Se busca que los estudiantes pasen de ser solo consumidores de tecnología a ser creadores. Con esta propuesta, el pensamiento computacional, la programación y la robótica ingresan en la escuela y llega a cada uno de nuestros chicos.
Hace unos años, la entrega de computadoras a todos los alumnos sirvió para que muchos hogares accedieran a la tecnología. Pero, según resultados del Aprender 2016 en cuanto a la percepción de alumnos del último año del secundario sobre el uso de computadoras en clase, solo dos de cada diez consideran que aprenden más con computadora en el aula. Es inevitable preguntarse ¿qué falló?, ¿por qué este acercamiento de los alumnos a la computadora no tuvo su corolario en el aula? La respuesta es simple: la escuela quedó afuera del juego. Aunque generalizar no es lo indicado, abundan los ejemplos en donde la escuela y sus docentes no supieron qué hacer con esta herramienta. Y ante la duda, la ignoraron.
Hoy también podemos saber, a partir del Aprender 2017, que ante la pregunta ¿hay temas/actividades que la escuela debería abordar/enseñar y no lo hace?, 74% de los alumnos respondió: "usos de nuevas tecnologías". Y debemos escuchar ese pedido. La escuela debe adaptarse y empoderarse de manera que se transforme en atractiva y potente pedagógicamente.
Los teléfonos celulares casi en manos de todos los estudiantes y la conexión a internet cada vez más generalizada (todas las escuelas del país están siendo equipadas para recibir conectividad para uso pedagógico) hacen que el acceso a la información, a los contenidos que eran antes propiedad de la escuela, sea prácticamente universal. Por eso, la escuela debe trabajar en lo que el pensamiento computacional, la programación y la robótica ofrecen, aún sin entregar una netbook por alumno.
Desde este año, el Programa "Aprender Conectados" reemplazará las formas en que los alumnos se acercaban a la tecnología. La escuela será la que se aprovisione con recursos que servirán para que los estudiantes tengan contacto directo con el futuro cercano, ese futuro que presenta una matriz laboral que se inclina cada vez más al conocimiento digital. Jardines de infantes, primarias, secundarias e institutos de formación docente por igual podrán manipular equipamiento de avanzada. La escuela recibirá el equipamiento y los estudiantes deberán aprender a compartirlo, a cuidarlo y a entender que es de la escuela y por tanto es propio y de todos.
Leer, escribir, resolver operaciones básicas y problemas complejos, aprender ciencias, un nuevo idioma e incluso la historia también son parte de este cambio. Nuestros niños y adolescentes están inmersos en un presente cada vez menos analógico y los adultos encargados de su educación debemos adaptarnos a ese cambio, aprender nuevos métodos de enseñanza (lo que a veces significa aprender de los alumnos) para que ellos sientan que la educación les sirve, que la escuela le ofrece algo más de lo que pueden encontrar frente a una pantalla en cualquier lugar. Así también, los niños y adolescentes con realidades menos favorecidas tendrán acceso a lo mismo que aquellos con realidades más cómodas. La escuela crece y se transforma siendo la que realmente generará la inclusión digital.
Nuestros estudiantes están en un momento de cambio respecto de la manera de pensar y enfrentar el mundo que los rodea y es imprescindible que la escuela acompañe este proceso que es de aprendizaje tangible y que entusiasma.