Argentina corporativa: sociedad bloqueada

Cuando cada grupo de interés se queda, además de lo que le pertenece, con una porción cada vez mayor de lo que le pertenece a todos.

Argentina corporativa: sociedad bloqueada
Argentina corporativa: sociedad bloqueada

El tema de nuestro país organizado corporativamente es de muy larga data: viene de la primera mitad del siglo pasado. Corporativismo es la tendencia de un sector profesional a defender a toda costa sus intereses y derechos de grupo sin tener en cuenta la justicia ni las implicaciones o perjuicios que puedan causar a terceros.

Es una doctrina económico-social que propugna la reunión o agrupación de los individuos de una misma profesión en corporaciones, donde el poder de decisión se encuentra en manos de las organizaciones y no de las personas.

En nuestro país la Constitución Nacional de 1853, que organizó una república liberal y limitó el poder del Estado, fue claramente anti corporativa. Privilegió al individuo en sus decisiones, frente a los grupos organizados o informales.

Pero a lo largo del siglo XX la política y la legislación fueron torciendo la organización institucional, en dirección contraria a aquellos principios. En varios períodos con políticas de gobierno deliberadas, en otros resultados justamente de poder de diversas corporaciones para imponer sus intereses.

Sea como fuere, los esporádicos intentos de revertir el corporativismo terminaron en fracasos. Los intereses corporativos retornaron con más fuerza y algunos viejos que se debilitaron fueron remplazados por otros nuevos. El resultado está a la vista. La sociedad está bloqueada; vegeta entre crisis y crisis.

La enumeración de las corporaciones sería interminable. También la discusión política y académica sobre si lo son o no. Comencemos por las que la propia sociedad considera las más importantes.

Los empresarios no forman una única corporación que los engloba a todos y una sola voz los expresa. Se trata de múltiples organizaciones sectoriales y territoriales, industriales, agropecuarias, de servicios, comerciales.

De todo tipo de tamaño y capacidad de acción, a veces imponen lisa y llanamente sus intereses. En otras tienen capacidad de bloquear decisiones de gobierno que puedan afectarlos.

Las organizaciones sindicales revisten las mismas características: tienen la ventaja para ellas de contar con una legislación, la ley de asociaciones profesionales, que determina la existencia de un sindicato por rama de actividad, en algunos casos con afiliación obligatoria. Esta legislación con claro tinte fascista, ha sido atenuada en los últimos años por algunos fallos de la Justicia.

Dijimos que la lista puede ser interminable. Mencionemos por caso las decenas de universidades nacionales constituidas en ámbitos autónomos del Estado, cuya función se limita a proveer anualmente su presupuesto.

Lo mismo puede decirse de organismos de investigación científica: las huelgas y tomas de edificios de los últimos días, así lo muestran. O los autodenominados grupos ambientalistas, cuyo poder ha logrado impedir el desarrollo de la minería en gran parte del país.

El deporte más popular del país, el fútbol, organizado corporativamente en la AFA, siempre dispuesto a presionar para no pagar las cuantiosas deudas de los clubes y exigir dinero al Estado, para que "haya fútbol para todos".

Los artistas, organizaciones y exigencias: basta recordar los anuales problemas con los bailarines de la Vendimia. Como hemos dicho al principio, cada uno defendiendo sus intereses, sin tener en cuenta las consecuencias sobre los demás.

Un sociólogo con larga experiencia en estos temas señala que en las diversas elecciones que hemos tenido, de las alternativas posibles "ninguna proponía políticas concretas destinadas a romper con un modelo corporativo que desde hace décadas ha bloqueado la posibilidad de que la sociedad libere sus potencialidades creativas al servicio de un proyecto de desarrollo económico con alta productividad y distribución equitativa de los ingresos".

Destaca un hecho conocido, pero cuyas causas son esa máquina de impedir que es la sociedad corporativa. En esa situación "los diferentes miembros de la sociedad debieron buscar salidas individuales: los más capacitados emigran a países más amigables con el progreso; los que cuidan su capacidad de consumo hacen colas en las fronteras con Chile, Paraguay y Bolivia para comprar más barato; los que nada tienen enajenan su dignidad por un plan social y todos "hacen la suya".

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