La tranquilidad era el ingrediente extraño para un partido de final de fase de grupos de un Mundial. Pero el triunfo de Filipinas sobre Senegal en el primer turno y el de Croacia sobre Puerto Rico en el segundo hacían que el resultado ante Grecia no importara demasiado, porque Argentina iba a ser primera si ganaba y tercera si perdía.
Ambas opciones eran buenas: un día más de descanso y evitar a España en un hipotético cuartos de final.
Así las cosas, la pregunta era ver qué hacían Lamas y los muchachos. Si salían a jugar con intensidad o a regular esfuerzos en pos del real objetivo, que era el primer cruce eliminatorio.
Argentina no empezó bien, porque Grecia, mucho más preparado tácticamente que Senegal, hizo todo lo que le convenía para aprovechar las ventajas de su gente grande o, en su defecto, de su buen base (Calathes), que no venía descollando en el torneo.
Con 10 puntos del base en el primer cuarto, tomando los tiros que le daban, más el juego interior de Bourousis y Printezis, los griegos abrieron grietas en la defensa argentina hasta sacarle la máxima de 12 en el final del período: 28-16.
Argentina ajustó en el segundo cuarto, presionó más el balón, cerró más la línea de pase de los interiores y mejoró ofensivamente, donde tampoco había hecho un gran trabajo, principalmente con el talento de Scola para anotar desde 5 metros o para aprovechar las descargas tras las penetraciones.
Así se acercó a 3 (28-31), momento en el que Lamas mandó al banco a Prigioni. Argentina se descontroló, Campazzo se obstinó demasiado en ir al cesto ante gente muy alta y se comió dos tapones seguidos y Grecia, inteligente, no se salió de su fórmula, empezando a construir un triunfo sólido, característica que tuvo en toda esta fase de grupos. Con una bomba de Zisis sobre la bocina, se fue al descanso largo 44-33.
En el arranque del tercer cuarto, los griegos quebraron el juego. 8-0 para tomar luz de 19 (52-33). ¿Era el momento para hacer descansar a Scola, que no había salido un segundo aún? Quizá, pero mantenerlo en cancha demostraba, más que la intención de ganar, la idea de tener que jugar bien lo que quedaba del partido, para irse con buenas sensaciones.
Scola se quedó un ratito más tras un amague de reacción que puso a Argentina a 10 (46-56), Nocioni también salió y Prigioni al final del cuarto, que fue para los griegos 64-50.
Lo curioso fue que, con un quinteto extraño (Campazzo, Safar, Mata, Gutiérrez y Delía), Argentina lo empezó a levantar de a poco, con buenas defensas, sin presión y con puntería exterior.
Grecia se confió demasiado y, cuando se quiso acordar, una serie de malos ataques, defensas livianas y una infantil técnica a Bourousis le permitió a Argentina ponerse a 4 primero (60-64), a 2 después (68-70).
Lamas ya había puesto en cancha poquito antes a Scola y Nocioni, para ganarlo, pero una seguidilla de errores le permitieron a Grecia correr y estirar la luz a 8 (68-76), con 2m40s en el reloj.
Grecia lo cerró mejor, se llevó el primer puesto del grupo y ahora le tocará un clásico en octavos de final ante Serbia. Argentina en tanto irá contra Brasil.