Apoyar a Conin, una buena decisión oficial

Los niños serán los beneficiados del acuerdo de cooperación celebrado entre el Gobierno y la Fundación Conin, apoyo que antes nunca se había conseguido. La lucha contra la desnutrición infantil pasa a ser así una política de Estado.

Apoyar a Conin, una buena decisión oficial

En el año que está terminando se ha avanzado un poco más en la cruzada por combatir la desnutrición infantil, merced a la acción que llevan adelante los profesionales que integran la Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin), institución que sabiamente creara en Mendoza el médico Abel Albino hace dos décadas.

En diversas ocasiones nuestra línea editorial se ha ocupado de la magna tarea de esta organización sin fines de lucro, que tiene la mirada y la acción puestas en que ningún niño sufra las limitaciones intelectuales y físicas que la desnutrición provoca.

Todo empezó hace 20 años, cuando el doctor Albino se inspiraba en el modelo creado por el médico chileno Fernando Mönckeberg para poner en marcha la Fundación Conin, una cooperadora contra la desnutrición infantil, que vio la luz en la provincia de Mendoza y se extendió a diferentes puntos del país y el exterior. Hoy la iniciativa tiene 56 centros en suelo argentino y presencia en Gambia (África), Bolivia, Paraguay, Chile, Perú, México y Guatemala.

El objetivo de la institución es concentrar los esfuerzos para dar solución a las necesidades de los más pequeños durante los primeros meses de embarazo hasta los 3 ó 4 años de vida y de esta manera proporcionar un plan de contención, que va más allá de soluciones simplistas y de corto plazo.

Las dos bases en las que Conin ejecuta el trabajo en la prevención y tratamiento de la desnutrición son los centros de recuperación María Teresa de Calcuta y de Prevención y Desarrollo Humano El Plumerillo, ubicados en el departamento de Las Heras.

Un plantel humano de primer nivel -compuesto por pediatras, nutricionistas, psicólogos, médicos clínicos y otros especialistas- consigue progresos diarios en lo que el doctor Albino llama “la guerra del hombre contra el hambre”, por oposición a la eterna disputa del hombre contra el hombre.

Este año, entonces, se han celebrado los 20 abriles de aquel proceso que se vivió en 1993, cuando el ilustre médico porteño, devenido en ciudadano mendocino por adopción, organizó un congreso de salud infantil, con la presencia estelar del profesor Mönckeberg, quien en aquella oportunidad expuso sobre la única debilidad mental que se puede prevenir y revertir, la única creada por el hombre: la debilidad mental del desnutrido. Poco después, pero dentro de ese mismo año, surgía en Mendoza la Fundación Conin.

Ése es uno de los acontecimientos que recordamos en estas líneas, y en igual medida otro que está en pleno desarrollo: el convenio firmado entre Conin y el Gobierno de Mendoza.

Nos parece trascendente que el sector oficial se haya dispuesto a trabajar en conjunto con la fundación y tomar como política de Estado la lucha contra la desnutrición infantil, haciendo hincapié en su prevención y tratamiento, a través de las dos unidades de acción que la cooperadora posee en Las Heras.

Un tercer capítulo acordado con el Estado es el programa de embarazadas, para todas las madres de los diferentes planes de la fundación que cursen un embarazo o aquellas madres derivadas por desnutrición.

El sector empresario, como la sociedad en general, habían reconocido el compromiso y los logros de Conin, pero faltaba la integración con el área oficial.

El propio Gobernador y sus ministros de Salud y Desarrollo Social están convencidos de las fortalezas y los éxitos de la benemérita entidad, y es la primera vez en la historia que el Gobierno le brinda respaldo económico, como señalara el doctor Albino.

La cooperadora hubiera seguido trabajando igual de no haberse contado con el auxilio estatal, como lo ha hecho hasta ahora, pero con este soporte oficial, que se  suma al apoyo que brindan diferentes municipios y gobiernos de toda la Argentina, es posible suponer que miles de chicos de la provincia y el país contarán con mejores oportunidades para su correcto desarrollo y crecimiento.

Más allá de algunas diferencias de criterios en la adecuación del convenio firmado y del hecho que por ahora no haya muchos niños internados porque no se han producido derivaciones del Estado, lo cierto es que existen  fundadas esperanzas en una mejor resolución de los tratamientos de infantes en problemas.

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