El triunfo inicial ante Corea del Sur por 3 a 1 ayudó de cara al segundo partido, ante Italia. Argentina no conseguía vencerla en los Mundiales y México ‘86 no llegó a ser la excepción. Siguiendo con su ley de las marcas fijas, el técnico Bearzot dispuso de Salvatore Bagni, compañero de Maradona en el Napoli, como su guardián. La noticia se la dio por la mañana, antes del partido, ya que Bagni no necesitaba estudiarse al argentino como lo había hecho Gentile cuatro años antes.
Italia golpeó primero. Altobelli cambió su penal por gol tras la mano de Burruchaga en el área. Pero Bagni no podía solo con Maradona y Scirea, el líbero italiano, debió salir más que nunca de su posición para ayudarlo. De hecho, los tres fueron protagonistas de la jugada que posibilitó el empate. Maradona se escapó de Bagni y pateó una volea a colocar por encima de Scirea, despistando totalmente al arquero Filippo Galli, que recordó así la jugada: “El gol fue muy simple, a posteriori. Ha sido simple porque yo cometo un grave error al considerar: `Maradona, un jugador normal´.
Por la dinámica de la acción, él podía patear fuerte y en vez de eso ha usado el pie como el tenista usa la raqueta cuando va a la red”. La jugada es todo en uno: desmarque, carrera, salto, toque de primera sin ángulo y la pelota que se mete entre el defensor y el arquero, con un efecto que solo se percibe cuando el balón pica en el área chica y entra, cambiando su recorrido.
A Italia yo le hice aquel gol tan lindo, que está entre los mejores de mi galería: lo mataron al arquero, a Galli, pobre, y nadie se dio cuenta de que yo no le di tiempo, porque salté a encontrarme con la pelota después del pelotazo de Valdano, que me había caído justito delante de mí, en el área, y cachetearla con zurda en vez de esperar que cayera, con Scirea, que en paz descanse, corriéndome de atrás… ¡Eso hice, la crucé al segundo palo antes de que bajara, no fue que Galli estuvo lento! ¡Fui yo que estuve rápido! Es que estaba muy enchufado: los muchachos tenían en la cabeza, porque Bilardo les machacaba, que me tenían que acompañar. Y yo lo ayudaba en eso, porque no me quedaba paradito allá arriba: si tenía que hacer pressing sobre los defensores no se me caían los anillos, fiera.
Empatamos, sí, porque a los tanos les dieron un penal, por mano de Garré. Pero creo que jugamos el mejor de todos desde que estábamos con Bilardo. Creo que fue ahí, en ese partido, donde Bilardo terminó de encontrar el equipo. Porque le dio bola a Batista, lo dejó al Checho que jugara solo como volante central, le dio otra función, más abierta a Giusti, y lo liberó a Burruchaga. Por eso digo: no fui yo solo, hubo un equipo”.
Mirada periférica
"Cuando empezamos a ir a la Escuela de Medicina del Deporte a hacer las evaluaciones con el doctor Ralmonte que había sido el jefe del equipo del doctor Francesco Moser, que había logrado el récord del mundo de la hora de ciclismo en México. Un día, después de una de las sesiones, Ralmonte se me acercó y me dijo, tu amigo hubiese sido un excepcional piloto de prueba de aviones de guerra.
¿Por qué? Porque el campo de visión periférica de ellos, es mayor. Es como esos gran angulares de la fotografías, que tienen esos súper lentes. Parecía que tenía ojos en la nuca”, cuenta Fernando Signorini, ex preparador físico personal de Maradona.
En el mismo sentido se refirió Valdano: “Tenía una mirada periférica que veía al arquero, al que vendía Coca Cola, a Tito que estaba en el banco. Diego lo veía todo”.
La historia desde el arquero
"Después del partido le dije en chiste: 'se lo comió el arquero'. Y se ofendió, jeje. No le gustó nada. Me dijo, era imparable, que se la va a comer, no había manera de sacarla", cuenta entre risas Jorge Valdano.
Mientras que Signorini aseguró que: “Después Giovanni Galli fue arquero del Napoli y yo un día le pregunté por ese gol. Porque Diego ya le había hecho uno igual en Florencia tras una doble pared con Bertoni. Y me dijo: ‘¡Me volvió a hacer lo mismo! Porque cuando él salta y hace todo el recorrido, pienso que va a impactar la pelota con mucha fuerza entonces me puse muy rígido para aguantar el pelotazo y cuando la pelota pasa tan despacio, quiso descontracturarse, no pudo y vio pasar la pelota por acá”, contó el profesor.