Argentina y Francia, vigentes subcampeones de América y Europa, abren en Kazán los Octavos de final con un pulso de vértigo, que les sitúa ante la posibilidad de dejar atrás las dudas que arrastran y el precipicio al que les aboca la derrota.
Por su trayectoria histórica, con independencia de su momento de confianza o de juego, las rondas eliminatorias de los grandes torneos siempre les sitúan ante la exigencia de no fallar.
Del Kazán Arena, por tanto, una selección se marchará con la tacha de las expectativas no cumplidas y la otra revigorizada y con un gran capital de confianza para el resto de la competición.
El conjunto galo llega con la chapa de líder invicto del Grupo C, pero con un juego muy criticado; el cuadro albiceleste, en cambio, tras una clasificación agónica.
Esquivar un adiós prematuro permitió a la selección argentina mudar sus emociones. Con su victoria (2-1) ante Nigeria, apartó el ánimo catastrófico que le acompañó tras el empate ante Islandia y la derrota ante Croacia.
Rebelado contra lo que se intuía como un destino fatal, el grupo que capitanea Leo Messi decidió reiniciar su recorrido en el torneo en la tercera jornada de la fase de grupos. Cuenta desde ahí cinco finales hasta el 15 de julio -cuando se definirá el título en Luzhniki-. Ganada la primera, apunta con ilusión a la segunda.
El equipo de Sampaoli encontró el fútbol y la solidez que ansiaba en el bloque de los históricos, es decir, en Gabriel Mercado, Marcos Rojo, Javier Mascherano, Ever Banega, Ángel Di María, Leo Messi y Gonzalo Higuaín. Junto a ellos formaron Franco Armani, los defensores Nicolás Otamendi y Nicolás Tagliafico y el volante Enzo Pérez, que ya recuperado de un golpe en la cadera ofrecen la posibilidad de repetir equipo titular.
Es algo que el técnico de Casilda no hizo en ninguno de sus catorce partidos como seleccionador argentino, pero al borde del precipicio vuelve a necesitar corazón y certezas, lo que pasaría por volver a recurrir a ellos.
Frente a las dudas de Sampaoli, su homólogo francés, Didier Deschamps, afronta el duelo con un mayor crédito, pero quedará muy resquebrajado en el caso de que no llegue a los cuartos, la misma fase que alcanzaron hace cuatro años.
Deschamps, que ha venido probando diferentes planteamientos a lo largo del Mundial, se decantará sin duda por el que ha resultado más cómodo, el que pusieron contra Perú en el segundo partido, un 4-2-3-1 que, además, aparece como el mas adecuado para frenar a la estrella “albiceleste”.
Pocas opciones tiene de repetir el tridente Mbappé-Griezmann-Dembelé en ataque, no es momento de riesgos ofensivos ante una selección del calibre de Argentina. Los experimentos quedarán atrás.