Los Gladiadores desaprovecharon sus momentos favorables y cayeron frente a Alemania por 28-23. El seleccionado argentino aún mantiene sus chances de clasificación en el Mundial de Balonmano, pero para que eso sea posible deberá vencer a Rusia en el juego que cerrará el Grupo D y que se disputará el próximo sábado.
Argentina se encontró con dos escollos infranqueables: una caída de tensión propia en el segundo tiempo y una certera performance del arquero alemán Lichtlein, quien tapó siete lanzamientos netos; dos de ellos, penales.
La Selección había ganado el parcial por 14-13, producto de haber sabido cómo responder a un ida y vuelta permanente. La concentración en defensa fue la clave y la contundencia en ofensiva apareció cuando más se la necesitaba.
Un Vieyra muy participativo en el juego y con un porcentaje importante de goleo contribuyó a que Argentina lastimara en el ataque. Así, liberó el radio de Pizarro, quien también aportó en el uno contra uno.
Federico Fernández, desde el otro extremo, fue otra de las cartas que influyeron para que la etapa inicial terminara a favor del albiceleste. Los lanzamientos de los dos Simonet en cancha sirvieron para redondear un parcial favorable.
Como toda potencia que se precie de tal, los germanos tuvieron claro que sus antecedentes pesaron a la hora de encumbrarse en este Mundial. No sólo porque una maniobra criticable de la IHF les permitió desplazar a Australia del cupo en el torneo, sino porque ya en el debut victorioso contra Polonia dejaron señales claras de que no habían llegado a Doha de paseo.
Una defensa que se cerró con justeza para defender, mucha precisión en el pase rápido y desplazamientos largos para el contraataque fueron la base de su juego.
Con un tremendo pivote como Wiencek, los germanos se apoyaron en Gensheimer y Groetzki - elegido como MVP - y en la reacción justa de su arquero Lichtlein, quien se mostró mentalmente fuerte con una sucesión de tapadas imponente, entre ellas dos al "Chino" Simonet en la etapa inicial: uno de fly y otro a pura finta.
En el complemento, Argentina empezó a deshilacharse y tuvo una baja visible en su producción, también aumentada por fallos arbitrales que la sacaron de foco y le contagiaron nerviosismo.
Mientras Lichtlein le siguió ganando el duelo a Diego Simonet y los alemanes crecieron en confianza y distribución de juego, la Selección hizo un quiebre fatal durante cerca de 4 minutos (entre los 11'50'' y 15'45), en los cuales su rival marcó cuatro goles y así mantuvo esa diferencia hasta el cierre.
El último tanto, de Vieyra, trajo un mínimo respiro, pero la justeza del adversario hizo cerrar el marcador con 5 goles de distancia.
Ahora, será el tiempo del replanteo y del análisis. Otra vez se rindió de igual a igual con una potencia, pero a diferencia de la caída con los polacos - a muy poco del final - en esta oportunidad se percibió la derrota en la medida que la respuesta del equipo parecía estar bloqueada.
A poner la mira en Rusia, entonces. Y tener la certeza de que aún se puede. Sí, se puede.
