Antonio Sarelli: “El arte no puede ser tan fácil si se quiere decir algo”

Una retrospectiva del prestigioso artista plástico nos invita a visitar el universo apasionante de Sarelli. Del niño que dibujaba en la arena maipucina, al consagrado pincel que profundiza un territorio simbólico.

Antonio Sarelli: “El arte no puede ser tan fácil si se quiere decir algo”

La gata inquieta de Antonio no deja de jugar con el pincel. “Yo la dejo a ver qué sale”, dice él a los 80 con la sonrisa de un niño. Y es que estamos hablando de su infancia, de los días en que araba descalzo la tierra de los viñedos y dibujaba con un palito los arenales.

Hijo de contratistas a los que rara vez pagaban, criado al aire libre entre ocho hermanos, Antonio recuerda el olor del campo después de una manga de piedras o las salidas con su madre a buscar cerraja, la hierba que crecía a la orilla del canal, para acompañar los huevos de gallina.

“Si todavía existiera la usaría algún chef, le daría a cualquier plato un aire gourmet”, insinúa. Es el mismo tono que usará más tarde para decir cosas como “en los ‘60s el que no hacía arte abstracto era un bruto”, o “ ahora resulta que todos hacen instalación”. No le agrada lo snob. Pero tampoco es un obstinado nostálgico. Y si bien ve en el panorama artístico contemporáneo “demasiada vaguedad y desesperanza”, reconoce que aún dentro de lo que critica hay calidad.

-A usted, ¿cuál fue la crítica más relevante que le hicieron?

-Una vez vino una crítica muy nombrada, de Buenos Aires. Yo la llamé para que me orientara con la valuación de mis obras. Después de mostrarle como cien cuadros me dijo: “Es una buena muestra de técnicas, pero no veo una línea que se continúe, no veo una consistencia en el mensaje”. “Por suerte -respondí-, sino serían cien cuadros iguales”.

“La obra es toda la vida”, dice el hombre que, además de enamorarse del dibujo y la pintura, se puso una carnicería rural (“que duró apenas un año porque le fiábamos a todo el mundo”),  salió a repartir mercadería en carretela y terminó internado dos años en Valle Hermoso, con 8 metros de nieve, empleado en un centro de hidro-nivo-meteorología. “Ahí me aprendí todos los nombres de las nubes”.

-¿Y te inspiraron esos inviernos?

-No pinté mucho, pero sí reflexioné. Ahí conocí el sentido del silencio, de ése que duele.
Desde que vive en Villa Hipódromo y tiene su taller junto a su casa, Antonio deja apenas que le pasen un mate, para no interrumpir esa sensación. Después de pintar una serie de Constelaciones y otra de Equilibrios, indaga ahora en las posibilidades pictóricas de las cartas.

“Esas que escribíamos a mano, que enviábamos con estampillas, antes de que nos convirtiéramos en un simple código”.

Las bellas artes

La carrera artística de Sarelli empezó en la escuelita primaria de Carrodilla. Allí, el maestro Fausto Julián Gutiérrez detectó talento en ese casi adolescente que, además de cosechar, se apasionaba en sacarle punta al lápiz. 
"Él me llevó del campo a la Escuela de Bellas Artes en la ciudad. ¿Y qué es lo primero que me encuentro? A Ramponi en la Dirección, recitando parte de 'Piedra Infinita'".

-¿Y qué esperaba?

-Yo no tenía la más pálida idea. Sabía sólo del sentir de la tierra.

-Entonces, ¿qué encontró?

-Uf, encontré a los maestros.

En la clase de dibujo tuvo su primera lección, precisamente sacándole punta al lápiz. "Con esta punta -le dijo el maestro mientras afilaba la mina con un cortaplumas- podés construir toda tu vida y, si aprendés bien, nunca te vas a morir de hambre". 
Las obras de Sobisch, Pardo, Retamosa lo impactaron. "Eran los inalcanzables", rememora. Amó las campiñas de Azoni, de Bravo, de De Lucía. De inmediato, abrazó a Van Gogh.

Su primera muestra fue propuesta por su mentor, Hernán Abal.  “Aquí se inicia la aventura en la pintura mágica”, dijo acerca de sus primeros trazos.

“Yo, más bien, siempre me he dejado llevar por la intuición”, dice el artista que ha ganado numerosísimos premios, entre ellos un Salón Nacional.

Desde el principio se movió dentro de la figura, incluyendo el paisaje. Tras esa primera muestra, vendió por primera vez un cuadro. “Y tuve el honor de que lo comprara el poeta Eduardo Bianchini”.

Luego derivó en la abstracción. “Es que en los ‘60s el que no hacía abstracción era un bruto. Yo tenía un dilema porque me salía muy fácil. Si manejabas la armonía, el color y tenías algo de audacia ya estaba. Pero yo sentía que el arte no podía ser tan fácil, no si querías decir algo”. Fluyó hacia el surrealismo pero terminó enamorándose perdidamente de lo clásico. Y al fin se encontró con aquello que quería decir.

“La figura femenina, la mujer madre, esposa. No la modelo, la compañera. Si yo tenía que tener fe en el Hombre, la encontraría ahí, en la vida-amor-mujer. En el símbolo”. Y lleva décadas profundizando esa reflexión.

Una retrospectiva imperdible

Curada por Pablo Chiavazza y producida por Renata Sarelli, su hija, la muestra incluye más de cien obras de todas las décadas y etapas del gran artista.

Sus obras pertenecen a colecciones privadas tanto en Argentina así como en países de América, Europa y Asia, como también en Museos Nacionales e Internacionales como: Museo de Arte Moderno en Viena (Austria), Museo del Vaticano en Roma (Italia), Museo de la Asociación Internacional Cárita Poítica en Roma (Italia), Museo de la Casa Blanca en Washington (Estados Unidos), Palacio de Bellas Artes en Viña del Mar (Chile).

Se hizo merecedor de 18 importantes premios en Salones Provinciales y Nacionales entre 1964 y 1985, años en que se mantuvo activo en diferentes concursos.

En el año 2000, por invitación especial representa a Argentina con la obra “Entre el silencio y la ternura” Exposición Universal “Fin de Milenio”.

Es declarado en el 2002 ciudadano destacado del departamento de Maipú, lugar de su nacimiento.
Sus numerosas exposiciones en el país y el extranjero han logrado resonancia en la crítica especializada y posicionarlo entre los artistas más importantes de la Argentina.

“Con el correr del tiempo y el trabajo Sarelli se ha convertido en uno de los grandes artistas de nuestra provincia y sus obras, preñadas de un profundo simbolismo y una torturada pregunta acerca de los destinos del hombre en nuestra era, ya son parte de las formas artísticas por medio de las cuales nuestra cultura ha configurado su identidad regional”, escribe Chiavazza.

Esta muestra retrospectiva es una ocasión ineludible para conocer en profundidad la vida y obra de este magnífico artista mendocino.

Ficha

Muestra Antonio Sarelli . Retrospectiva "En el latifundio del arenal humano"
Lugar: Nave Cultural, España y Maza de Ciudad.
Cierre: 8 de noviembre de 2015.

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