Son seis. Se conocieron estudiando Letras. El invierno pasado decidieron hacer un recital de poesía y así crear un espacio para hacerse oír.
De esa noche de bar textual (el Juguete Rabioso) nació meteóricamente la posibilidad de publicar una antología a través de una independiente editorial de Buenos Aires también formada por mujeres: el sello Peces de Ciudad. También nació un manifiesto. ¿Cómo llamar el libro? Como la consigna feminista que nos atraviesa a todas, universal y anónima.
Así lo explican: “‘Write like a girl’ parafreseo del ya clásico ‘Fight like a girl’, anónimo y popular, acuñado por las feministas para dar a entender que las chicas también sabemos pelear. Claro que cabe la pregunta, claro que aún ahí queda una puerta abierta: ¿qué sería entonces ‘como una chica’?”
La pregunta las lleva directo a la poeta brasileña Angélica Freitas y a un verso de Um útero é do tamanho de um punho: “las mujeres son distintas de las mujeres”.
No son un grupo homogéneo. “Somos -dicen- un colectivo que demuestra que no hay una sola manera de definirse”.
No militan en agrupaciones. Pero sí saben que la creatividad es un espacio de militancia. “Sí sabemos lo que cuesta hacer visible lo que se ha tachado de invisible. Desde la escritura, pasando por la música, el cine y la fotografía hasta las artes plásticas, las mujeres han quedado a la sombra”.
No aceptan las formas fijas
Saben, también, que la marca de género está presente en todos los usos cotidianos del lenguaje, desde la publicidad a los informativos, desde la política a la poesía.
A partir de la publicación de “Write like a girl”, las constelaciones se ha ido alineando. En la presentación del libro coincidieron con la escritora Sabrina Barrero y la crítica Laura Martínez.
Hay un movimiento. Una necesidad de explotar. Eso sintieron las impulsoras del proyecto -Victoria Urquiza y Marinés Scelta- cuando percibieron que en los ciclos de lectura predominaban las voces masculinas.
Cada una llamó a otras y empezaron a explorar la posibilidad de sacar las palabras del cajón. Detrás de esas reuniones parece oírse el eco de Clarice Lispector: “Libertad es poco. Lo que deseo aún no tiene nombre”.
Son un colectivo, no una colmena. Tienen entre 20 y 30 años y media docena de visiones diferentes sobre lo femenino. “En el manifiesto se sintetiza lo que somos como colectivo, lo que compartimos, quiénes somos y qué queremos. Ahí está las voces de las seis”.
Manifiesto
Sí leemos, sí escribimos
Sí es política también, intimidad
Sí es solitario, sí es colectivo
Sí es cita, y plagio y no.
Sí es histeria, es entraña
Sí es enredo, sí es claridad
Sí es la tradición, su huida y su traición
No es vendimia ni coronita
Es perfomance y es realidad
Es parricidio y sororidad
Es el cuarto propio y las ventanas abiertas
Es no ser la única escindida
Ni la única ajena
Es la sincronía, la encrucijada, la herida
Sí los hombres, el niño, la madre, las hermanas,
sí, son todos.
El desierto está lleno de mujeres.