El Gobernador se muestra cada vez más enfático en sus apariciones públicas luego del triunfo electoral de octubre. Siente que su poder político se ha consolidado y pretende que su partido lo siga sin fisuras para repetir en 2019 los logros electorales. En las legislativas recientes su espacio ganó por varios cuerpos al resto de las agrupaciones y por el momento todo lleva a considerar que la experiencia triunfalista debería repetirse dentro de dos años, siempre y cuando su liderazgo, que en política por lo general tiene plazos, no encuentre antes quién lo opaque.
Ese buen momento es, sin dudas, el que motivó a Cornejo a pronunciar la arenga escuchada el viernes en el congreso partidario convocado para reelegir al titular del partido radical, el intendente de la Capital, Rodolfo Suárez, pero que más que nada le fue útil al titular del Ejecutivo para hablar y exigir a los dirigentes y militantes la misma fidelidad al proyecto político que encabeza.
Muchos buscan interpretar qué hay más allá de la promesa de que no habrá “ninguna rispidez interna en el frente Cambia Mendoza o al interior del radicalismo, porque el programa será el mismo”, según lo que vociferó en el mencionado encuentro radical. Para un experimentado observador del día a día del radicalismo, y especialmente de su actual líder local, se hizo patente la convicción de éste de que será sólo él quien tome las decisiones estratégicas más trascendentes. Su gobierno y la carrera electoral hacia 2019 irán por un mismo carril.
Pero, en realidad, Cornejo no sólo arenga a diario a los suyos. Su discurso enfático por lo general está siempre dirigido a todos los participantes de la vida pública mendocina, incluyendo a dirigentes de la oposición, gremialistas, jueces, etc. Si bien la definición de arenga apunta más a un discurso que se pronuncia para levantar los ánimos, bien cabe el uso de este término en el caso particular de Cornejo si nos detenemos a pensar que, tal vez, con sus quejas y reclamos de mayor eficiencia hacia aquellos con los que no está de acuerdo lo que busca, en definitiva, es aplicar un mecanismo de motivación para cambiar el rumbo de las cosas.
En ese sentido, su arenga a la oposición justicialista apunta, por lo general, a señalar la escasa autoridad que, según él, tiene el PJ para no respaldar legislativamente muchas de las propuestas de su gobierno luego de “años de desorden administrativo” y “despilfarro”, en especial apuntado a la gestión de su antecesor, Francisco Pérez.
En cuanto a la Justicia, le sigue exigiendo mayor eficacia, argumento con el cual sustenta su propuesta de subir a 9 el número de miembros de la Corte, entre otros aspectos que encuentra para la confrontación con los jueces que lo ha caracterizado desde que asumió hace dos años.
Ni qué hablar de la relación con los gremios estatales. Los proyectos para cambiar el Estatuto Docente y el Estatuto y el Escalafón del Empleado Público el año próximo (ver página 2A) pueden llegar a sustentarse en las diferencias metodológicas que siempre tuvo con los gremialistas del sector público, a los que de algún modo logró doblegar en la parte inicial de su gestión, pero que ahora, a partir de la nueva conducción electa en el SUTE, le vuelven a generar dolores de cabeza.
Fijar una posición. En el justicialismo parece haberse impuesto una coincidencia en el bloque de diputados: exigirle al oficialismo que en el tratamiento de la ampliación de miembros de la Corte abra el proyecto a otras urgencias que tiene la Justicia mendocina para lograr un rendimiento más eficiente. Sostienen que sólo llevando de 7 a 9 los integrantes lo único que se logra es otorgarle más poder al actual gobernador.
Cuestionaron en el principal sector de la oposición que el bloque de Cambia Mendoza haya pretendido apurar el tratamiento preferencial de la media sanción del Senado teniendo hasta ahora en duda el apoyo del demócrata Marcos Niven y definitivamente en contra el de Guillermo Pereyra, el diputado y gremialista peronista que formó parte del oficialismo provincial a través de su vínculo con Massa, relación política que ya finalizó. Niven, en sintonía con el pensamiento de su partido, cree (lo dijo públicamente) que no es conveniente imponer una modificación en el funcionamiento de la Corte, máximo exponente de otro poder del Estado, cuando se podrían consensuar posturas con todo el Poder Judicial para lograr que éste no sólo tenga más jueces supremos sino que funcione conforme las actuales exigencias de la sociedad.
Por eso Marcos Niven dijo en la semana que la reciente designación de Nanclares como presidente de la Corte constituye un “gesto” de ésta para avanzar en la modernización. “No es alguien que se oponga a una reforma del Poder Judicial”. En cambio, el guiño que Nanclares en su momento le dio a la ampliación del número de miembros de la Corte tal vez haya sido tomado por Cornejo y el Gobierno en general como la señal de vía libre para un aumento de miembros que genera más especulaciones de conveniencia política para el Gobierno que intenciones claras de lograr que la Justicia funcione mejor.
Hay quienes en el justicialismo sugieren y buscan convencer, tanto en el ámbito de la presidencia de Diputados como del bloque oficialista, que “no hace bien” desde el punto de vista institucional forzar una votación tan pareja en un asunto tan sensible que lleve a un posible desempate del presidente del cuerpo legislativo. Es que con el panorama que se vio en la semana puede haber igualdad en los votos y definición del presidente Néstor Parés.
Uno de los que más moviliza la búsqueda de un acuerdo es Jorge Tanús. El diputado peronista recuerda que en 2013, siendo él presidente del cuerpo, recibió en un escenario muy parecido al actual la media sanción de la reforma de la ley electoral que dio paso a las primarias abiertas locales.
Y con el consentimiento del entonces gobernador Pérez, buscó mecanismos de acercamiento para recoger inquietudes de la oposición radical de entonces y logró la aprobación unánime en un tema de características institucionales también fuertes. Mañana se anuncia una reunión partidaria para que todos los legisladores vayan por el mismo camino. Quieren que los diputados imiten la negativa unánime de los senadores.