La visita del presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, a la Argentina, puede ser la oportunidad para reiniciar, o más bien iniciar, una relación con el gran país del Norte que realmente defienda los intereses nacionales en vez de subordinarse a ideologismos que desde uno u otro lado no hacen más que alejarnos del mundo. Porque pegarnos en demasía o pelearnos estúpidamente con EEUU son dos formas de apostar contra nosotros mismos, al ignorar la realidad subordinando todo a estériles prejuicios.
En los años 90, cuando intentamos ser socios del país del Norte, lo único que logramos fue que se nos utilizara para contrabandear armas al servicio de las finalidades geopolíticas del presidente de Norteamérica, o sea que seguimos siendo tan subordinados como cuando reclamábamos contra las supuestas trabas al desarrollo que nos imponía ese a quien llamábamos el imperio.
Entrado el siglo XXI decidimos virar ciento ochenta grados nuestra visión estratégica y entonces, luego de pedir ayuda al entonces presidente George Bush (h) para solucionar el problema de nuestra deuda externa, decidimos romper con el mismo gestando una delirante contracumbre bolivariana justo cuando se realizaba en la Argentina una Cumbre de todos los presidentes americanos.
Desde entonces, durante lo que quedó de la presidencia de Néstor Kirchner pero mucho más furiosamente durante la continuación de su esposa Cristina Fernández, se intentó por todos los medios asociarnos con los países enfrentados por las razones que fuera con los EEUU, como un modo de expresar nuestro rechazo al mismo, pese a que éste estuviera gobernado por uno de los presidentes más progresistas de su historia, el que en estos días recibimos, Barack Obama.
Una de las más reconocidas y certeras frases acerca del significado de la política internacional proviene de los tiempos imperiales de Inglaterra y dice así: “Los países no tienen amigos ni enemigos permanentes, sino intereses permanentes”. Idea más que adecuada para el momento actual de los argentinos en que luego de haber sufrido por dos décadas las andanadas ideologistas que nos hicieron perder perspectiva internacional, hoy podemos y debemos atenernos a la defensa de nuestros intereses en vez de caer en la pueril tentación de creer en amistades o enemistades que en nada expresan la realidad.
No obstante, que Obama haya elegido visitar solamente la Argentina después de su paso histórico por Cuba, no es en absoluto por casualidad. El país que él preside, tanto en sus vertientes oficialistas como opositoras, demócratas y republicanas, están observando con expectativas crecientes el cambio político que se verifica en nuestro país, en particular luego de años de aislamiento y confrontación no sólo con los EEUU sino en general contra Occidente, a cambio de excéntricas alianzas no sólo con China (lo cual suena razonable) sino también con Rusia, Angola e incluso elípticamente con Irán. Del país al que la Justicia argentina acusa provienen los que causaron el atentado a la AMIA.
Hoy la Argentina puede ser determinante para reconstruir el papel de América Latina en el mundo, sobre todo debido a la debacle brasileña, pero no contra ese país ni queriendo competir con el mismo, sino para unificar la proyección de nuestro continente en cuanto a su inserción en el mundo global desde un papel de equidad y de protagonismo creciente.
Es de esperar, entonces, que la visita del presidente de EEUU sea vista y aprovechada en su justa dimensión.