Aplazados

Los países de América Latina que obtuvieron mejores resultados (entre los que no está la Argentina) necesitarán más de una década para alcanzar la media de las naciones que participan de la muestra, plazo que se estira a veinte años para los países con pe

Aplazados

Por Néstor Sampirisi - nsampirisi@losandes.com.ar

No hacen falta los resultados de la prueba PISA, tan criticada por muchos funcionarios y gremios de Educación. El dato hace estéril la "sugerencia" para que los profesores aprueben a los alumnos a cualquier precio y expone la realidad con una crudeza que deja poco lugar a las interpretaciones. Eso sí, abre un inmenso espacio para la reflexión.

El asunto es así: sólo uno de cada cuatro postulantes para cubrir cargos en el Poder Judicial de Mendoza superó con éxito el examen de ortografía, segundo paso de una selección de personal que se realiza desde hace algunas semanas.

La cifra dura muestra que de las 2.481 personas que realizaron la prueba, apenas aprobaron 643. Es decir, 25,92% sacaron más de 7 y el 74,08% restante no alcanzó esa calificación, que era la necesaria para llegar al tercer escalón de un proceso que apunta a cubrir 200 cargos vacantes en la Justicia mendocina.

La evaluación consistía en corregir en 20 minutos un texto jurídico que tenía 25 errores ortográficos. Para aprobar, entonces, debían "descubrir" 17 de manera de alcanzar el puntaje requerido para superarla. De acuerdo con uno de los participantes -que aprobó el test- el escrito presentaba algunas "trampas" en acentos y frases interrogativas.

De ahí que los errores más comunes de quienes desaprobaron fueron con palabras sobreesdrújulas, acentos interrogativos en frases que no estaban entre signos de pregunta o identificar palabras mal escritas como "grabámenes", "desaparisión" o "abrebiado".

Un aspecto importante a tener en cuenta es que una condición básica para inscribirse es que deben tener el ciclo secundario completo por lo que, además, un alto porcentaje cursa estudios universitarios en derecho, comunicación social y ciencias políticas, entre otras carreras.

El bochazo no hace más que reabrir la pregunta sobre la calidad de la educación argentina, sobre todo en el nivel secundario.
En esa línea, sirve recordar algunas conclusiones que arroja la participación de la Argentina en pruebas internacionales de calidad educativa como PISA (participan alumnos de 3er año del nivel Medio, se está tomando en 2015 pero los resultados se conocerán en 2016) y Terce (para chicos de 3er. y 6to. grado del nivel Primario):

- En la prueba PISA de 2012, los alumnos argentinos mejoraron en Ciencias, se mantuvieron en Matemáticas y bajaron su rendimiento en Lengua.

- En la Terce de 2013, los chicos de tercer y sexto grado de la Argentina permanecieron igual que en 2006 en Lectura y en Matemáticas los de sexto lograron los resultados que México tenía hace seis años.

Para los especialistas esto representa un problema grave ya que los países de América Latina que obtuvieron mejores resultados (entre los que no está la Argentina) necesitarán más de una década para alcanzar la media de las naciones que participan de la muestra, plazo que se estira a veinte años para los países con peores resultados. Y lo más preocupante es que nuestro país, Uruguay y Perú fueron, según un informe de Axel Rivas (Cippec), los que menos apelaron al resultado de estas evaluaciones para tomar decisiones en materia de política educativa.

Para que se entienda, la relación que todo esto tiene con el bochazo generalizado de los aspirantes a un empleo estable y bien remunerado en el Estado mendocino hay que decir que, para expertos como Rivas, la comprensión lectora es, sin dudas, "la materia que plantea el escenario más crítico". Lo que refuerza Manuel Álvarez Trongé (titular de la Fundación Proyecto Educar 2050) advirtiendo que "entre los años 2000 y 2006 la Argentina es el país de la región que más descendió en el mundo en capacidad de lectura".

Una aseveración que la última PISA parece confirmar: 53,6% de los alumnos argentinos de 15 años no pueden reconocer la idea principal de un texto, ni realizar inferencias sencillas. Lo mismo que Terce, en la que los niños argentinos de tercer grado quedaron novenos en lectura entre 15 países de América Latina.

Quizás fruto de que desde mediados de los '80 la línea política de la educación argentina adscribe a la pedagogía del lenguaje integral que, entre otros aspectos, derivó en que se dejara de enseñar ortografía en las escuelas.

Tanto que algunas mantienen pautas explícitas de no corregir los errores gramaticales, lo que con el tiempo puede traducirse en dificultades para la comprensión lectora.

Es por esto que la comisión de Análisis Curricular del Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) analiza una propuesta para que los alumnos que cursan el CBC puedan acceder a un taller de lectoescritura que los ayude a superar las dificultades para leer, escribir y comprender textos con los que ingresan a la universidad.

Se podrá echar la culpa a la tecnología, a que en las redes sociales y el celular se acostumbra prescindir de acentos y proliferan las abreviaturas, a que cada vez se leen menos textos profundos…  Pero, algo habrá que hacer, ¿no?

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