Ya finalizada la cosecha las conclusiones son que se ha obtenido una cantidad aproximadamente equivalente a los 2.600 millones de kilos de uva en Argentina, en Mendoza particularmente 1.700 millones de kilos, lo que significa que hay una importante disponibilidad de vino y esto presiona fuertemente sobre el precio en el mercado de traslado.
La calidad de la producción ha sido realmente excelente. Si bien nos acompañaron las condiciones climáticas los productores además cuidamos nuestros viñedos, se fertilizó, se pulverizó y se realizaron todas las labores culturales a tiempo.
Paradójicamente, esta excelente producción en la cosecha se está volviendo en contra de los productores, al ver con mucha preocupación cómo varias bodegas están renegociando las condiciones de precio y plazos. Creemos que esto es nefasto ya que los productores estamos como siempre asumiendo los riesgos empresarios.
Si las condiciones económicas son favorables, los industriales pagan lo pactado, pero si luego de la cosecha se genera incertidumbre dados los grandes porcentajes de cosecha, éstos renegocian a la baja.
Por eso es que reclamamos la necesidad de que se celebren contratos escritos de compraventa o elaboración según el tipo de operación que se realice, donde figure de forma clara y manifiesta el monto y la forma de pago donde este contrato se vincule con cada CIU de los productores.
"Esta excelente producción en la cosecha se está volviendo en contra de los productores, al ver con mucha preocupación cómo varias bodegas están renegociando las condiciones de precio y plazos."
Esta idea se manifestó al presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, con el cual estamos tratando la forma cómo será implementado en el futuro a fin de poder hacer exigible el mismo.
Cierto es que pese a que se destinó aproximadamente el 23% de la producción de uva a la elaboración de mosto, nuestra Asociación estuvo de acuerdo en la fijación de un porcentaje de 25% y la realidad nos muestra que era lo correcto ya que si no habría aún más disponibilidad de vino en el mercado, y sabido es que cuando las existencias superan los tres meses de despacho el precio cae abruptamente.
Por lo tanto, la política vitivinícola requiere un monitoreo constante y a diario, para apoyar esta actividad oportuna y anticipadamente. Cualquier demora en la toma de medidas y/o decisiones se traduce luego en problemas acumulados y más difíciles de resolver, culminando en todos los casos en pérdida de hectáreas cultivadas, siempre en manos de pequeños productores.
Haciendo una perspectiva a futuro de la próxima cosecha, hemos tenido un otoño muy benigno, con óptima maduración del sarmiento, sumado a correctas fertilizaciones post cosecha; así podemos encontrar los viñedos con buenas predisposiciones a futuro. Si a esto le sumamos que hay un mercado interno con una pronunciada y constante caída en el consumo, creemos que es indispensable terminar equilibrados en los stocks este año, para superponer excedentes de uno y otro año.