paso a Chile por Uspallata/Las Cuevas.
A la evidencia material actual del Qhapaq Ñan (Camino del Inca) y tambos asociados del noroeste de Mendoza, incluidos desde 2014 en la Lista del Patrimonio Mundial, podemos sumar entre otros, las relaciones de los cronistas tempranos de la región, como Gerónimo de Bibar, que refiere derrotero y hechos del primer ingreso hispánico conocido a nuestro sector en 1551/52 (F. de Villagra) y el paso a Chile por el camino incaico.
Lo mismo hace más tarde Fray R. de Lizárraga, rememorando su propio paso a Chile, por el mismo camino en 1589, señalando las dificultades de tránsito por las nevadas, por lo que esta parte de la "Sierra Nevada" se pasa de noviembre a abril, mientras que sobre los huarpes de Mendoza, dice que los llevan para trabajar en Santiago. Para Lizárraga el camino de Mendoza a Santiago es de cincuenta leguas -claramente son más- y se hace en ocho jornadas -para la logística de época los viajeros incluso podían hacerla en seis-, dos de ellas hasta Uspallata donde: "en hallando el camino del Inca vamos subiendo un valle arriba hasta nos poner al pie de la cordillera que habemos de doblar".
Por su parte, P. Mariño de Lovera (último tercio del XVI), a través del P. B. de Escobar, nos recuerda el paso de Villagra y su hueste y asimismo el posterior de Pedro del Castillo para la fundación de Mendoza en 1561 y de Juan Jufré, en 1562, para la de San Juan.
Aunque casi lo tomemos como un aforismo, claramente una dominación, la incaica, pavimentó el camino de la siguiente, hispánica, que en sus inicios utilizó para sus fines de expansión y dominación, entre otros, la logística precedente.
Luego, fue cuestión de que se abriera el camino continental de Buenos Aires a Mendoza por incidencia del gobernador y capitán general de Chile, Alonso de Sotomayor, quien prefirió probar en 1583 esta posibilidad de derrotero para él y las tropas que le seguían, por sobre la del mar por el Estrecho de Magallanes/Cabo de Hornos, debiendo esperar en Mendoza, a la que llegó a finales de abril, que remitiera la acumulación de nieve de otoño/invierno en el paso, para poder ir a asumir sus funciones en el Reino de Chile, del que dependía el Corregimiento de Cuyo.
Si bien con el tiempo se buscarán y afirmarán otras posibilidades de ruta para mejor cruzar el país y se comprobarán y usarán otras vías de pasos a la vertiente occidental andina por Mendoza, es el camino de Uspallata el que se refuerza cuando se consolidan flujos comerciales hacia Mendoza y Santiago, que involucran Chile con el Río de la Plata y Paraguay (entre otros, productos de Cuyo, comercio de ganado, esclavos, yerba mate, traslado y desarraigo de indígenas huarpes).
Podría describirse y argumentarse sobre los cambios socio políticos, económicos y geopolíticos en la Mendoza de los siglos XVII y XVIII, como lo han hecho adecuadamente colegas historiadores, mostrando su índole que de la periferia del Virreinato del Perú pasa a una situación de frontera, con las implicancias que tuvo para su desarrollo, pasando más tarde a formar parte del Virreinato del Río de la Plata.
No obstante, referimos principalmente el hecho de asegurar las comunicaciones por el Paso de Uspallata, en relación con la precariedad de las mismas a partir de las grandes nevadas en cordillera, que las interrumpen por lapsos de meses, por las dificultades de entonces para salvar el impedimento, que claramente reviste mayor dificultad en los últimos tramos de la subida hacia la Cumbre y los primeros del descenso por la vertiente occidental. También fue imprescindible para toda época del año, mejorar el camino de montaña, como se hizo recurrentemente, siendo motivo de inversiones presupuestarias gubernamentales también en época independiente hasta nuestros días.
De allí que se considerara atenuar la dificultad dotando particularmente al servicio de correos -y a quien lo necesitara: viajeros, arrieros, entre otros- de un sistema de refugios -casuchas de la cordillera o Casuchas del Rey- que, ubicadas relativamente próximas unas de otras, permitieran la seguridad del abrigo y pernocte, con leña y alimentos a disposición, en un cruce cuyo trayecto de mayor altitud se haría a pie.
Como es conocido, la idea y los refugios son obra de Ambrosio Higgins (1720-1801), de importante trayectoria como comerciante, como profesional al servicio del gobierno y luego con una dilatada carrera como funcionario, por la que finalmente será presidente de la Capitanía General de Chile y Virrey del Perú, sin que sea un hecho menor, que su hijo fuera Bernardo O'Higgins, prócer chileno de la independencia americana.
De su llegada al Río de la Plata hacia 1857 recordamos la relación económica, luego de amistad duradera con Domingo Basavilbaso, que será administrador de correos en Buenos Aires, para luego, en un reingreso posterior desde España a Buenos Aires cruzar la cordillera a pie en el invierno de 1763, soportando los peligros de la rigurosidad del paso, llevando consignas mercantiles y haciéndolo ya como ingeniero delineador del equipo del ingeniero Juan Garland, que también se trasladaría a Chile.
Hombre proclive a la acción y a las obras de utilidad pública, había tratado varias veces con el capitán general de Chile, Antonio de Guill y Gonzaga, el "proyecto de hacer transitable el paso de la cordillera (…) estableciendo unas casillas a competente distancia, donde los correos puedan refugiarse en caso de alcanzarles algún temporal de nieve…", por lo que De Guill le pide (15/5/1765) a Higgins que "informe los medios que para emprender este establecimiento juzgare convenientes…".
Este responde pronto (29/5/1765), refiriendo los perjuicios por no poder utilizarse el paso seis meses al año, tanto para el comercio en general (Lima, Chile, Mendoza, San Juan, San Luis, Córdoba del Tucumán, Río de la Plata) como para las comunicaciones que podrían incluso retardar noticias que hiciesen a la defensa territorial y oceánica.
Define el tramo con mayores dificultades por la acumulación de nieve en invierno, que debe transitarse a pie y que va de los Hornillos en la vertiente occidental a la Punta de las Vacas en la oriental, por lo que propone construir seis refugios: Ojos del Agua, Alto de las Lagunas, cumbre de la cordillera, las Cuevas, próxima a Puente del Inca -a orillas del río "de los Orcones"- y Punta de las Vacas. Para escoger el paraje más adecuado propone consultar con los correos más experimentados en el cruce con nieve.
Higgins se ocupó personalmente de dirigir in situ las construcciones, recurriendo a arbitrios para bajar los costos, como la mano de obra de presidiarios para ayudar a los jornaleros, el transporte de materiales, como ladrillos, cuando los arrieros regresaban sin carga de Chile a Mendoza, erogando en la inicial construcción de 1765/66 -de las tres casuchas: Alto de las Lagunas, de la Cumbre y las Cuevas, una era de madera-, la suma de cuatro mil cincuenta pesos, que se consideraba baja en relación con otras obras.
Propuso y se ejecutó que los refugios se implantaran sobre postes de madera o sobre arcos de ladrillo y cal, con suficiente altura para no ser cubiertos por la nieve, con coberturas de techos donde no se acumulara ésta, con respiraderos, una puerta de madera –con cerrojo y recubierta de metal- y escalera de acceso. Dentro de la casa se dispondría una caja de madera con charqui, yerba, azúcar, ají y leña -que se pondría en abril-.
Atendió asimismo al manejo de las llaves por los correos y el 2 de abril de 1766 De Guill y Gonzaga expone por bando que dispuso la construcción de dos casas permanentes y una transitoria, que ya están edificadas, allanando las comunicaciones en invierno, mandando a los corregidores de Aconcagua, Mendoza, San Juan y San Luis, que velen por la integridad de este patrimonio, estableciendo penas rigurosas para quienes las dañaren.
En 1771, Higgins corroboró in situ que la situación de deterioro, robos y vandalismo persistía, por lo que en lugar de proseguir con la construcción de las casuchas restantes, se dedicó a arreglar las ya existentes, dejando las obras nuevas para la temporada siguiente. Documentación de marzo de 1772 registra que para entonces están las seis casuchas construidas.
Finalmente, como el mismo Higgins refiere en 1790, las casuchas construidas fueron ocho, tal como asimismo se aprecia en el "Plano de la Gran Cordillera de Chile" (1791) con las mejoras dispuestas por el entonces presidente de Chile, mariscal de campo Ambrosio Higgins Vallenar.
Las casuchas fueron la de las Vacas, de los Puquios, del Paramillo de las Cuevas, de las Cuevas, en la vertiente oriental; seguida por la de la Cumbre y las de la Calavera, del Juncalillo, de los Ojos de Agua, hacia la vertiente occidental, hasta alcanzar las casas del Real Resguardo en los Hornillos.
En el actual territorio argentino de Mendoza se mantienen, en distinto grado de preservación y estado de conservación, las de los Puquios (de las Vacas), del Paramillo de las Cuevas y de las Cuevas, que integran el patrimonio cultural provincial y están incluidas, con declaración ad hoc en el nacional.
Desarrollamos asimismo otro proyecto, de estudios de los refugios cordilleranos para arrieros del oeste de La Rioja. Las casuchas de Mendoza fueron un antecedente para el proyecto nacional de construcción de las casuchas riojanas en la segunda mitad del siglo XIX.
Los refugios en el relato de viajeros
Numerosos son los relatos de viajeros del siglo XIX que transitaron por el Paso de Uspallata/La Cumbre, dejándonos textos, dibujos y pinturas cuya edición aporta la descripción del derrotero y de la infraestructura con la que podía contarse en el viaje de Santiago a Mendoza y viceversa. Además de las referencias al camino incaico, al tambo de Tambillitos y al Puente del Inca, se ocuparon de las "casuchas del rey".
Ejemplos de aportes de datos -camino e infraestructura-, entre muchos otros, son los de Rugendas, Darwin y Sarmiento. Con nuestro equipo de trabajo desarrollamos un proyecto de investigaciones de las casuchas y su entorno, particularmente de las sitas en los Puquios/Vacas y el Paramillo de las Cuevas.
Realizamos estudios históricos y arqueológicos, relevando y excavando sitios, analizando materiales y datándolos (vidrios, cerámica, lozas, restos humanos, entre otros. Datamos ladrillos del Paramillo de las Cuevas por termoluminiscencia (TL) y registramos grafitos de las paredes).