Detectado hace menos de dos semanas, un asteroide interestelar está pasando por la constelación Piscis y, en un par de meses, se verá demasiado levemente y estará muy lejos para que incluso los telescopios más grandes puedan observarlo.
"Es fascinante", dice el astrónomo David Jewitt, de la Universidad de California en Los Ángeles. "Estamos viendo cómo un cuerpo de otro lugar de la galaxia atraviesa nuestro Sistema Solar. Es la primera vez que vemos algo así".
Desafortunadamente, el asteroide, llamado A/2017 U1, se aleja con rapidez y nunca regresará.
"Va muy rápido", dice Jewitt. "Así que tenemos un tiempo muy limitado para conseguir cualquier medición".
A los astrónomos les encantaría saber de qué está hecho, pero es tan tenue que su espectro -la luz que los observadores usan para determinar la composición de los objetos estelares- ha revelado poca información hasta ahora. No hay nadie que pueda decir de qué sistema planetario proviene ni qué tan viejo es.
Un camino curioso
Los investigadores que trabajan con el telescopio Pan-STARRS1 en lo alto del Haleakala en Maui, Hawái, percibieron las primeras imágenes del intruso durante la luna nueva a mediados de octubre.
"No se movía como los cometas o los asteroides lo hacen normalmente", dice el astrónomo Rob Weryk, de la Universidad de Hawái en Manoa, quien fue el primero en notar el objeto la mañana del 19 de octubre.
Por lo general los cometas y asteroides se mueven en órbitas elípticas alrededor del Sol.
Estas órbitas tienen una excentricidad -una medida usada para describir la forma de la órbita- de menos de uno.
Los investigadores habían anticipado visitas interestelares durante muchos años. Esa expectativa se basaba en el conocimiento de que las fuerzas gravitacionales de los planetas gigantes -Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno- catapultaron billones de cometas y asteroides desde el joven Sistema Solar hacia el espacio interestelar. Puede suponerse que los planetas de otros sistemas solares hicieron lo mismo, llenando el espacio interestelar con objetos solitarios. "Contando cuántos pasan por nuestro Sistema Solar, podemos calcular cuántos hay en toda la galaxia y cuántos sistemas solares han contribuido a esa población", dicen los científicos.
Sin embargo, un objeto que pase a gran velocidad a través del sistema solar desde zonas más lejanas debe seguir una órbita hiperbólica, cuya excentricidad exceda de uno.
Las últimas observaciones de la posición cambiante del asteroide indican que su excentricidad orbital es de un sorprendente 1,20.
"Es prácticamente seguro que el objeto se mueve en una trayectoria hiperbólica", dice Carlos de la Fuente Marcos, un astrónomo de la Universidad Complutense de Madrid.
El asteroide bordeó el Sol el 9 de setiembre, cuando estaba dentro de la órbita de Mercurio, y luego pasó por la Tierra a una distancia de 24 millones de kilómetros el 14 de octubre.
Vigilando
Los astrónomos saben muy poco más sobre este visitante exótico. Brilla poco, lo que significa que es pequeño: de menos de 400 metros.
A pesar de su excursión cerca del Sol, no desarrolló una cola -como lo haría un cometa-, así que ahora los astrónomos lo clasifican como un asteroide.
Los investigadores habían anticipado visitas interestelares durante muchos años.
"Hemos esperado mucho tiempo", dice el científico planetario Alan Stern, del Instituto de Investigación del Suroeste en Boulder, Colorado, quien estudió este tema en la década de 1990.
Esa expectativa se basaba en el conocimiento de que las fuerzas gravitacionales de los planetas gigantes -Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno- catapultaron billones de cometas y asteroides desde el joven sistema solar hacia el espacio interestelar.
Puede suponerse que los planetas de otros sistemas solares hicieron lo mismo, llenando el espacio interestelar con objetos solitarios.
"Contando cuántos pasan por nuestro sistema solar, podemos calcular cuántos hay en toda la galaxia y cuántos sistemas solares han contribuido a esa población", dice Stern.
"Si no se hubiera descubierto uno pronto, habría comenzado a preocuparme un poco", dice el astrónomo David Hughes, profesor emérito de la Universidad de Sheffield en el Reino Unido.
El asteroide llegó desde la dirección de la constelación de Lira, que es aproximadamente a donde nuestro sistema solar se dirige.
Dada esta trayectoria, los investigadores esperan ver que nos lleguen más objetos de esa dirección que de cualquier otra, así como los atletas que corren hacia la lluvia terminan con más gotas sobre el pecho que sobre la espalda.
A/2017 U1 es el primero de muchos de esos objetos, predice Jewitt.