Hoy, 22 de febrero, el país celebra 114 años de permanencia ininterrumpida en el Continente Blanco, y por tal motivo esa jornada figura en el calendario como Día de la Antártida Argentina.
La fecha, instituida por ley de la Nación de noviembre de 1974, fue tomada porque a partir de ese día de 1904, nuestra bandera flamea en la isla Laurie del grupo de las Islas Orcadas, al ser inaugurada una estación meteorológica en la actual Base Orcadas.
Es obligación desde entonces que la enseña nacional se encuentre al tope de los mástiles en los edificios públicos nacionales y se realicen actos alusivos a los derechos de soberanía sobre la Antártida Argentina.
Lamentablemente, un acontecimiento tan trascendente para el país coincide con el receso de verano en los establecimientos públicos de enseñanza de gran parte del territorio argentino, y por eso organismos públicos y privados -entre éstos la Fundación Marambio- recomiendan a los docentes que en los primeros días del comienzo de las actividades escolares promuevan clases referidas a la conmemoración.
Hace ya ciento catorce años que los argentinos estamos en la Antártida, de los cuales los primeros cuarenta años fuimos los únicos ocupantes permanentes, hecho que constituye uno de los principales avales de nuestros títulos de soberanía en el área.
Sin embargo, muchos argentinos no saben que el 22 de febrero es el Día de la Antártida Argentina y, como dijimos antes, esto se debe a que en esa fecha las escuelas están de vacaciones y por consiguiente no se enseña ni se difunde este aniversario patrio, como ocurre con otros sucesos que están en el calendario escolar. Se sostiene generalmente que lo que se aprende de niño en la escuela difícilmente se olvide.
Pero a falta de esa presencia en las aulas del acontecimiento que evocamos, hay una amplia información en las páginas de internet de la Fundación Marambio (www.marambio.aq/diaantartida.html) y de la Dirección Nacional del Antártico.
La Antártida abarca los territorios al sur del paralelo 60º S, que es la región a la que se refiere el Tratado Antártico, de la cual la Argentina es una de las signatarias.
Una de las condiciones estratégicas de este continente es que en él se almacenan, en forma de hielo, más de las tres cuartas partes del agua dulce existente en la Tierra. Si todo este volumen de hielo cambiara al estado líquido, se produciría un incremento del nivel del mar del orden de 65 m, aunque este escenario no es probable en las escalas de tiempo habituales para los seres humanos.
La celebración en 1957-1958 del Año Geofísico Internacional se focalizó fundamentalmente en la Antártida: doce naciones actuaron de modo coordinado, se hicieron importantes descubrimientos científicos y se instalaron una serie de estaciones sobre el terreno.
Así, en 1958 se estableció el Comité Científico para la Investigación Antártica (SCAR, sigla de Scientific Committee on Antarctic Research), con el objetivo de promover y coordinar la investigación científica, y al año siguiente se firmó el Tratado Antártico, con el fin de decidir de forma colectiva sobre el futuro del territorio situado más allá del paralelo 60º S.
En ese acuerdo internacional está la Argentina y es un aspecto trascendente que debemos tener muy presente porque hoy la Antártida es un territorio gestionado multinacionalmente, dedicado a la paz y a la ciencia, y en el que la conservación ambiental tiene un lugar prioritario.
Un campo de acción en el que debemos estar muy firmes pensando siempre en la ansiada reivindicación de las Islas Malvinas.