Las variables se combinaron y todo indica que nos encontramos con un año en que la cosecha viene con condiciones extraordinarias, lo que permitirá la elaboración de vinos de excelente calidad. A ello se suma que la carencia de accidentes climáticos, como las heladas o el granizo, permiten la recuperación en kilos de uva, luego de dos años de bajos quintales, tanto en Mendoza como en el resto del país.
Elementos más que positivos que constituyen un verdadero reto a la industria en la búsqueda de recuperar mercados perdidos, tanto a nivel interno como en lo que a exportaciones se refiere, aunque en este último caso hará falta un aporte de la Nación, especialmente en lo referido a la posibilidad de reducir los costos de transporte y a modificar algunas medidas que permitan a nuestros caldos ser más competitivos.
Resultaría oportuno comenzar con una aclaración: en su afán por destacar las virtudes de la actual cosecha, tanto funcionarios como los distintos actores de la industria la han calificado de "excepcional". Queda claro, sin dudas, que la intención de todos ellos fue la de aclarar las excelentes condiciones de calidad de las uvas, porque si nos atenemos a lo que dicta el diccionario, el término excepcional hace referencia a algo "que se aparta de lo normal o sucede rara vez" o que "está por encima de lo común en calidad y grado", cuando la realidad marca que los vinos argentinos se diferencian de los de gran parte del resto del mundo por la estabilidad en la calidad año tras año y no como sucede en otros lugares en que las "añadas" marcan la diferencia.
Más allá de esa situación, vale señalar lo que han expresado los verdaderos actores de la industria, tanto a nivel oficial como privado. Al dar a conocer la estimación de la producción, el titular del INV, Carlos Tizio, expresó que se produjo un aumento de entre un 12 y un 17 por ciento en la cantidad de kilos, lo que permite una recuperación luego de dos años de muy baja producción. Destacó también que la uva tiene una excelente sanidad y buena calidad, impulsadas especialmente por la ausencia de altas temperaturas.
En términos similares se expresaron reconocidos profesionales de la actividad privada e inclusive productores, fundamentando su posición en la sanidad de las plantas, un clima "tranquilo", con heladas tardías que sólo afectaron lunares bajos, pero sin incidencia sobre el cuaje y la floración, mientras el manejo hídrico les permitió sortear los picos de calor de enero. Destacaron que nos encontramos con una vendimia cualitativamente "muy buena", con excelente equilibrio de acidez y de azúcar.
La naturaleza ha hecho su aporte y ahora corresponde enfrentar el desafío por parte de las acciones a adoptar por parte del hombre.
Las condiciones tecnológicas en las bodegas están dadas, porque son escasas las que siguen funcionando con maquinaria obsoleta, mientras paralelamente los profesionales continúan perfeccionándose para mejorar los caldos.
El objetivo está centrado en modificar la tendencia de un mercado interno que marca con sus números una caída en el consumo de vinos y en recuperar espacios perdidos en las góndolas internacionales como consecuencia de la falta de competitividad de nuestros caldos.
Gran parte de estas últimas modificaciones corresponden al Gobierno nacional, que de una buena vez debe comenzar a escuchar los reclamos que al menos en la última década están realizando las economías regionales. Que parten de modificaciones en la política económica, especialmente en los "daños" generados por la inflación y que continúan con la necesidad de inversiones o de subsidios en lo que a transporte se refiere, uno de los ítems que más influye en el costo final del producto.