Hay una rutina en nuestro país que es una mezcla entre juego y desesperación. Se trata de llamar a una empresa de servicios, anunciar que le vamos a dar de baja y comenzar la danza de la negociación que, tras una media hora de explicaciones y quejas, derivará en un descuento satisfactorio por tiempo limitado.
¿Resulta familiar? Pues así conseguimos TV por cable, plan de datos en telefonía celular o cualquier beneficio que nos permita ahorrar unos pesos sin renunciar a algún gusto o prestación.
Comprar con descuento ya es parte de nuestra rutina, como vestirnos o comer y, al igual que en estas dos actividades, hay quienes se perfeccionan para transformar el hábito en un arte.
Así transitamos nuestra vida yendo al supermercado en determinados días porque ellos ofrecen una oferta o nuestro banco nos devuelve plata. De la misma forma hicimos florecer en Mendoza el negocio de las aplicaciones de deliveries a golpe de cupón y código promocional para pagar menos.
Y así como no sabemos vivir sin crisis, tampoco sabemos subsistir sin descuentos.
Ejemplos sobran y hay uno que siempre me resultó llamativo: ¿alguien fue al cine y pagó una entrada al precio final y oficial? Existen tantas promos (desde 2x1 con casi todos los bancos hasta días más baratos ofrecidos por las propias cadenas) para ver una película que rara vez sabemos exactamente el valor de la entrada.
Así llegamos al Cyber Monday que arrancó este lunes pero nos viene invadiendo el teléfono con publicidades desde hace más de una semana.
La iniciativa propuesta por la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE) se consolida y seduce. Según informaron, este año se produjo el mayor descuento promedio de todas las ediciones que han realizado hasta ahora y llega al 29%. Esto es, según señalaron, un 4,8% más de rebaja en productos que los ofrecidos el año pasado.
En la lista de lo más vendido hay clásicos como celulares, televisores y aires acondicionados pero también grandes sorpresas como pañales, jabón líquido y cerveza. En esos extremos del consumo queda claro que ahorramos en lo que podemos y que casi no hacemos diferencia entre lo que necesitamos y lo que deseamos.
Sabemos que hay precios inflados que se rebajan para disfrazarse de descuentos pero es parte del juego que aceptamos jugar. Allí radica el éxito del Cyber Monday, el Black Friday y cualquier otro truco de ventas que nos promete oportunidades únicas porque, cuando se vive en un país como el nuestro donde la crisis económica es una constante, salir de compras es más una aventura que una necesidad.
Todos conocemos la triste verdad de que en Argentina no existe la tradición de rebajas que hay en Estados Unidos o España, pero por más falaz que sea una oferta en nuestro país la preferimos antes que enfrentar una compra sin incentivos, sin rebajas o sin cuotas.