El equipo argentino de Copa Davis intentará en septiembre escribir un nuevo capítulo inolvidable ante Bélgica para alimentar el sueño de estar otra vez a un paso de la siempre postergada Ensaladera de Plata, en un año que quedará en el recuerdo por haber sido el primero con grandes resultados sin contar con un jugador que por sí solo lleve la bandera.
Después de una década en la que los grandes triunfos en casa o en el viejo continente se sustentaron en buenas actuaciones colectivas pero con el peso de la responsabilidad en líderes como David Nalbandian o Juan Martín Del Potro, el equipo capitaneado por Daniel Orsanic logró meterse entre los cuatro mejores consolidando una estructura de equipo casi horizontal.
La lesión del tandilense prohibió al equipo de contar con un as de espadas pero Leonardo Mayer, Federico Delbonis, Carlos Berlocq y Diego Schwartzman se las arreglaron para sortear dos muy duros escollos y quedar a un escalón de llegar a la cita máxima.
“Estoy muy orgulloso de estos jugadores. Dan todo y más. Los admiro mucho”, dijo Orsanic, en referencia a quienes consiguieron superar a Brasil y asegurar la permanencia en el Grupo Mundial y luego dejar en el camino al experimentado equipo serbio, pese a la ausencia de Novak Djokovic.
El inolvidable 4-1 con el que Argentina cerró la serie ante Serbia en Tecnópolis fue la confirmación de que Orsanic logró consolidar la idea de un equipo más allá de las figuras y que sea Bélgica el rival en semifinales potencia la ilusión de convertir en realidad lo que hasta hace poco era una quimera.
La derrota de Diego Schwartzman ante Dusan Lajovic y la victoria posterior de Berlocq frente a Filip Krajinovic sirvió apenas para decorar un fin de semana perfecto. En la cabeza de los jugadores argentinos y de su capitán ahora está Bélgica, un rival con el que el equipo argentino se anima a soñar.
“Ahora con Bélgica la serie es abierta”, confió Orsanic, por lo que nadie le quita a él y sus dirigidos la ilusión de dar un paso más. La que se jugará desde el 18 al 20 de septiembre en Bélgica será la primera semifinal en la última década que Argentina jugará frente a un equipo que, al igual que el albiceleste, no cuenta con una figura de renombre, más allá del buen momento de David Goffin.
Del otro lado se enfrentarán Australia, que necesitó del experimentado Lleyton Hewitt para ganarle a Kazajstán, y Gran Bretaña, que tiene a Andy Murray como abanderado.
El equipo argentino dio un paso gigante ante Serbia e intentará dar otro más en Bélgica para quedar por quinta vez cara a cara con la Ensaladera que tanto se le ha negado y es la gran cuenta pendiente del tenis argentino.
"Un equipo, un país, un sueño"
Los festejos finales del equipo argentino después del triunfo de Carlos Berlocq en el quinto punto de la serie ante Serbia resumieron la idea “y los valores” que el capitán Daniel Orsanic repite constantemente desde que asumió como reemplazante de Martín Jaite.
“Un equipo, un país, un sueño”, reza la bandera que ya forma parte de la escenografía habitual en los festejos argentinos y que fue tendida sobre el polvo de ladrillo en Tecnópolis para ser el eje de una ronda conformada por todos los integrantes del equipo.
Mayer, Delbonis, Berlocq y Schwartzman se mezclaron con los kinesiólogos, encordadores, Juniors, entrenadores, y todos abrazados saltaron mientras daban la vuelta a la bandera y cantaban que “esta es la banda loca de la Argentina, la que de las Malvinas nunca se olvida”.
En las tribunas quedaban muy pocos de los casi 4000 hinchas que presenciaron los partidos que sirvieron para cerrar la eliminatoria que se había definido el sábado con el dobles, pero esos pocos cantaban y coreaban las canciones que gritaban los integrantes del equipo.
Orsanic logró que esa idea de equipo con valores y sentido de pertenencia más allá de resultados sea repetida y con convencimiento por los jugadores, quienes durante todo el fin de semana remarcaron que “la unión del grupo” ayudó a inclinar la balanza a su favor en los momentos más importantes.
La bandera viajará a Bélgica y con ella irán las ilusiones de un equipo que, contra casi todos los pronósticos, sueña con escribir el capítulo más importante del tenis argentino.