Los argentinos tenemos una relación especial con el dólar. No nos enseñaron cómo funciona una moneda, pero la intuición nos sirvió para mantener a salvo los ahorros de los vaivenes de nuestros experimentos políticos. Hoy en día, a la “intuición” hay que mejorarla con fundamentos para entender qué está pasando con el dólar a nivel global y cómo nos impactará.
Desde 2017, el dólar comenzó un nuevo periodo apoyado en varios eventos: la asunción de Donald Trump, la mejoría de Europa (baja del desempleo, crecimiento económico), el fin de la caída de precios de las materias primas (principalmente petróleo y metales), el alejamiento de malas noticias para emergentes (China demuestra control entre el crecimiento económico y el endeudamiento, el populismo se aleja de Latinoamérica y no se concreta una "guerra" comercial entre países) y la continuidad en el gradualismo en los principales Bancos Centrales en la suba de sus tasas de interés.
En consecuencia, desde el 1 de enero de 2017, con la asunción de Trump, el dólar a nivel global se depreció 13% en promedio, ayudando a mejorar los retornos y precios de otros activos. Los precios de las materias primas aumentaron en promedio 3% (petróleo 18%, cobre 26%, trigo 7%) y el valor de las empresas también aumentó.
Las norteamericanas se incrementaron 28%, las alemanas, 15% y las brasileñas, 38%. Por último, el costo del dinero en dólares a 10 años subió 50 puntos básicos (de 2,38% a 2,85%) y a 2 años se incrementó 102 puntos (de 1,21% a 2,23%). En Europa, el costo del dinero en euros a 2 años aumentó 28 puntos básicos (-0,53% a -0,25%) y a 10 años, 40 puntos básicos (0,23% a 0,63%).
Habitualmente, el valor de una moneda está determinado por las diferencias relativas entre dos países, dado que las monedas siempre van en pares (EUR/US$, AUD/US$, US$/BRL, US$/ARS). En el menú de factores, los platos que importan son las diferencias entre las tasas de interés de los países en sus bonos de 2 y/o 5 años, el sesgo de sus políticas monetarias (contractiva vs. expansiva), competitividad, inflación, crecimiento y coyuntura.
El 2018 puede dar inicio a un nuevo periodo de apreciación del dólar frente a las monedas emergentes como el peso argentino, el real o la moneda surcoreana. ¿Por qué?
En primer lugar, el diferencial de tasas entre un bono de 2 o 5 años de Estados Unidos contra uno europeo (en euros) o australiano (en dólar australiano) está nuevamente en máximos históricos. Es decir, conviene ahorrar en dólares antes que en euros ya que un plazo fijo en EEUU rinde 2,23% mientras en Europa, 0,63%.
Tarde o temprano este diferencial hará que el euro u otra moneda comience a depreciarse, en consecuencia el euro pasaría de 1,22 a 1,12 (8% de depreciación) e impactaría nuevamente en el precio del trigo o del petróleo.
En segundo lugar, las causas naturales de la inflación y la política fiscal en Estados Unidos harán que las tasas tomen una aceleración.
Por el lado de la inflación, la tasa de desempleo está en mínimos históricos y la política migratoria de Trump hace más difícil contratar o mantener empleados. Así, las empresas que ya están compitiendo por encontrar gente ahora deberían pagar mejor para retener o contratar. Dado que la gente tiene más plata en el bolsillo, sale a comprar más. Ergo, aumenta la inflación.
Por el lado de la política fiscal, el crecimiento de EEUU podría acelerarse al 3% anual si las empresas que repatrían sus ahorros o son beneficiadas por la baja de impuestos lo invierten en el país. Al mismo tiempo, el paquete de obras públicas de Trump podría ayudar a aumentar la actividad, como sucede en Argentina.
En tercer lugar, la Reserva Federal dejará de financiar casi el 30% del déficit fiscal ya que lentamente va acotando su programa monetario.
En cuarto lugar, si ciertos países habitualmente compradores de bonos norteamericanos dejan o disminuyen su ritmo de compra, las tasas también deberían incrementarse. Si los “nuevos” compradores de bonos norteamericanos o financistas del déficit, como se quiera ver, son bancos, aseguradoras o gente normal, entonces un bono a 10 años debería pagar 5%, compuesto de 3% por crecimiento y 2% por inflación.