Si se trata de esparcimiento, “la Arístides” es la calle por excelencia. Sus veredas invitan a quedarse y tal cual puede verse, los mendocinos no han podido resistir la tentación.
“Vamos a la Arístides” es una frase bastante común cuando se trata de organizar una “juntada”. Es por eso que allí nunca faltan las reuniones de amigos, las risas, alguna cerveza o una picadita.
Bares, restaurantes, restós, cafés, heladerías, quioscos son parte del paisaje que se suman a bancos y varias casas de comercio. Todo se combina para hacer de este lugar un ámbito donde pasarla bien y distenderse.
Es por eso que Cintia (29) asegura que “no hay en Mendoza otro lugar como éste, con tantas alternativas”, mientras disfruta de una nochecita junto a dos amigas sentadas a la mesa de un bar. “Está bueno porque al haber tantas opciones, si un lugar está cerrado o lleno podés irte a otro que esté cerca”. La posibilidad de elegir en un solo lugar mientras se pasea es lo primero que destacan quienes la eligen, a lo que suman una certeza: “Éste es un lugar de encuentro”.
Gimena (28) toma un poco más de su trago y resume: “Acá viene todo el mundo, está cerca y hay variedad. Además podés estar afuera, una posibilidad que no tenés en todas partes”.
Onda particular
Que tiene una onda particular es lo que aseguran quienes disfrutan desde aquella o esta mesa, es un entorno privilegiado por su pintoresquismo y su clima. De día, la arboleda permite disfrutar al aire libre debajo de un techo verde. De noche, las luces de los bares y restaurantes le dan un tono único. Es por eso que de lunes a lunes la movida está “a full”, aunque después de las siete de la tarde, especialmente de jueves a sábado, es su momento de esplendor.
Además de los jóvenes, las familias y las parejas de todas las edades también encuentran aquí un espacio cómodo. José María (60) y su esposa Ana María explicaron que viven cerca y que por eso frecuentemente comen o toman algo allí “porque siempre hay lugares abiertos”, aunque señalaron que son sus hijos quienes “viven acá”. Con una visión cosmopolita, él sostuvo que “todos los lugares del mundo tienen una Arístides”.
Sin embargo las londinenses Jéssica (27) y Vanessa (26) -de visita en la provincia- destacaron su encanto, poniendo de manifiesto que no sólo los mendocinos quedaron prendados de esta arteria. “No hay en Inglaterra lugares así donde uno pueda estar afuera, acá hay buen ambiente, es muy bonita y no es caro”, dijo la segunda.
Ésta es la causa por la que proliferan los locales, es un lugar donde hay que estar. Tal es el caso de Zitto, que abrió hace unos días. Se trata del tercer local, los demás están ubicados en otros centros comerciales. Karen, una de las mozas, explicó que el público y el ambiente es muy diferente del que se ve en otros lugares; “son 60 por ciento mendocinos y 40 por ciento turistas”, se arriesgó a estimar. Dijo que si bien originalmente se pensó más como restaurante, luego se decidió agregar una barra, que tuvo mucho éxito. “Los fines de semana hay gente esperando para entrar”, afirmó, y lo atribuyó a que quienes se acercan van distendidos y dispuestos a pasar un buen momento, por eso siempre se quedan mucho tiempo, aun después de comer.
“Es la calle de los bares de Mendoza”, definió Emiliano, encargado de la tradicional cervecería artesanal Jerome, quien consideró que si bien siempre ha tenido este perfil, el boom comenzó hace cinco años. El local es generoso y recibe a personas desde alrededor de 25 años hasta 70, porque “todo el mundo toma cerveza” y como es de suponer subrayó “esto el Día del Amigo explota”.
Hay quienes se animaron a señalar zonas que se diferencian en su trayecto. La primera parte, hasta la intersección con Olascoaga es más de cafés, lugares propicios para un descanso luego de hacer trámites en los bancos que pueblan esas cuadras. Más “arriba” ganan terreno los bares, dándole otra fisonomía y movimiento. Será éste quizás uno más de los motivos por los que esta avenida nunca descansa.