Hace 45 años mi padre -un exitoso abogado y empresario de San Rafael en el sur de Mendoza- perdió súbitamente la voz sufriendo una afonía que se prolongó varios días. Decidió resolverlo con unas pastillas que el farmacéutico le recomendó. Como la afonía proseguía limitando su capacidad de comunicarse con los demás y ya habían transcurrido dos meses, decidió ir a un especialista en la ciudad de Buenos Aires. El doctor Samengo, un reconocido cirujano de aquella época, decidió intervenirlo inmediatamente pues detectó un tumor en la laringe.
Un año y diez meses después y en mi carácter de hijo mayor del paciente, Samengo me dijo: "En estos casos hay que proceder antes de que sea demasiado tarde. Su padre debió haberme venido a ver un par de meses antes y no esperar que la afonía súbita que padecía se prolongara afectando las cuerdas vocales."
Mi padre que por entonces contaba con sólo 54 años, falleció pocos días después dejando a su familia devastada por su temprana desaparición.
Aunque pareciera que esta breve historia familiar poco y nada tiene que ver con los reclamos de la autodenominada "Resistencia Ancestral Mapuche" (R.A.M.) explicaré a continuación las razones fundadas que me convencen de que las circunstancias son diferentes pero la peligrosidad y la apatía e indolencia es similar.
El pueblo mapuche al igual que tantos otros pueblos originarios que poblaron diversas regiones del territorio de la República Argentina como los pehuenches, huarpes, diaguitas, mocovíes, qom, tehuelches, guaraníes, comechingones, entre otros, constituyen una etnia pacífica que se ha adaptado perfectamente a las costumbres y formas de ser argentino. Trabajan en la Patagonia, especialmente en Chubut, aunque la mayor parte de esta etnia procede de la Araucanía en el sur de Chile.
Esta semana en declaraciones a FM El Chubut, el dirigente mapuche Antonio Fermín aseguró que "la RAM no representa a la Comunidad de Cushamen" y criticó que desde ese grupo no den a conocer su identidad. "Digan quiénes son con nombre y apellido. Queremos saber quiénes son y su lugar de origen porque, de no ser así, no son mapuches", enfatizó y denunció: "Hay infiltrados". Fermín señaló que "ahí hay gente de cualquier otro lado, que le gusta agitar y utilizan a los pueblos indígenas" y que los hechos violentos como los que se vienen suscitando "están perjudicando al pueblo mapuche, porque hay que separar la paja del trigo".
Debemos entonces entender claramente lo que está ocurriendo.
Hay un tumor social que se llama "Resistencia Ancestral Mapuche" (R.A.M.) y que peligrosamente se extiende en Chubut, Río Negro e incluso en la ciudad de Buenos Aires. Hay que actuar antes de que sea demasiado tarde.
Sus integrantes son profundamente violentos, salvajes y depredadores y están decididos a causar el mayor daño posible a la vida y a la propiedad de las personas para llamar la atención de la opinión pública.
Son vándalos despreciables cuando celebran la tragedia marina argentina escribiendo graffitis en las paredes de Buenos Aires con el mensaje "44 menos" en alusión a los héroes del ARA San Juan y repugnan a la sociedad argentina cuando destrozan un busto del Padre de la Patria, General Don José de San Martín.
Seamos claros y digamos la verdad: la RAM no está reclamando la propiedad de tierras patagónicas, lo cual mediante la negociación podría ser pasible de lograr un entendimiento en paz. Ellos reclaman la soberanía de una parte importante del territorio argentino que, además de extenderse por Chubut y buena parte de Río Negro, incluye el centro oeste de la Provincia de Buenos Aires, el sur de La Pampa, el sur de Córdoba, el sur de San Luis y el sur de Mendoza (General Alvear, Malargüe y San Rafael).
Lo dicho equivale a mutilar el territorio argentino y permitir la creación de un "Estado Mapuche" dentro de nuestro territorio, con sus propias leyes y organización social, económica y política.
El líder del RAM, Jones Huala, que se encuentra a disposición del juez federal Gustavo Villanueva para su extradición a Chile, un ex "flogger" de una tribu urbana, se muestra como intolerante y fanático exaltado que incita a la violencia y se levanta contra las instituciones creadas por la Constitución Argentina de 1853 y sus modificaciones posteriores. Es el principal responsable de las salvajadas cometidas por estos individuos que de ninguna manera representan a la mayoría mapuche.
Estos son lisa y llanamente delincuentes que desean mutilar el territorio argentino y que han encontrado el apoyo, protección y connivencia de Organizaciones de Derechos Humanos como el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) de Horacio Verbitsky y el Serpaj (Servicio de Paz y Justicia) de Adolfo Pérez Esquivel y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entre otros organismos similares.
A los hechos hay que llamarlos por su nombre y quienes apoyan la "causa mapuche" que no es otra que reclamar soberanía extranjera en territorio argentino dejando de lado la "causa argentina", podrían ser acusados de infames traidores a la Patria en los términos del Código Penal argentino.
Es realmente penoso que Santiago Maldonado, un joven anarquista argentino. según lo refirieron sus hermanos, que haya perdido la vida por defender "la causa mapuche".
El juez Villanueva es el mismo que investiga los hechos ocurridos este sábado pasado en Villa Mascardi en Parques Nacionales cercanos a Bariloche entre mapuches del R.A.M. y efectivos del Grupo Albatros", de Prefectura Naval Argentina.
Por otra parte si estos individuos lograran aunque fuera fantasiosamente sus objetivos, nada impediría que otros descendientes de pueblos originarios como los citados antes, pehuenches, huarpes, comechingones, mocovíes, tehuelches, etc, "reclamaran cada uno por su cuenta la creación de un Estado indígena".
Es el mundo de la fantasía pero… algo así daría lugar a la desaparición de la República Argentina tal como hoy la integramos los ciudadanos argentinos y extranjeros residentes que nos unimos con el objeto de cumplir con el Preámbulo de nuestra Constitución: constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina.
Antes de que el tumor avance, antes de que sea demasiado tarde, hay que implementar una estrategia política determinada y tomar las medidas adecuadas y convenientes en el marco de la ley y el respeto a los derechos humanos de las víctimas y de los victimarios.
Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Los Andes.