Durante todo el mes de noviembre los exportadores de granos se mantuvieron muy activos liquidando sus envíos al exterior para alcanzar una cifra récord para este mes, superior a U$S 2.400 millones. Los datos de los operadores de mercado ya habían anticipado este movimiento, cuando en octubre se pagaron más de U$S 1.900 millones. Es que los rumores tienen un efecto mágico entre los operadores.
Pasadas las elecciones y con la imposición de un cepo cambiario más duro, la liquidación de exportaciones aumentaron porque era muy fuerte el rumor de una vuelta a las retenciones al agro. Se habla de 35% a la soja, 20% al trigo y 15% al maíz. De tal manera, muchos salieron a liquidar exportaciones, mientras que otros que guardaban, vendieron. Algunos ofertaron cosechas futuras calzadas en operaciones en el mercado de futuros (es decir, ingresaron la divisa antes de hacer la venta).
La situación de mercado también ayudó. Por efecto de la crisis entre EEUU y China, bajaron los precios por menor demanda, mientras en nuestro mercado el dólar está en un valor razonable pero no cerraría con el nuevo cuadro de retenciones. Éste es el motivo por el que se aceleraron las liquidaciones con las cuales el Banco Central pudo comprar más de U$S 2.200 millones en el último mes y mejorar la posición de reservas netas.
El problema será para la próxima gestión porque ya le han anticipado una parte importante de ingresos, aunque se supone que el proceso se tranquilizará en diciembre a la espera de la resolución del gobierno en la materia. El problema vuelve a ser de expectativas y a eso contribuyó el designado futuro conductor del Indec, Marco Lavagna, quien de manera irresponsable proyectó un 40% de inflación para 2020 (algo que debería haber figurado en el Presupuesto).
Lavagna también dijo que el dólar, en el nivel actual, estaba atrasado. Esto también generó expectativas para los que tienen que importar, que tratarán de acelerarlas y para los que exportan, que tratarán de postergar hasta que se sepa. La referencia al valor de la divisa se interpretó como una señal a los exportadores para que sepan que las retenciones se las podrían compensar con mayor devaluación.
Gasto y emisión que asustan
Después de las crisis cambiarias que dejaron al Estado argentino sin crédito, el gobierno se manejó con mucha prudencia en materia de expansión del gasto público. Un compromiso asumido con el FMI implicó un austero plan de congelar la base monetaria, con correcciones estacionales. No obstante, había emisión para pagar los intereses de las Leliq, pero no había financiamiento al Tesoro.
La política monetaria terminó jugando en contra al conseguir una fuerte retracción de la economía y, con ello, una caída en la recaudación, que obligó a ajustar partes del gasto, sobre todo en obras públicas. Pero llega diciembre, es la época del año de mayor gasto del Estado, que requiere esa flexibilidad de política monetaria.
A fines de octubre, un decreto presidencial autorizó al Tesoro a tomar “adelantos transitorios” del Banco Central por $ 400.000 millones para cubrir esos mayores gastos. Esa entrega de dinero, vía emisión monetaria, comenzó el 21 de noviembre con la entrega de $ 20.000 millones y esta semana con otra suma similar. Desde el Ministerio de Economía aseguran que no se llegará usar la totalidad de la autorización.
Pero la expansión de la base monetaria tiene varias fuentes de alimentación. La primera comenzó luego del nuevo cepo con el desarme progresivo de las Leliq. Se comenzó bajando la tasa de interés de 68% a 63% para luego renovar menores cantidades porque los inversores comenzaron a pasarse a otros activos en pesos, o a fugar dólares vía bolsa.
La segunda expansión vino de la compra de dólares por parte del Banco Central que en el último mes compró más de U$S 2.200 millones y la tercera ha sido a través de estos adelantos del Banco Central, que seguramente se pagarán con un bono a largo plazo.
Todos estos movimientos generan un cierto temor a un rebrote violento de la inflación. Si bien sabemos que éste es un proceso de origen monetario, también pasan a jugar las expectativas, que podrían acelerarlo o hacer más moderado. En la actualidad ha caído la demanda de pesos y no cayó más por el fuerte cepo que llevó a grandes compradores a tener que asumir precios más elevados por ir a mercados marginales.
El próximo gobierno, aparentemente, ha elegido el camino de continuar la expansión monetaria dando aumentos salariales por decreto, aumentos a jubilados pero congelando paritarias por 6 meses, como mínimo, y consiguiendo un compromiso similar por parte de las empresas para contener los precios por el mismo período.
Además, el gobierno intentaría frenar pagos de la deuda y conseguir un acuerdo con los acreedores para postergar pagos de capital e intereses, buscando un acuerdo similar con el FMI. Lo importante es que se anunció que no habría quitas y por ende sería una negociación mucho más amigable.
La fórmula, en principio, no cierra desde lo teórico, aunque hay que esperar a que asuman las nuevas autoridades para ver qué otras decisiones tomarán en la emergencia para conseguir una expansión sin inflación. De todos modos, para recuperar el crecimiento hacen falta inversiones y, para eso, decisiones acordes que no son las anunciadas.