Antonio Santa Ana: libros sobre libros

Invitado a participar de un encuentro de escritores y docentes para analizar el canon literario vigente en el Nivel Medio, el editor y escritor porteño -conocido por “descubrir” a Liliana Bodoc-, se refiere al estado actual de las letras, trabaja en dos n

Antonio Santa Ana: libros sobre libros

Cuando Antonio Santa Ana se retiró luego de 32 años de la industria editorial, abandonó la lectura compulsiva que antes lo caracterizaba y se dedicó, al menos durante los primeros meses, “a no hacer nada”.

Ya de vuelta en la rutina laboral, el “descubridor” de la escritora mendocina Liliana Bodoc -editor de al menos seis obras de la autora de “La Saga de los Confines”-, participó en Mendoza del Primer Encuentro del Nuevo Cuyo organizado por la UNCuyo y dialogó con Los Andes sobre la situación de la literatura nacional y sus proyectos como autor de novelas.

Nacido en Buenos Aires y vinculado como profesional al Grupo Editorial Norma, la organización de la Feria del Libro de Buenos Aires, la editorial Libros del Quirquincho o la comisión directiva de la Asociación de Literatura Infantil y juvenil de la Argentina (ALIJA), ha sido jurado en destacados concursos literarios y de un tiempo a esta parte reparte sus horas de escritura en más de una obra que no persigue su publicación sino encuentra antes los elementos esenciales para que avance la historia.

-¿Qué pensás del estado actual de la literatura argentina?

-Me parece muy interesante la aparición de nuevos escritores en el último tiempo, muchos de ellos jóvenes. Hablo de autores que empezaron a publicar después de la crisis del 2001; pienso en Jorge Consiglio, Selva Almada, Julián López, Leo Oyola, Mairal, que aunque no empezó a publicar ahí tiene una carrera interesante.

Me parece que hay un movimiento; lo que nos toca ahora es saber si alguien se constituirá en figura o si somos un montón de voces distintas sin escritores excluyentes. Yo creo que vamos a una literatura sin figuras tan influyentes y marcadas como en otros tiempos; sin próceres, y eso me parece mucho más saludable.

-Y en lo que a la literatura infantil y juvenil se refiere, ¿cuál es tu opinión?

-No sigo el día a día de estas publicaciones pero me parece que en los últimos 15 años sí, han surgido también, autores que se han consolidado: Liliana Bodoc, indiscutible, Isol, indiscutible, Martín Blasco, Sergio Aguirre, Paula Bombara, Laura Escudero, Sandra Siemens.

Hay un recambio generacional que está produciendo muy buenos textos, como Ricardo Mariño, como Ema Wolf. Es un momento saludable, me parece. La literatura infantil y juvenil de la Argentina de los ‘80 estuvo muy marcada por ciertos elementos fantásticos y maravillosos que forman parte de la tradición nacional: María Elena Walsh, Javier Villafañe, todos confluyen en lo fantástico.

Ahora hay nuevas formas de abordar la literatura; está mucho más presente el realismo, hay ciencia ficción, hay policiales, y el menú es mucho más amplio. Hoy hay variedad estética y eso me parece nutritivo.

-¿Por qué te retiraste de la industria editorial?

-Porque ya era tiempo. En su momento fui gerente editorial de los sellos del grupo Prisa en Argentina y cuando cambió de manos no había lugar fijo para mí. Tampoco me interesaba.

Son muchos años de tomar decisiones, manejar equipos y pensar todo el tiempo en los libros que se pueden hacer con el material que tenés. Es un trabajo muy estresante y ya estaba cansado. Ahora trabajo desde mi casa, escribo más, publico menos, edito poco y hago algunos trabajos como editor free lance.

-En julio próximo sale nuevamente a la venta "Los ojos del perro siberiano", un libro tuyo que fue bestseller -se vendieron cerca de 700.000 ejemplares-, ¿cómo vivís la reedición de esta historia?

-El libro vuelve a salir ahora por decisiones editoriales, no mías. Lo escribí hace muchos años (fue publicado en 1998) y no lo leí nunca más. Hay tantos libros por leer que releerme a mí me parece una pérdida de tiempo después de haber trabajado cinco años en esta historia.

Repasé esta vez algunos capítulos, sobre todo porque hay una directora de cine interesada en hacer una película. Yo diría que el libro trata de la relación de dos hermanos: el menor descubre que el mayor se está muriendo. La trama gira alrededor de eso. El libro está atravesado también por temas como la violencia, la incomunicación o la dignidad.

-En tu carrera has conocido y editado a decenas de escritores, entre ellos Liliana Bodoc, ¿qué rescatás de esta autora mendocina?

-Yo fui el primer editor de Liliana. Liliana es buenísima. Hemos discutido, nos hemos cortado el teléfono, pero es una persona con la que se puede trabajar. Editar libros es editar ideas, fundamentalmente. No es una cuestión de gramática ni de narrativa. Para eso están los correctores.

Vos estás poniendo una idea sobre la mesa y animando una conversación. Con Liliana se puede hablar en esos términos y le he dedicado a algunos de sus libros casi ocho meses. Yo aprendí mucho de ese proceso de trabajo; es una mina genial, muy divertida, yo la quiero mucho. Liliana tiene un lenguaje poético puesto en la narrativa que es muy difícil de encontrar, y su imaginación es muy poderosa.

-Existe la idea de que llegar a grandes editoriales siendo escritor de una provincia como Mendoza es más dificultoso que producir y materializar textos en Buenos Aires. ¿Cuál es tu impresión?

-No estoy tan de acuerdo con eso pero no lo puedo decir claramente porque no sé qué sucede acá. Pareciera que hacerlo en Buenos Aires es fácil cuando salen 300 libros por mes y hablamos de uno o dos. Que aparezca alguien como Selva Almada sucede de vez en cuando.

Depende de varias cosas. Hay movimientos en algunas regiones y están a la vista, en Córdoba por ejemplo. Hoy con las herramientas y las posibilidades tecnológicas que hay, pensar en términos locales es un error. Hay que encontrar estrategias para hacerse visible, aunque no conozco en particular lo que pasa en Mendoza ni si hay grandes escritores dando vueltas.

-Frente a tanta oferta editorial, ¿cómo se llega a la elección de un buen libro?

-Hay tantos modos como lectores. Se puede llegar a un libro desde un suplemento cultural, las redes sociales, los diarios o las conversaciones con amigos. Por eso han tenido tanto éxito los booktubers, porque le recomiendan a los lectores con buena onda, con alegría, un libro y así se arma una comunidad.

No sé qué impacto eso tiene en las ventas, pero de algún modo funciona. Es lo mismo que yo hacía hace 30 años pero con mis amigos del club. Además hay muy buenos libreros, esos que identifican qué querés leer y te lo recomiendan.

-¿Qué libros son infaltables en tu recorrido como lector?

-Hay muchos. A Madame Bovary lo leí dos o tres veces porque me interesan ciertos procedimientos que tiene. Vuelvo cada tanto a Salinger, a Borges, a Stevenson. También a “Zama”, la novela de Di Benedetto.

-¿En qué obras trabajás actualmente?

-En dos novelas. Con una trabajo lunes, miércoles y viernes, y con la otra, martes y jueves. Son registros separados y tratamientos distintos, entonces me resulta estimulante y divertido salir del tono de una y meterme en la otra. Igual tengo un montón de novelas que escribo y dejo por diversos motivos, incluido el no tener historia.

-¿Cómo se crea el hábito en los niños de la lectura?

-Creo que desde la primera infancia está bueno que el niño esté en contacto con libros y que tenga vínculo con la palabra. La lectura en voz alta ayuda mucho en esta etapa.

Hay algo de amor, de ritual y de ceremonia en eso, con el libro como objeto en el medio. Hay muchos niños que abandonan la lectura porque se les dificulta el proceso de decodificación cuando lo hacen solos, la fluidez con que antes les llegaba el sentido. Ahí muchos se frustran y es entonces cuando más hay que acompañarlos.

-¿Por qué leer?

-Porque sí. Hay muchas frases vinculadas a esto y he querido olvidarlas todas. Una decía que leer nos hace más inteligentes y no estoy de acuerdo. Tenés más información que alguien pero es discriminador pensarlo así. Tenés que leer porque te gusta. Todo lo que diga un lector sobre la lectura lo ubica en un lugar por sobre el resto y no creo que sea así.

Si leer ayuda a desarrollar el pensamiento crítico, qué sé yo. Tengo amigos taxistas que no leen y son mucho más críticos, certeros y filosos que yo en algunos comentarios, que me pasé la vida leyendo. Me da un poco de miedo pensar a la lectura en esos términos.

Pensar la lectura en el Nivel Medio

La Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo y el Instituto de Educación Superior 9-024 de Lavalle fueron los escenarios para la realización del Primer Encuentro del Nuevo Cuyo para profesores de literatura de escuelas secundarias.

Junto a Antonio Santa Ana llegaron a Mendoza los escritores Martín Blasco, Marcelo Birmajer, Laura Leibiker, Gustavo Bombini y Pablo De Santis. Además de reflexionar sobre el canon literario vigente, autores y docentes plantearon nuevas estrategias de selección de lecturas en el Nivel Medio.

Los ojos del perro siberiano

Antonio Santa Ana
Editorial Norma
Se reedita este año

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA