Cecilia Milone es una de esas mujeres ineludibles. Siendo muy jovencita conquistó primero el Luna Park y luego distintos escenarios del país interpretando a Mina Murray, en Drácula, el inolvidable musical de Pepe Cibrián y Ángel Mahler. Su talento la llevó a incursionar en distintos estilos, con una voz tan potente como inconfundible. Esta vez llega al Teatro Independencia, mañana domingo 18, a las 20, con MasterTango, un espectáculo completo para recordar viejos tangazos y enamorarse con la puesta en escena que Milone propone a través de un paseo cantado, con una cuidadosa selección de tangos muy populares interpretados en directo por una orquesta, textos llenos de humor y nostalgia y el despliegue de bailarines en vivo. Las entradas se encuentran a la venta en entradaweb.com.ar y en la boletería del teatro.
Pero la vida artística de Cecilia Milone no es solo música y canto. En 1993 realizó su primera labor en televisión actuando en algunos capítulos de la serie Son de diez, ese mismo año logra su primer contrato televisivo en Canal 9 participando en la tira Con pecado concebidas. Desde entonces forma parte de varios elencos, hasta que en 1998, es convocada por la productora Pol-ka para ser parte de Gasoleros, interpretando a la doctora Isabel Panigassi. La gran repercusión que tuvo su papel en la serie fue el comienzo de una popularidad que la acompañó siempre.
En las últimas semanas, se animó a hablar en redes acerca de su condición de Persona Altamente Sensible (PAS). En una charla con Los Andes, habló de la respuesta de la gente, de su espectáculo mañana en el Teatro Independencia, de la profunda huella que dejó haber interpretado a Mina a los 22 años y de nuevo a los 54 y de la fortaleza que encontró redescubriendo a sí misma en aquella jovencita.
-MasterTango es un show de tangos, pero ¿Qué no es?
Sí, yo empecé cantando tango desde muy chica, pero mi formación comenzó en la comedia musical, me construí desde ese género, entonces mis espectáculos tienen una línea muy teatral y facilitadora respecto del relato. No que van a ver un espectáculo de tango ceremonioso y pretencioso, sino que con alegría y emoción vamos a transitar por esos tangos que son como los que nos dieron el Máster a todos, esos esos tangos que todos conocemos: el tanguero se va a encontrar con el tango que ama y el pibe que de pronto no conoce el tango y que por ahí me vio en Drácula el año pasado en el Independencia se va a encontrar con con algo que también es muy visual porque llevo vestuario, bailarines, músicos en vivo.
-¿Cuáles son los tangos que más disfrutas en el escenario?
Mira es una selección muy cuidada y muy amada. Yo traté de buscar esos tangos que me impactaron desde la alegría, o la definición descriptiva, como “El choclo”, que parece que estoy metida dentro de un sainete y es tango. Recuerdo la primera vez que lo escuché cantar a Julio Sosa, y traté de poner cosas que te impactan como público.
-Hablabas recién de Drácula ¿Cómo fue para vos ese reencuentro con la obra que te vio nacer profesionalmente?
Drácula es para siempre, es definitivo. Yo siento que haber formado parte de Drácula es como haber elegido un equipo de fútbol que te queda para toda la vida. Yo soy de Drácula para siempre. De hecho me despedí el 3 de septiembre del año pasado del personaje de Mina, sé que no voy a volver a interpretarlo porque sentí que que le corresponde ya una jovencita. Pero no solo por edad sino por lo que significa ese personaje en una carrera, creo que es una un personaje para inicios de profesión. Quizá vuelva, pero me encantaría hacer la nodriza, el personaje de Nani pero porque soy de Drácula para siempre, entonces me corro pero sin correrme. Siempre está en mi corazón y el impacto de haber formado parte de algo tan popular dentro de un género tan difícil como es el musical, eso también me resulta muy conmovedor.
-¿Cómo capitalizaste esa experiencia?
Como fue mi primera vez, también es mi guía muchas veces cuando tengo que enfrentar desafíos. Drácula fue al Luna Park y era impensado que pudieran andar. Esa cosa quijotezca que tuvo Pepito (Cibrián) en Drácula creo que es algo que me quedé, que rescaté de Pepe como padre teatral. sí es maravilloso.
-Esa obra marcó también un antes y después en los escenarios del país.
Sí, fíjate que sucedió también en la ciudad de Mendoza y en muchas otras, después de que estuvimos nosotros de visita surgieron escuelas de comedia musical, maestros que enseñaban el teatro musical, y eso fue un despertador para nuestro país. Los que por cuestión generacional estuvimos en su nacimiento, le damos esa importancia, ese valor.
Tu registro vocal y estilo te permiten pasar de comedia musical, rozando el canto lírico, al tango, pero también a la actuación. ¿En cuál de estos espacios te sentís más cómoda?
Cuando hablo de la posibilidad que tengo de cantar distintos estilos, me veo obligada a reconocer a mi maestra de canto Susana Rossi que venía de extracción lírica y me hizo una técnica para poder adaptar la lírica al canto popular. Eso hizo que yo pudiera abordar una obra como Drácula con una tesitura casi lírica a géneros más simples como puede ser la música popular. Pero a mí me dio una ventaja muy grande, que es que yo amo a Mariano Mores y es la mezcla finita de esas dos cosas, porque Mores hacía una cosa medio entre clásica, sinfónica y tango, entonces me queda muy cómodo en el repertorio. Eso es algo que yo agradezco a esa técnica.
En cuanto a quién está primero, si la actriz o la cantante, no lo sé, están muy mezcladas. Siento que yo no fuera la que tiene técnica vocal cuando me toca hacer un personaje gritando me quedaría ronca. Yo nunca me quedo ronca porque tengo técnica vocal y la que interpreta y puede cantar el tango “Nada”, llorando, es la actriz que tiene recursos, entonces las tengo ya demasiado mezcladas. Me costaría mucho identificarlas.
¿Qué haces cuando no estás en el escenario?
Estoy en un momento de introspección muy hermoso. A mí algo me pasó con dejar el personaje de Mina: lejos de sentir que lo tenía que dejar porque ya estoy grande, (tengo 55 y lo ejecuté a los 22) en vez de sentirme jubilada, me reencontró con la niña que fui, me reencontró con mi vocación. Volver a ser mina me recordó la manera blanca que yo tenía, la vocación que no estaba invadida por discusiones con productores, ni prensa amarilla. Eso me llevó a un lugar muy hermoso y me di cuenta que yo toda la vida cuando no estuve arriba del escenario hice cosas. Por ejemplo, si estoy aburrida en casa, agarro la guitarra y me pongo a buscar un tema. Si me conmueve algo, escribo una poesía. Esa soy yo. Después de Drácula sentí que tengo que profundizar lo que siento, que estoy en un proceso, no de jubilación, sino de jubileo y me siento muy muy poderosa y generosa. Siento que es el momento también de decir estas cosas en las redes, de alzar mi voz sensible y de artista. Porque muchas veces te perdés en este medio donde te dicen “ponete tetas” o “sacate nariz”, “vestite de otra manera” y uno va entrando hasta donde puede. Pero tengo ganas de aconsejar que busquen para adentro, que es lo que a mí me ha sostenido la vida y las mejores cosas han salido de ahí.
-Justamente hace poco salió un video tuyo en donde decís que sos PAS, Persona Altamente Sensible, una definición del ámbito de la psicología, que no es fácil asumir en público.
Las repercusiones no fueron malas, pero las más superficiales, las más de risas (NdR: en tono de burla) fueron desde los medios de los que uno espera cierta profundidad. En general el público es más empático de lo que pretenden hacernos creer. Esto vino gracias a un médico al que yo le dije, riéndome, que yo me daba cuenta en el momento en que
un remedio me hacía efecto, contándole que una amiga me decía que estaba loca. Y me respondió “No, es que vos tenés una curva de sensibilidad que lo podés sentir” y me lo explicó de manera científica. “Es lógica pura, ni siquiera es una patología, hay gente más sensible y hay gente menos sensible, o sea hay gente que siente más el frío hay gente que siente más el calor”. Entonces cuando algo me duele, lo siento más y se me llena de alegría el corazón, el medidor es el mismo. Cuando recuerdo el Teatro Independencia lleno por Drácula, cada vez que a mí me dicen de ir a ese teatro, me da igual si va a haber la misma cantidad de gente, para mí es encontrarme con esa alegría que no me entraba en el cuerpo. Recuerdo que llegamos unos días antes a hacer prensa y ya estaban agotadas las entradas. Yo no entendía de qué se trataba eso, entonces ese es el mismo medidor. Esa persona sensible que desde entonces ama Mendoza con todo su corazón para siempre, es como que quedé prendada. Esa es la bendición de mi sensibilidad.
-Pero una cosa saberlo y otra, contarlo en redes
Si yo no me animo a decirlo, que con mi sensibilidad hice una profesión, recibí lo que recibí, pude comprar un departamento siendo artista, ¿cómo se lo voy a contar al mundo? Bancate el sufrimiento porque también tiene belleza. Por eso siento que es algo por lo que uno se la tiene que jugar. Tanta exposición (me acuerdo que con Alejandra Radano, que hicimos la primera temporada de Drácula en el verano, las dos tuvimos que estar en la playa mostrando el culo con Juan Rodó para hacer una nota en Caras. Era lo que se acostumbra) y sin embargo digo “ya está, ya pasó eso. Ahora me toca otra parte”.
-¿Sentís que asumir públicamente tu condición de PAS, que a veces es considerado un disvalor, es un mensaje poderoso para las personas que también lo son?
Es que es que me sentía en la obligación. Mira, me sucedió algo: estando justamente en el mismo camarín de Drácula en el que estuve en el 92, con 24 años, que sentía que se me acaba el trabajo y tenía que buscar otro, me encontré mirándome a los ojos a los 52 y sentí más miedo de que iba a ser con la profesión. Y al volver a Buenos Aires, dije “¿en qué momento me ganaron?, ¿cómo la nena de 24 años era más fuerte que yo ahora que tengo una profesión y un nombre? Tengo contactos, tengo la posibilidad de crear mi propio espectáculo, ¿cómo voy a tener más miedo?” Y ahí empezó todo este proceso introspectivo, entonces siento que tengo que ayudar a esas nenas que están perdiendo…
En ese momento, comenzó un diálogo con un taxista porque durante toda la entrevista, Milone había estado volviendo a su casa, y acota por teléfono: “este hombre no puede creer que yo haya estado hablando como loca todo el viaje”, y continúa:
A los 22 me fui a presentar una audición y quedé como protagonista, entonces esa es la que yo tengo que encontrar y esa fue una persona muy consciente, pensó su plan, no? Yo dejé de comprarme ropa, estudiaba canto y teatro que era mi sueño y mantenía mi casa. Si yo pude a los 24 con la hiperinflación de Alfonsín, ¿cómo no voy a poder ahora? ¿cómo voy a entrar en este juego de que si no das una nota contando descarnada tu vida, no vas a trabajar más? Yo no juego no juego más a esto, y sentí muy profundo cuando uno sale a poner el cuerpo con este tipo de cuestiones que son muy propias y que representan a tantísima gente sensible.
-Volvamos al tango ¿Tenés previsto algún disco?
Ahora mismo estoy combinando MasterTango con funciones en Buenos Aires en el Café La Humedad, con un espectáculo que amo y que también hice en el Independencia que se llama Recuerdos Surtidos que tengo ganas de volver a hacerlo y porque yo siempre pienso excusas para volver a Mendoza, así que me encantaría volver con este espectáculo que se va readaptando. Estoy con estos dos espectáculos muy enfocada.
Con respecto a grabar, hice en el 2008 un homenaje a Mariano Mores, hubo pistas pistas grabadas con violinistas, con la participación del trompetista Pablo Agri, quiero decir sin máquinas sino con músicos, tengo todo ese material y nunca le he puesto la voz. Me puse a vivir mucho una parte de mi vida y descuidé mi arte. Y este homenaje a Mores de verdad es un material de alta calidad musical y yo nunca todavía le puse la voz.