El mediodía del 19 de julio del año pasado, el cuerpo de un hombre aparecía en las aguas del canal Suquía del centro de Córdoba, apenas a metros de la Casa de Gobierno.
El cadáver pertenecía al ingeniero mendocino Marcelo Arias, un hombre de 38 años que vivía en Mendoza (de hecho daba clases en la UNCuyo) pero viajaba asiduamente a Córdoba por cuestiones laborales.
Arias, entre otros trabajos, se había desempeñado para la consultora Newen SA, una firma local que tenía muchos contactos con el poder político de aquella provincia en las construcciones de gasoductos en muchos estados municipales.
Las primeras pericias -realizadas poco después del hallazgo- indicaban que el cuerpo de Arias presentaba heridas que indicarían que había sido golpeado antes de caer al canal y morir asfixiado. El caso cayó en manos del fiscal José Mana, y estuvo un año bajo secreto de sumario y sin grandes avances.
El miércoles de la semana pasada, un fiscal, llamado Guillermo González, que subroga a Mana por razones de salud y que llevaba sólo diez días con el expediente en sus manos, llegó a una conclusión: para él, el ingeniero mendocino se suicidó debido a los problemas anímicos de los que era víctima. Tras esta decisión de la Justicia, la causa termina formalmente archivada.
Aroma a poder
Apenas sucedió lo de Arias, en Córdoba se comenzó a hablar de los vínculos que tenía la muerte con, por caso, dos gobernadores de la provincia mediterránea: el ex Schiaretti y el actual, De la Sota.
En su momento, el abogado Mauricio Cardello, quien tomó el caso desde Mendoza, posó sus sospechas en Newen SA (gran contratista de obra pública en los gobiernos de Schiaretti y de De la Sota), "ya que hubo denuncias de parte de un diputado hace un año (por 2013), y en esas denuncias se involucraba a un tal Roberto Martín (también mendocino), pero no a Arias", dijo a Los Andes el letrado el año pasado.
Según el diario La Voz del Interior, la llegada a Córdoba de la consultora con sede en Mendoza "provocó roces con compañías locales que perdieron obras a manos de Newen SA". El motivo de la antipatía era porque Newen estaba liderada por quien fue un importante funcionario del gobierno de Juan Schiaretti.En una investigación que se publicó el 11 de marzo de 2012, se reveló que Roberto Martín, ingeniero mendocino, firmó como presidente de Newen un contrato con diez intendentes de Sierras Chicas para asesorarlos en la construcción del gasoducto en 2006.
En 2007, Schiaretti colocó a Martín como secretario de Transporte y Servicios Públicos, y con eso, quedó a cargo de dirigir desde el Estado las obras de gas en las que el Gobierno invertiría mil millones de pesos. "En varias de esas obras Newen es hoy contratista del Estado", consignaba el diario La Voz.
Después, el por entonces ministro de Obras y Servicios Públicos Hugo Testa (ahora ministro de Infraestructura de José Manuel de la Sota) designó a Martín secretario de Planeamiento y Desarrollo Energético e Infraestructura.
De todos modos, estas especulaciones políticas quedaron nada más que en eso, especulaciones.
Dudas
El fiscal González optó por cerrar el caso bajo la carátula del "suicidio" el miércoles de la semana pasada. En su resolución de 79 páginas, el hombre concluye que "una profunda depresión" provocó que Arias se tirara al agua aquel mediodía.
La pesquisa de la Policía de Córdoba determinó que la mañana de ese viernes Arias llegó a Córdoba, pasó por un departamento de la empresa en Paraná y Entre Ríos y salió en taxi rumbo a las oficinas de Ecogas, en calle Juan B Justo al 4300.
Pero no ingresó a la compañía, sino que bajó en el edificio de enfrente, el Centro de Participación Comunal de Centroamérica. Allí realizó una llamada con su celular y desde entonces se le perdió el rastro.
Para la familia Arias, que vive en Mendoza y ha preferido no salir demasiado en la prensa local, el caso de Marcelo no cierra para nada en un suicidio. "Él era un chico feliz -le dijo la familia al diario La Voz del Interior-, inteligente; en la última llamada que hizo nos dijo que estaba preparando los festejos para el Día del Amigo que haría en Mendoza".
Otra duda que carcome a los familiares del ingeniero es qué fue de su maletín. Ya que el día en que lo hallaron muerto le encontraron sus dos celulares, su DNI, pero nada se supo del maletín. "Él nunca se separaba de su maletín", repiten sus allegados.
El extenso tiempo del secreto de sumario, sumado a los pocos avances en el caso, hizo que la familia Arias cambiara de abogado, pero el resultado fue idéntico: nunca hubo un solo sospechoso.
Lo más probable es que su familia apele esta decisión del fiscal Guillermo González.