Como primera medida conviene separar los tantos. Colocar al impresentable arbitraje de Carlos Boxler en un rincón y reunir las carencia futbolísticas en otro.
Por un lado, Maipú fue ostensiblemente perjudicado por la pésima actuación del juez santafesino y sus colaboradores, especialmente por el asistente 2 (Nahuel Viñas), quien le anuló al pibe Gustavo Rigazzi un gol que pareció legítimo.
Por el otro, lo que Sergio Scivoletto y sus dirigidos no podrán negar, en su sano juicio, es que el Deportivo Maipú jugó un muy pobre segundo tiempo. Es más, si Alvarado no convirtió el 2-1 fue porque el grandote Roda le perdonó la vida en un par de ocasiones nítidas frente a Gonzalo Gómez.
Por eso, más allá de hacer foco en la acostumbrada mediocridad de Carlos Boxler, el Cruzado deberá empezar por reflexionar sobre su nivel. Deberá encontrarle respuestas a varias preguntas. Pero principalmente, deberá resolver por qué disminuyó la intensidad con la que comenzó a jugar un partido que supo abrir en el amanecer mismo del juego con la precisa definición de La Joya Jofré.
Porque mucho más allá de la prematura e injusta amarilla del juez sobre Víctor Benítez, lo que el Cruzado deberá solucionar es su inocencia a la hora de dejar espacios cuando ataca y, puntualmente ayer, la impericia con la que el propio Pipí dejó dar vuelta en el área a Leonardo Roda en el gol del empate: medio giro y latigazo de zurda abajo, a la ratonera, inatajable.
Maipú podrá cargar las tintas toda la semana con el gol anulado al juvenil Rigazzi, pero lo que no podrá hacer es jactarse de haber sido más equipo que Alvarado.
Luego del empate, el elenco marplatense se paró mejor y dominó al Cruzado. Diezmado en ofensiva por la bajas de Coria y Gigena, el equipo de Scivoletto dependió demasiado de lo que pudiese generar Cristian Jofré. Y ahí estuvo el mayor problema, en que el ex Argentino no tuvo interlocutor alguno para dialogar con la pelota.
Como sucede casi siempre que dirige, por su condición de mal árbitro, el apuntado por los hinchas de Maipú fue Carlos Boxler. Eso sí, lo que también deberán entender los furiososo que se le fueron al humo cuando pitó el final del partido es que, jugando así, será mejor hacerse amigo del juez...