Marcos Fini tiene 31 años, es periodista y nació en Misiones. Además de haber vivido 13 años en la Ciudad de Mendoza y en Tunuyán, aún mantiene su vínculo con estas tierras; ya que su hermana todavía vive aquí.
En setiembre del año pasado, Marcos se fue a vivir a Italia. Y hace más de tres semanas las primeras consecuencias del coronavirus -que luego terminaría por convertirse en pandemia y con estragos mundiales- empezaron a dejar su marca en la península; marcas dejarán secuelas por muchos años. De hecho, él se encuentra aislado y en cuarentena, como todo aquel que habita suelo italiano.
En diálogo virtual con Los Andes, el joven decidió compartir un texto que escribió en los últimos días -y que también publicó en medios de su provincia natal-: y donde intenta reflejar las sensaciones y vivencias que lo atravesaron y atraviesan en su aislamiento. Y cómo fue mutando el ánimo popular, y la percepción de la gente ante esta enfermedad.
A continuación, su relato en primera persona:
"Solo en el precipicio las personas encuentran la voluntad para cambiar"
(Relato de un argentino en cuarentena en Italia
-Marcos Fini-)
Así como tantos argentinos, decidí en setiembre del 2019 encarar un viaje hacia el Viejo Continente, puntualmente a Italia; donde como el 80% de la población argentina, tengo una descendencia familiar que me permite realizar los trámites para obtener la ciudadanía italiana, y por ende el pasaporte para poder viajar y trabajar por todo Europa.
Nunca iba a imaginar que seis meses después, estaría sin papeles y encerrado en un monoambiente en Malgrate (provincia de Lecco a 40 minutos de Milán) por una pandemia mundial, que ingresó al continente justamente por la Región de Lombardía, donde habito.
Todo esto comenzó hace más de 21 días, cuando un domingo por la mañana la noticia de la presencia sorpresiva de casos de coronavirus en una pequeña ciudad llamada Lodi, a sólo a 30 kilómetros de Milan, y su posterior cierre parcial; hicieron que la tarde del último día de la semana se transforme en un delirio en toda la región.
Los grandes supermercados se vieron colapsados por familias enteras, que inconscientemente corrieron de manera desenfrenada a vaciar las góndolas de todo tipo de mercadería, pensando únicamente en su propio bien, generando un malestar general en toda la región.
Comenzaron a circular videos y fotos de Milán, donde las personas se peleaban dentro de los supermercados por algunos productos; e innumerables imágenes de góndolas vacías. Del mismo modo, las farmacias fueron acosadas; quedándose en una tarde sin alcohol en gel, barbijos y otros productos de aseo personal.
Para el final del día, esta locura había llegado también a la ciudad más cercana donde vivo y capital de la provincia: Lecco. Por suerte para mí el domingo por la tarde el único supermercado grande cercano a mi casa siempre cierra.
Por lo que el lunes por la mañana, lamentablemente pude vivir la paranoia del supermercado por mi cuenta. Fui a comprar pan y alguna que otra cosa para desayunar, y como nunca; estaba repleto. Tantos carros que no se podía circular, algunas góndolas ya estaban desabastecidas, interminables colas para la caja. Ese día desayune cerca de las 13.
Al ver algunos carritos con muchísimas cajas de leche y de agua y otros sin ninguna, pensé lo egoísta que somos como sociedad, que en situaciones como estas sale a relucir el "sálvese quien pueda".
Las informaciones extremistas siempre perjudican en estos momentos. Y si algo a mí me había quedado en claro de los comunicados oficiales, es que los supermercados nunca iban a cerrar y que los suministros no se iban a cortar bajo ninguna razón. Por lo que el circo de los supermercados me pareció una forma de expresar lo individualistas y poco preparados que estamos como sociedad para enfrentar situaciones de esta índole.
Por su parte, el gobierno provincial y nacional, comenzó a tomar medidas de manera muy paulatina. Dependiendo de la zona, se fueron suspendiendo a lo largo de la semana las clases, luego las actividades deportivas y culturales. Y se recomendaba no trasladarse mucho ni acudir a lugares donde haya mucha gente.
Del mismo modo que el Gobierno, las personas tardamos mucho en reaccionar y tomar conciencia. Por lo que en una semana Lombardia se convirtió en la "Zona Rossa" (NdA: Zona JRoja) del país, por la cantidad de casos contagiados y fallecimientos en toda la región.
Una vez más, las medidas tomadas fueron muy leves. Inentendiblemente todos continuaban yendo a trabajar sin frenar. Trenes, colectivos, autos, todo se movía normalmente. Obviamente la actividad laboral debía seguir, ese es el pensamiento, esa es la prioridad.
Los bares y restaurantes continuaban abiertos con horarios reducidos, como si por alguna extraña razón el virus no circulara en alguna franja horaria. Y lo peor, la gente continuaba yendo.
Por las redes sociales, solo se veía pánico, bromas, y poco interés real por lo que estaba sucediendo. Incluso yo en esa semana viaje dos veces a Milán, ya que tenía entrevistas de trabajo que no podía dejar pasar. Luego de ver la capital de la región en esos días con mucho movimiento, entendí que para que haya un cambio hay que frenar totalmente, de la misma forma que lo hicieron mis documentos para la ciudadanía.
El cambio de prioridades y la conciencia humana, son fundamentales para estos casos. Y lamentablemente es algo que no poseemos muy efectivamente las personas. Pero que a lo largo de este periodo de crisis y decisiones difíciles, he podido evidenciar un avance.
Se me viene a la cabeza una frase de una película de ciencia ficción, donde un profesor frente a un posible destrucción de la tierra afirma que: "Solo en el precipicio las personas encuentran la voluntad para cambiar". Y cobra un sentido que tal vez antes no lo había tenido, porque verdaderamente se necesita un cambio en la sociedad en muchísimos aspectos. Y por más que lo sabemos hace muchos años, nunca lo hacemos verdaderamente; porque siempre esperamos hasta estar al borde para saltar.
Hoy por hoy, luego de algunos decretos provinciales y otros nacionales, Italia se ha convertido en un país de calles y aeropuertos vacíos. Donde casi nadie va a trabajar. Con controles policiales y sus respectivas multas, para evitar la circulación innecesaria. Algo que debería haber sucedido al menos dos semanas antes.
Como desde un principio, los supermercados siguen abiertos. Por lo que junto con algunos trabajos, visitas médicas, o sacar al perro hacer sus necesidades, son las salidas justificadas que permite el último decreto nacional.
Lamentablemente para casi todos el flujo laboral se frenó totalmente. De igual manera, el trabajo en el sector público se vuelve más lento de lo normal, y seis meses después de mi llegada aún no soy ciudadano italiano; y no puedo acceder a una carta sanitaria.
Comenzando la cuarta semana desde que inició todo esto, y sexto día oficialmente en cuarentena, se nota un cambio en el comportamiento; por las redes sociales, televisión y diferentes medios, así también como entre los vecinos del barrio. No sólo por el cuidado extremo y tal vez exagerado que se tienen ahora, sino también -y sobre todo- por los mensajes de ayuda, de positivismo, para intentar salir al menos psicológicamente de esta situación.
Para ingresar a los supermercados ahora se forman colas afuera, a una distancia de un metro entre las personas, e ingresa una cierta cantidad de personas por vez. Es obligatorio el uso del carrito para mantener la distancia mientras se hacen las compras. Para tomarse un tren, hay que justificar verazmente cual es el motivo con una auto certificación.
Ya nadie te saluda con la mano o con un beso, los abrazos quedarán para el futuro. Las videollamadas grupales son furor y el contacto familiar se hace presente más fuerte que nunca, haciéndonos pensar y debatirnos internamente que es lo esencial en nuestras vidas.
Los mismos medios de comunicación, que antes transmitían pánico, ahora incentivan un poco más a la conciencia. Las publicidades en la televisión te incitan al aseo personal y las prevenciones. Incluso algunas empresas de telefonía celular han ampliado gratuitamente los gigas de internet a sus clientes, para poder sobrellevar la cuarentena desde sus casas.
Antes los hashtag que más se usaban en las redes eran #paranoia #psicosis #coronavirus, ahora los más utilizados son #andratuttobene (Todo va a estar bien) #iorestoacasa (Yo me quedo en casa), este último impulsado por el Ministerio de la Salud, para incentivar la conciencia en la gente. Se puede también observar algunos carteles colgados en las ventanas con estos mensajes.
A esto se le suman algunas campañas, como la de España y donde se convocó, a través de las redes sociales, en la noche del 14 de marzo a un aplauso comunitario desde las ventanas en agradecimiento al trabajo de los médicos.
El día a día se vuelve una monotonía entre series de Netflix, lectura, producción culinaria casera y redes sociales. Lamentablemente no tengo un perro, por lo que no puedo salir a pasear. Me limito a tomar mates con lo que me queda de yerba y mirar por la ventana, esperando que pase alguna persona para gritarle que vuelva a su casa.