Debieron pasar 16 años de espera, para que ayer la alegría fuera interminable. En la final del Mundial La Roche-sur-Yon, en Francia, los motivos le sobraron a la Selección argentina para una fiesta completa: conquistó su quinta corona en el historial mundialista, goleó a su archirrival España (6 a 1); le cortó una racha de 71 partidos invictos y le truncó también la gran chance de ser el primer país en lograr seis títulos consecutivos.
Los medios españoles al finalizar el partido señalaron: “España ha caído ante una Argentina espectacular, histórica”. Pero antes habían pasado 40 minutos de juego y los europeos, tras la conquista de Jordi Bargalló (a los 5’) se relamían por un festín repetido. Argentina y España, con una campaña arrolladora, volvieron a encontrarse en una final como en Vigo 2009, San Juan 2011 y Luanda 2013.
Esta vez, el plantel albiceleste fue más preciso en su juego. Tras el gol de Bargalló, los dirigidos por Giuliani reaccionaron con el ingreso de Lucas Ordóñez dotando al quinteto con una clara vocación ofensiva. Fue el delantero, flamante hombre del Barcelona, a los 9’, con un disparo de media distancia, que igualó el marcador.
Argentina recuperó el equilibrio defensivo y, desde el fondo, David Páez se proyectó para marcar una diferencia (a los 12’ y 15’) tranquilizadora, resultado con el que ambos llegaron al descanso (3 a 1).
En el complemento, Argentina se encimó en su área -seguro de la capacidad del mendocino Valentín Grimalt (que contuvo un libre de Tony Pérez) para resguardar las redes- esperando conectar el golpe de nocaut. A los 9’, con un directo, Ordóñez volvió a marcar (4 a 1) y abrió las puestas para que Argentina escribiera su historia de gloria.
