La implementación y concreción definitiva del Mercosur no fue fruto de la casualidad. Respondió a una necesidad en razón de que se estaban conformando bloques económicos a nivel mundial, como el Nafta en América del Norte o la Unión Europea, mientras en el horizonte aparecían los países del sudeste asiático como los mercados a ganar.
Fueron la Argentina y Brasil quienes comenzaron las conversaciones y decidieron sumar a Paraguay y a Uruguay a los efectos de conformar un mercado de más de 200 millones de potables consumidores, con amplísimas posibilidades económicas y paralelamente poder defenderse en conjunto de las presiones que seguramente surgirían de parte de los bloques más importantes.
Los hechos dieron la razón a los impulsores porque la sola decisión de establecer un “mercado común”, con libre circulación de productos en el interior y con aranceles externos comunes, permitió hacer frente al ingreso masivo de productos como es el caso de China que, con costos mucho más bajos, puede ingresar con precios más competitivos. De todos modos y trabajando en conjunto y defendiendo al Mercosur como bloque económico, continúan planteándose diferencias internas en el afán de los países de defender sus producciones. En este último esquema, Mendoza sigue sufriendo las consecuencias de esos inconvenientes, ante las trabas para-arancelarias impuestas por Brasil para el ingreso de algunos productos, en respuesta a medidas similares impuestas por la Argentina.
En el momento de concretarse el Mercosur se establecieron algunos aspectos interesantes, como por ejemplo que no podían integrarlo aquellos países que conformaran otros bloques económicos dentro de la región y se aceptó la posibilidad de socios “adherentes”, como Chile, lo que le permite firmar acuerdos bilaterales con otros bloques o países, mientras que en el caso de la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay sólo pueden hacerlo a nivel de bloque. Otra regla estableció que se trata de un acuerdo de base económica, a los efectos de separar al Mercosur de las diferencias políticas que pudieran plantearse en cada uno de los países miembros.
Este último aspecto en los hechos resultó discutible en razón de que durante la reunión efectuada en Mendoza se dispuso suspender temporalmente a Paraguay en el grupo, como consecuencia de la destitución del ex mandatario Fernando Lugo en un juicio político de apenas 48 horas, aunque con la advertencia de que no se producirían sanciones económicas. También cabría preguntarse si el ingreso de Venezuela como miembro pleno responde a una decisión económica, que sería aceptable, o si se trata de acciones políticas ante el planteo que durante años efectuó Hugo Chávez. Esencialmente porque también se ha anunciado el ingreso de Bolivia, que será miembro pleno dentro de cuatro años, mientras Ecuador también ha sido invitado a adherir, decisión que adoptará el año próximo, porque el inconveniente se plantea con su economía dolarizada.
Si nos basamos sólo desde el plano económico, el ingreso de Venezuela resulta interesante, en razón de que cuenta con reservas petroleras de 296 mil millones de barriles de crudo, las mayores del mundo, que se sumarían a las 14 mil comprobadas de Brasil. Además, es el cuarto país más populoso de la región, con lo que el Mercosur representará un mercado de 270 millones de personas -el 70% de la población de América del Sur- y con un PBI que también la ubica como el cuarto de la región. En el caso de Bolivia, su fortaleza se centra en sus impresionantes reservas gasíferas.
Es de esperar entonces que la prioridad pase por el plano exclusivamente económico y que se dejen de lado las posiciones políticas o ideológicas, porque en este último caso no sólo se desvirtúa el objetivo esencial del Mercosur sino que también los planteos pueden llegar a entorpecer las relaciones con los otros bloques económicos.
