Ante la caída de las inversiones extranjeras

Las inversiones extranjeras en la Argentina tuvieron una preocupante caída durante el año pasado. A pesar de que nuestro país ofrece las mejores posibilidades de inversión, por clima y condiciones geográficas, los capitales son dirigidos hacia otros país

Ante la caída de las inversiones extranjeras

Los datos dados a conocer por un organismo especializado encargado de medir la inversión extranjera directa son más que inquietantes porque esas inversiones crecieron 5 por ciento en el último año en América Latina, pero cayeron 25 por ciento en la Argentina, pasando de 12.116 millones, en 2012, a 9.082 millones el año pasado, lo que determina una reducción de 3.034 millones de dólares, en valores absolutos. Un hecho más que significativo y que demuestra que se ha reducido la confianza en el país, esencialmente como consecuencia de medidas económicas que no otorgan la seguridad jurídica y económica que exige un inversor.

Según los especialistas, la recepción de inversión extranjera directa en América Latina marcó una tendencia al alza, sobre todo a partir de 2000 con un pico importante en 2012, cuando se alcanzaron los 173.361 millones de dólares, un verdadero récord si consideramos que la inversión entre 2000 y 2006 había totalizado 68.183 millones de dólares. Se señala además que las mayores economías receptoras continúan siendo lideradas por Brasil, seguido por México y Chile, aunque se observa una tendencia a la desaceleración en los dos últimos años.

La frialdad de las cifras no deja de ser inquietante. A pesar de que la Argentina cuenta con todas las posibilidades climáticas y geográficas para seducir a los inversores, se ubica muy por debajo de otros países con ofertas mucho menores. A modo de ejemplo podríamos señalar que, sólo tomando 2012, las inversiones extranjeras en nuestro país alcanzaron 12.551 millones de dólares, siendo superados por Brasil, con 66.272 millones; Chile, con 30.323; Colombia, con 15.823; México, con 12.659 y superando por escasísimo margen a Perú, que llegó a 12.240 millones de dólares.

Mendoza es sólo un reflejo de lo que sucede a nivel nacional. Cabría señalar por ejemplo que desde 2010 a la fecha, etapa que coincide con el freno producido al crecimiento exponencial que había logrado la vitivinicultura en las últimas dos décadas, las inversiones extranjeras en ese rubro también se han detenido. Debe recordarse que las bondades que ofrece el Valle de Uco, por señalar sólo un sector, generó que se multiplicaran las inversiones francesas, holandesas, portuguesas y también chilenas en esa zona, las que consistieron en nuevos viñedos y la construcción de bodegas, lo que provocó también la ampliación de la mano de obra.

Sin embargo, los problemas generados por un dólar desfasado y una inflación creciente, fueron provocando que el vino argentino perdiera competitividad a nivel internacional y las exportaciones -la mayoría de las bodegas “extranjeras” derivan su producción a los mercados externos- no sólo dejaron de crecer sino que mostraron números en rojo en el último año. La devaluación del peso de febrero abrió algunas expectativas pero la inflación y algunas medidas económicas, que incluyeron trabas a las importaciones de insumos, volvieron a afectar las exportaciones.

Los expertos señalan que la mayoría de los gobiernos ofrece actualmente incentivos y beneficios a aquellas empresas que escojan a su país como lugar para establecer sus operaciones, los que van desde servicios de apoyo, protección de la propiedad y hasta exenciones impositivas. A diferencia de ello, la Argentina se muestra como un país donde las reglas de juego de la economía se modifican de un día para otro y hasta en algunos casos de acuerdo con el humor de quien tiene el poder de decisión, como sucediera con la gestión de Guillermo Moreno y donde no se brinda la seguridad jurídica que necesita un inversor, incluyendo en muchos casos hasta los propios capitales nacionales.

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