En 1978 los diarios ya ensayaban sus primeras páginas a color y la euforia por el Mundial de fútbol aún seguía latente. Pero en estas tierras el culto por la celeste y blanca también ganaba otros matices.
En el Estadio Parque de Mayo, en San Juan, diez hombres dirigidos por Santos Alvarez despertaban las mismas pasiones. Jugadores, en su mayoría cuyanos, que se encaminaban a la tan ansiada vuelta olímpica.
Nadie quería perderse ese partido con gusto a final. Hasta en la puerta, horas antes José (de quien no revelaremos el apellido) había vendido su Fiat 600 para comprar una entrada en la reventa. Aquel sábado, el estadio explotaba, el equipo de hockey sobre patines argentino necesitaba el triunfo para encumbrarse entre los grandes.
La televisión y las radios transmitían al unísono los pormenores de aquel partido. Porque la Selección se jugaba todo frente España, el defensor del título. Y el único camino posible para alcanzar la corona era la victoria, para dejar atrás apenas por un punto (se sumaban dos unidades por victoria) al hasta entonces mejor de todos.
Era la segunda vez, que un torneo de esta envergadura se disputaba en la Argentina (el anterior fue en 1970). Era la segunda vez que la gente se apelaba en las tribunas dispuesta para la fiesta.
Con el ingreso del equipo la pista, de granito, se cubrió por una repentina lluvia de papelitos. Antes de la orden de inicio Fueron momentos de tensión, en la formación inicial el arquero Carlos Peña reemplazó al mendocino Julio Briones, el menos vulnerado del torneo.
Argentina había quemado todas sus naves buscando estampar su nombre en la historia del hockey. Y jugó el mejor partido de todos, dominó sin complicaciones al quinteto ibérico.
Se hizo dueño e las acciones y debió esperar el complemento, para que con un gol tempranero de Mario Agüero, pudiera quebrar aquel cero interminable del marcador.
Cuyo estaba forjando su proyección al mundo como una interminable cantera de talentos; después del mundial la puerta la abrió Daniel Martinazzo, capitán de aquel equipo dirigido por Santos Alvarez que cerró el año como tapa de “El Gráfico” y un paso al hockey profesional en Europa.
El reconocimiento histórico
Casi treinta años después de aquel memorable sábado 11 de noviembre de 1978, cuando la Selección argentina de hockey sobre patines alzó por primera vez la Copa del Mundo. En la Legislatura provincial, por iniciativa del diputaro Roberto Recabarren, se realizó un acto para homenajear a los campeones.
Al acto, organizado por la Asociación Mendocina de Patín y la Honorable Cámara de Diputados y Senadores de Mendoza, asistieron Julio Briones, Mario Agüero, Daniel Martinazzo (el capitán en 1978), Raúl Martinazzo, Mario Rubio y Carlos Coria además de familiares e invitados especiales. El momento también sirvió para rendir un tributo a Fabio Falco Enriz, uno de los precursores de los encuentros de jugadores veteranos.