Dicen que los jugadores sueñan mil veces el partido antes de jugarlo. Lo repasan, lo imaginan. Para muchos los sueños se hacen realidad, para otros se convierten en fantasmas que lo persiguen durante años (sino que le pregunten a Higuaín). Para Hannes Thór Halldórsson el de ayer podría ser el libreto ideal para su ópera prima. El arquero que es cineasta se convirtió en el actor principal de lo que fue el debut de Islandia en un Mundial. Miles de imágenes y sensaciones le deben haber pasado al islandés por la cabeza, la misma en la que debe haber imaginado tener esta posibilidad única: atajar el primer penal a Messi en un Mundial.
Argentina mostró más de lo mismo que venía mostrando en los últimos tiempos: fue un equipo abúlico. Dominado, sí; pero sin el hambre que se necesita.
Posesión no significa peligrosidad y eso es lo que tuvo el equipo de Sampaoli que falló no sólo en el armado del dibujo táctico y en la elección de los protagonistas, sino también en meter un golpe de timón cuando se veía que el equipo estaba destinado a chocar permanentemente.
El encuentro se transformó en un improductivo monólogo argentino, con tenencia de pelota hasta tres cuartos de cancha y después, todo oscuridad, ninguna idea. Todos esperábamos que Lionel Messi frotara su botín y apareciera el genio. Pero la Pulga demostró durante todo el partido que estaba fastidioso. Fue una constante verlo rumiando disconformidad con los brazos en jarra y rascando su cabeza como buscando soluciones. La defensa a ultranza que hicieron sus compañeros en las declaraciones post partido sólo sirven para confirmar
De hecho jugó demasiado por el medio del campo, casi como un 9 retrasado, no por la derecha y haciendo diagonales que es donde más cómodo se siente y de donde supo escribir sus páginas más gloriosas.
No hubo equipo. Sólo muchas voluntades tratando de acorralar a un equipo que se sentía cada vez más cómodo parado en bloque y resistiendo. La chispa de potrero que sacó a relucir Agüero en el gol nos había abierto la puerta a la ilusión, pero los desacoples de la defensa, en una línea en la que Sampaoli intentó improvisar y fracasó con todo éxito, nos devolvieron a la realidad. A partir de ese momento a Argentina le invadieron los fantasmas. Pasados, presentes y futuros. Era el final anunciado de una película que se ha repetido hasta el hartazgo al punto que ya parecía verse en blanco y negro, como lacamiseta.
Argentina no salía de la monotonía. No aparecía quien se atreviera a faltarle el respeto al libreto. Se imponía la improvisación y ni Sampaoli aportaba. El ingreso de Pavón por un Di María apático por enésima vez, fue acertado pero tarde.Era lo que el partido le pedía.
Sólo Meza encontraba algunos espacios, pero no al socio para construir algo beneficioso. El chico de Independiente fue lo más claro y hasta el responsable de que Messi tuviera la posibilidad del penal que lo terminó dejando como el villano de la historia. Esa historia que le regaló a Islandia un héroe y a Argentina una nueva decepción y van…