La llegada de Trump a la presidencia de los EEUU, con sus propuestas de cambio en las relaciones de su país con el mundo, está obligando a la mayor parte de los países de Occidente a replantear sus políticas internacionales. Se advierte la existencia de un desconcierto, en Europa y América, en la medida que las expresiones y propuestas en la campaña electoral eran consideradas, por muchos, como eso, es decir propuestas para conseguir votos. Pero que llegado al poder las cosas volverían a su cauce normal y EEUU seguiría ejerciendo el indiscutido liderazgo político, militar y económico de Occidente, como había ocurrido a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Pero para sorpresa de la mayoría de los líderes políticos parece que las cosas no volverán a la normalidad y que la política exterior de EEUU actúa como un revulsivo que obliga al resto a modificar sus posiciones, a modificar alianzas y, especialmente, a replantear sus relaciones económicas con los demás países. Entre los gobiernos que fueron sorprendidos por el triunfo republicano está el de nuestro país. El gobierno de Macri había sido muy bien recibido por el de Obama, que prestó una colaboración explícita para que el gobierno de Cambiemos resolviera problemas como los holdouts, salir del largo default, normalizar sus relaciones con los organismos financieros internacionales. En definitiva salir del aislamiento en que había quedado el país por las políticas del kirchnerismo. Por estas razones, y quizás también por inclinaciones ideológicas, el gobierno argentino digamos que “apostó todas las fichas” al triunfo de Hillary Clinton, en algunos casos con declaraciones imprudentes.
Puesto en esta situación, el Gobierno ha debido encarar una reorientación de la política exterior, lo está haciendo con celeridad y es de desear que pueda encontrar un camino beneficioso para el país. Lo ha expresado con claridad Malcorra en la reunión del G20 en Alemania: “Estamos tratando de entender cuál será el planteo de políticas que tendrá la nueva administración de EEUU. Hay que traducir sus mensajes en decisiones políticas y queremos ver ahora hacia dónde irá”.
En ese contexto de reorientación de la política exterior hay que enmarcar la reciente visita de Macri a Brasil, los lineamientos políticos acordados por ambos países, los acuerdos firmados. En este replanteo de la política exterior, y la relación con nuestro socio del Mercosur, es importante tener en cuenta que la grave crisis política que atraviesa Brasil convierte su relación con Argentina en mucho más estratégica; hoy nuestro país pesa. La visita al presidente Temer procura reencauzar al Mercosur en lo que es su esencia, un acuerdo económico, dejando de lado las cuestiones que los gobiernos populistas le habían dado. El objetivo de los acuerdos propuestos es aumentar el comercio entre Brasil y la Argentina y de todo el Mercosur. Argentina ha propuesto un proyecto que debe terminar en la creación de una agencia binacional de normas técnicas, sanitarias y fitosanitarias. Ambos presidentes reconocieron que Brasil y Argentina han utilizado diferentes estándares en cada país para trabar el comercio.
Esta práctica ha sido particularmente grave para frutas y hortalizas. De concretarse este proyecto puede significar eliminar uno de los obstáculos más serios al intercambio existentes desde hace años. Recordemos que 20% del total de las exportaciones argentinas van a Brasil y 46 de las manufacturas de origen industrial (automóviles y autopartes). La mitad de las exportaciones de Brasil a Argentina es de autos.
Un punto muy importante ha sido el apoyo de Brasil para concluir el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y flexibilizar las normas del Mercosur para realizar acuerdos bilaterales de libre comercio.