Areco: el legado gauchesco

El pueblo de Ricardo Güiraldes, quien encontró en estas pampas inspiración para escribir Don Segundo Sombra, es un refugio de las tradiciones más arraigadas de la cultura gaucha.

Areco: el legado gauchesco

"En las afueras del pueblo, a unas diez cuadras de la plaza céntrica, el Puente Viejo tiende su arco sobre el río, uniendo las quintas al campo tranquilo". Así arranca Don Segundo Sombra, el clásico de la literatura escrito por Ricardo Güiraldes.

"Cuando salimos de Areco, nos queda la impronta del puente, y lo necesitamos de cualquier manera. Con adobe, con revoque, con el alisado rosado. Como sea, seguimos teniéndolo", dice Laura Amorelli, guía de turismo local.

Ubicado a 110 kilómetros de Buenos Aires, San Antonio de Areco, florece a la vera del río Areco, que es donde se erige el mítico cruce, uno de los símbolos de esta localidad: “Por aquí no sólo corre agua sino que han transcurrido un par de siglos de historia.”

El Puente Viejo fue construido en 1857 para facilitar el tránsito en este tramo que era un paso obligado del camino real hacia el Alto Perú. Se mantiene en pie porque fue restaurado en varias ocasiones, y cómo no, si es identitario para esta población de alma campestre. Imaginen que por él habían pasado antes de la construcción actual, varios próceres.

San Martín cuando iba camino a la batalla de San Lorenzo, Belgrano con el ejército del Norte. También Sobremonte al escaparse de las invasiones. También tiene otra particularidad: fue construido con el aporte económico de los vecinos y uno de los primeros del país en cobrar peaje.

La magia intacta
Areco es ideal para una escapada de tinte campestre para quienes visitan la ciudad de Buenos Aires. Este pueblo de 27 mil habitantes, en el que un domingo de sol pueden llegar hasta unos 15 mil turistas, tiene un gran abanico de alojamientos para pasar un fin de semana, y un par de días más también.

Hay una treintena de restaurantes en los que el panorama es dominado por la carne, pero también hay opciones para el tapeo, el sushi y las pastas, porque la modernidad a todos llega. Por las noches, la movida es agitada: hay bares con música en vivo que permanecen hasta bien entrada la madrugada, incluso los días de semana.

Areco es rural, tiene la disposición típica de pueblo, con la Parroquia San Antonio de Padua que se erige omnipresente sobre la plaza, alrededor de la que se distribuyen edificios públicos, muy antiguos y bien conservados, como la Municipalidad y el Banco Nación.

En las manzanas de alrededor, antes de que el pueblo se funda con la pampa, se levantan hermosos y antiguos caserones, cuyas fachadas pueden tener cien años o más y se encuentran impecables. Es que el pueblo tiene una serie de ordenanzas de protección de frente desde hace mas de sesenta años. La magia de Areco, dicen por acá, está en buena parte en su arquitectura colonial tan bien preservada.

De Güiraldes a Molina Campos
Ocho museos no es poca cosa en un sitio relativamente tan pequeño enclavado en la inmensidad bucólica bonaerense. Y tres de ellos, al menos, presentan colecciones y muestras de alto vuelo. La Usina Cultural es el más novedoso de todos.

Es un centro de interpretación que incorporó la matriz productiva y la vida cultural, dejando lo gauchesco para el Güiraldes, que fue renovado, reformulándose así la manera de exhibir, aggiornando la visión del gaucho o, mejor dicho, dando una perspectiva más completa de este personaje que representa un símbolo patrio en sí mismo, y que no es sólo un peón de estancia como a veces se lo suele presentar.

Si antes los museos arrimaban un montón de objetos en un par de salas sin guión ni concepto, hoy predominan otras ideas. Los responsables del Museo Güiraldes, aprovecharon las reformas y lo dotaron de una concepción museológica más moderna. No fue fácil imponer este pensamiento, hubo que luchar frente a los prejuicios de la sociedad local más conservadora y tradicionalista.

"Dentro del relato  del gaucho pusimos las diferentes miradas a lo largo de la historia. Acá nos vendieron el gaucho de Don Segundo Sombra durante cuarenta años, pero también hubo otros. El gaucho sí es peón de estancia, pero también es el que fue a la Vuelta de Obligado, el que peleó en las guerras de la independencia", explica la guía del museo.

San Antonio de Areco, además,  es cuna de plateros y orfebres. Hasta aquí llega gente del mundo entero en busca de piezas únicas, finos cuchillos o mates y bombillas que narran la vida en el campo. La platería es también una de las tradiciones más arraigadas por estas pampas. En Areco hay unos cuarenta artesanos, algunos también se ocupan del cuero.

Juan José Draghi fue uno de los primeros plateros de aquí, un autodidacta que se inspiró en las piezas que se exhibían en el Museo Ricardo Güiraldes.

"Yo me hice platero porque nací en Areco", solía decir este hombre. Mariano Draghi es su heredero, tiene 40 años, y honra el oficio que aprendió de su padre a los 9 años y que perfeccionaría en Florencia, Italia, donde se fue a estudiar a los 18 años.

Influenciado por el aura artística florentina, y las lecturas de Dante Alighieri, trabaja diariamente en su taller del Museo Draghi, un antiguo y precioso caserón pegado a la Municipalidad, abierto en 2002, que vino a remplazar el antiguo, fundado por su padre y emplazado en una casa más pequeña. Acá también funciona un cálida posada con pileta.

"Trabajamos mucho por encargo. Hago piezas exclusivas, trato de realizar el oficio como se hacía antiguamente. No tengo una producción masiva", afirma Draghi, mientras nos guía por el patio hacia el taller y el solazo del mediodía se cuela por la claraboya del techo.

"Yo no quiero trascender a través de mi nombre, sino que la pieza me trascienda a mí, que valga por sí misma, sin necesidad de que diga Draghi. Para eso se requiere de una elaboración especial, de una idea y de un concepto. En este momento estoy abocado a una misión, trato de transmitir un mensaje en cada pieza basado en la conciencia".

El Museo Las Lilas alberga una gran colección privada de Molina Campos, quien alcanzó notoriedad con su serie de pinturas en témpera que realizara para la empresa Alpargatas durante doce años. Molina campos dibujó, y al mismo tiempo narró con inusual maestría, el cotidiano gauchesco, a través de la historia de sus personajes Tileforo Areco y su novia Genuaria, que no eran producto de su imaginación sino que eran empleados del campo de sus abuelos en Entre Ríos.

En este museo hay más de ochenta originales, entre los que no sólo se destacan los de la serie de Alpargatas, sino que también se puede observar una parte de la producción de su primera etapa, con las historias de Los Pica Piedras Criollos y la época en la que vivió en Estados Unidos, haciendo almanaques para la empresa Minneapolis Moline.

"Era autodidacta, por eso sus contemporáneos criticaban sus obras, sobre todo el uso de la línea del horizonte -explica el guía del museo-. En la pintura tradicional la tenemos a la altura de los ojos, en la mitad de la obra. Molina Campos la bajó a un tercio para mostrar un cielo muy grande, la inmensidad de la Pampa. El decía que pintaba lo que veía, y escribía como escuchaba, por eso muchas veces los títulos de las obras tienen faltas de ortografía".

Molina Campos también llegó a trabajar para Walt Disney quien, cautivado por su trabajo, le pidió que ilustrara tres de sus películas, de las cuales sólo dos llegaron a realizarse. Para la última, Molina Campos deshizo el contrato, disconforme con la versión de un Goofy que, según el pintor argentino, se asemejaba más a un cowboy que a un gaucho. La visita termina con un logrado espectáculo de luz y sonido, que es mejor no revelar en esta líneas, así queda lugar para la sorpresa del visitante.

Capital de la Tradición

San Antonio de Areco fue nombrada Capital de la Tradición el año pasado. Si bien son varias las razones por las que esta localidad bonaerense ostenta este título, se destaca por el Día de la tradición, que se celebra cada 10 de noviembre desde 1939.

Los festejos se instauraron como un homenaje a José Hernández, autor del clásico de la literatura gauchesca Martín Fierro. Desde hace unos años, la fiesta se extiende por una semana, pero el año pasado, en conmemoración del 75 aniversario, se alargó y duró un mes. Este año, será durante la semana que va del sábado 7 al domingo 15. Agende nomás.

El desfile de agrupaciones gauchescas frente a la Municipalidad y alrededor de la plaza es uno de los atractivos más fuertes. No hay paisano en las inmediaciones y más allá también que quiera perdérsela. Muchos llegan a caballo, y luciendo sus mejores pilchas: bombachas, botas, facón, rastra y boina. En la celebración criolla más antigua del país se pone toda la carne al asador y, luego del desfile, la multitud se traslada al Parque Criollo Ricardo Güiraldes, donde se puede comer al pie del fogón junto a la paisanada.

Por la tarde es el turno de las actividades y se suman la pialada de yeguarizos, corridas de sortijas y las carreras cuadreras. Al atardecer, se encienden los fogones para dar paso a la música, las canciones y bailes tradicionales.

Más información: www.turismo@areco.gob.ar

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